¡¿Qué?!
Si estuvieran en el mismo lugar, las voces de Manaow y Gyo harían eco. Manaow estaba cenando en casa de sus padres a regañadientes. No le gustaba compartir con ellos desde que se independizó.
A ver, papá. Te volviste loco o que?
Manapat Siridawong! ¡No le hables así a tu padre! Más respeto, señorita.
Pero mamá...
Pero nada. La decisión ya está tomada. Con este acuerdo matamos dos pájaros de un tiro: ayudas al negocio de tu padre que tanto detestas y nos aseguramos de que dejes esa vida de mujeriega que llevas. Manaow se encogió en su asiento y suspiró exasperada. Sabía que no tenía forma de salir de este acuerdo. No si quería mantener su vida de lujos que ellos pagaban con la condición de que si le pedían un favor ella lo haría sin poder negarse.
Gyo estaba en la sala de reuniones de su oficina con su madre cuando le dieron la noticia.
Es que no entiendo, mamá. Por qué tengo que casarme con alguien que no conozco?
Ya te dije, cariño. Esto nos beneficiará en los negocios con la familia Siridawong.
Ni siquiera soy lesbiana, mama. No tiene un hermano o primo con el que pueda casarme? Y por que no le dices a Devi que se case con ella? Mi hermana estaría más que dispuesta.
Amor es amor. Prefiero que tengas un futuro seguro al lado de esta mujer de buena familia a que te cases con cualquier malandro que te regale flores y cuentos de hadas. Además, crees que no hable con ella primero? Ella misma me sugirió que deberías ser tú la que se case y, francamente, estoy de acuerdo. Ya no eres una jovencita de 18 años. En toda la vida, no te he conocido ni un novio digno de estar contigo.
Y Pure? Dijiste que te agrada. La mamá de Gyo asintió.
Si, pero como tu amigo. Ese chico ni siquiera tiene un trabajo seguro. Vive pidiendo limosnas en bares porque quiso ser cantante en vez de estudiar leyes como su padre.
Mamá, yo...
Tú debes obedecerme como siempre lo has hecho, Gyoza. Eres mi orgullo. No me falles ahora cuando más te necesito. Gyo asintió resignada.
Si, mamá.