CAPITULO 34 Una noche especial.

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Narrado por Bill.

El día iba genial. Aunque me retrasé a la hora acordada con Kate para ayudarla con su vestido, al final no se enfadó. Resultó ser una broma para que me cagara encima y, cuando llegué, la siguió un rato hasta que no pudo más y rompió en carcajadas. Ahí fue cuando me pidió que si le acompañaba en el camino hasta la mesa del juzgado. No me pude negar.

La boda fue preciosa, pero para mi gusto... me hubiera gustado un poco más tradicional, pero bueno... Era su boda y ellas decidían, aun así, estuvo muy bien.

Tom se fue dejándome en la mesa con mamá y ... Nadie más. Me dio por observar alrededor. Ni Georg, ni Gustav, ni sus chicas, ni Kate, ni su mujer... ¿Dónde estaban? ¿Y Alex?

– ¿Donde...? ¿Dónde está Alex? – dije mirando hacia todos los lados, solo veía a los familiares de las chicas, ninguno de los míos, ni mi hijo.

– Bill, tranquilo. Habrá ido con Tom. – me dijo mamá cogiéndome de la mano.

– ¿Y dónde están todos? Esto es... raro.

– Vamos. Te están esperando. – fruncí el ceño, ¿qué me estaban esperando a mí, para qué?

– ¿Que vamos dónde? No entiendo. – me puse de pie. Mamá no me soltaba del brazo y no entendía por qué sus ojos brillaban, como si fuera a llorar de un momento a otro. – ¿Que... qué te pasa? – le acaricié la mejilla.

– Nada, hijo. Dame un abrazo. – esto era demasiado raro. La abracé, me daba pena verla así y además me confundía. No sabía qué narices pasaba. Volví a mirar de un lado a otro... pero ¿dónde estaban?

Mamá me cogió del brazo y me encaminó fuera del restaurante. Hacia la playa. ¿A esta mujer se le había subido el vino a la cabeza?

– ¡¡Que viene!! ¡¡Que viene!! – pude oír a lo lejos y puedo asegurar que era Dereck.

– ¿Qué pasa? – me reí, no sé si por nervios, por no saber lo que pasaba o que.

– Bien. Bill... – me dijo mamá parándose frente a mí cogiéndome mis manos, yo seguía oyendo murmullos al otro lado de unas palmeras que no dejaban ver detrás de ellas. – Quiero que sepas que me siento muy orgullosa de ti, cariño. Y de Tom. Sois mis niños, mis ángeles, y aunque sé que... podía haber estado más con vosotros...

– Mamá, no digas eso. Nos has apoyado en todo y es lo importante.

– Shhh, déjame acabar. – cerró los ojos apretando mis manos e intentando no llorar. – Sois fuertes, lo habéis demostrado y sé que seguiréis adelante y saldréis de todo lo que os venga y... gracias por darme el mejor nieto que podía haber imaginado. – lloraba a lágrima viva, así que la solté de las manos y la abracé sin dudarlo.

– ¡Te quiero, mamá! Aunque no te lo diga tanto como debería, pero sabes que te quiero. Pero... ¿por qué me dices todo esto ahora?

– Porque... hoy es especial. – no me dijo nada más, me dejó con esas palabras y doblemente sorprendido, intrigado... ¿día especial? – Ahora vamos.

– ¿Dónde? ¿Qué está pasando?

Mamá me agarró del brazo entrelazando el mío con el suyo. Juro que no entendía nada. Ni siquiera sabía qué estaba pasando, en este momento estaba confundido y tenía miedo. ¿Qué pasaba ahí detrás? ¿Por qué hoy era especial?

Los murmullos cesaron dejando paso a un silencio escalofriante. Mi cuerpo temblaba y me puse nervioso.

Pasamos esas palmeras y automáticamente me llevé la mano a la boca.

Mentiras en la red 2 - TWC-RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora