CAPITULO 17 Decisiones.

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Narrado por Tom.

La fiesta de Alex estuvo muy divertida y me divertí muchísimo con ellos. Quería estar el tiempo posible con Alex y disfrutar de su día. Me lancé a la piscina con bolas y me sentí como un crío. Y me encantó ver a Alex sorprendido por eso y jugar como loco conmigo.

Después de despedir a los padres junto a los niños, cargamos los regalos de Alex en el coche y volvimos a casa.

Cenamos un poco, apenas casi nada. Alex se quejaba del estómago de tanto merendar y saltar y correr por todos los lados, así que le acosté en la cama y le arropé.

– Te quiero, pequeño.

– Y yo, papá.

Le acaricié el pelo y me quedé allí mirándole hasta que el sueño le venció. Mi niño inocente. Eres lo más grande que me ha pasado en la vida y un orgullo para mí. Desde el primer día que te vi te sentí como mío y he tenido el privilegio de verte crecer. Y todavía te queda toda una vida por delante. Te quiero con todas mis fuerzas. Siempre. Espero que sepas perdonarme algún día. Y no me odies por esto.

– ¿Ya se ha dormido? – susurró Bill desde la puerta. Asentí.

– Si. – le dejé un beso en la frente y salí de allí, no sin antes mirarle por última vez, suspiré y cerré la puerta.

Bill se había ido a dar una ducha. Fui hasta nuestra habitación, me quité la ropa quedándome en calzoncillos, como siempre, y me metí en la cama mirando al techo.

Ya había tomado una decisión. Y aunque me iba a doler horrores, era la mejor. Para los tres.

Mañana yo tenía fiesta y Bill había decidido que tampoco abriría la tienda por la mañana. Que así podríamos estar tranquilos mientras Alex estaba en el colegio y podríamos hablar y ver cómo solucionar todo esto de una vez. Lo que él no sabía es que yo ya tenía las cosas claras.

Cerré los ojos, tragando el puto nudo que llevaba todo el día en la garganta. Y como no, de nuevo lo tenía ahí.

– ¿Estás dormido? – negué y abrí los ojos mirándole. Solo llevaba la toalla en la cintura. Me sonrió y se acercó a la cama dejándose caer sobre mí.

Lo recibí con gusto y sin pensarlo dos veces, le abracé por la cintura, pegándolo a mí y besándolo. Me separé de él observando cómo se quedó con sus ojos cerrados. Los abrió y me sonrió.

– Te amo. – me dijo en apenas un susurro que casi no oí.

– Eres lo mejor que me ha pasado.

Nos miramos por unos segundos y, antes de que sus ojos descifraran lo que querían decir los míos, le giré sobre la cama, quedando yo encima de él. Le besé con todo el amor y el cariño del mundo. Sus manos se aferraban a mi espalda y la acariciaban. Fui bajando por su barbilla y besando cada milímetro de su cuerpo. Acariciándolo. Tocándolo. Quería grabarme cada parte de él en mi memoria. Hacer este momento eterno. Ojalá no tuvieran que ser así las cosas.

Quité la toalla que le cubría dejando que cayera sobre la cama, mientras él me quitaba lo único que llevaba puesto. Me separé de sus labios un segundo para observarle, y le di pequeños besos, cogiendo su labio entre mis dientes. Yo, que tanto había deseado que la vida fuera así, que Bill me correspondiera cuando apenas sabía que ese Nick era yo, estaba a punto de dejar todo por la felicidad de mi pequeño.

– ¿Recuerdas cuando... en la terraza de Javi... te besé? – le dije dando pequeños besos por su pecho.

– Si. Cuando pensaba que eras Nick.

Mentiras en la red 2 - TWC-RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora