Magic Mike

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Gyo quedó boquiabierta cuando llegó a Salesforce con sus amigas Lada y Suay al ver que la fila para poder entrar parecía interminable.

Es por invitación, pero permiten la entrada a ciertas personas hasta que llegan a capacidad, comentó Suay.

¿Ya has venido antes? Gyo le preguntó.

Vine con Pin una vez. Estábamos buscando a una chica, explicó Suay.

¿No me digas que a Pin también le gustan las mujeres? Lada se rió de su comentario. Todas excepto Suay somos del ambiente y yo ni cuenta me di. Para la próxima vamos a un bar de lesbianas. Gyo golpeó su hombro.

No que yo era la única mujer para ti? Ella y Lada hicieron un trato en la universidad que si ninguna de las dos estaba en una relación a sus 30 años, ellas se iban a casar, adoptar 3 perros y se mudarian a Estados Unidos.

Nuestro trato perdió validez en el momento en que te comprometiste con la dueña de este bar. Gyo se cruzó de brazos.

Mejor vamos a entrar. Naow dijo que nos anotaría en la lista. Suay agarró la mano de sus amigas jalandolas hacia la entrada de Salesforce.


Le pasaron por el lado a varias personas en la fila que gritaban protestando. Se notaba que algunas llevaban horas esperando su turno para poder entrar lo que hizo que Gyo se sintiera un poco culpable. 

Frente a la entrada había dos mujeres musculosas brindándole seguridad al local. Era raro ver mujeres haciendo ese tipo de trabajo, pero cuando Manaow las contrató a tiempo parcial sabía que eran las mejores así que no dudo en hacerlas firmar un contrato.

La puerta de Salesforce era roja y no daba indicios de que fuera un bar. No se escuchaba ningún tipo de sonido proveniente de adentro lo que significaba que había material a prueba de sonidos. Encima de la puerta había un letrero con letras neón que decía "Magic Mike".

Buenas noches, lindas. Están anotadas?, preguntó la mujer que estaba parada a la izquierda de la puerta.

Se supone. Nuestros nombres son Gyoza, Lada y Suay. La otra revisó la lista en sus manos y asintió en dirección de su compañera.

Necesito que se paren contra la pared y separen las piernas. Dejen sus bolsos en esa mesa que mi compañera los va a revisar rápidamente. Las chicas hicieron lo que fue pedido. Con leves palmaditas, la mujer de seguridad tocó sus brazos, piernas y torso en busca de armas mientras la otra revisaba el contenido de los bolsos. Pueden pasar. Disfruten su noche. La mujer que revisó los bolsos abrió la puerta dejando escapar el sonido de la música alta que estaba tocando dentro de Salesforce.

Lada agarró un pequeño papel de su bolso, escribió su número de celular y se lo dio a la mujer. Llamame cuando quieras. Suay y Gyo se miraron y jalaron a Lada dentro del bar cuya puerta se cerró tan pronto entraron.

Apenas llegamos y ya estás dando tu número, Gyo sacudió la cabeza riendo.

Me toco la nalga. Fue sutil, pero siento que fue a propósito, dijo Lada.

Vayamos por algo de beber, sugirió Suay. 


Al caminar por el largo pasillo que llevaba a la pista de baile, escenario y a la barra, a la derecha vieron a Manaow sirviendo bebidas y haciendo malabares como los barman profesionales.

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