La dama marchita.

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¿Esperas, amado mío
que te espere sin reclamos?
Hubiera dado cada gota de mi esencia
con tal de estar a tu lado,
pero a cada hora
cae otra gota,
a cada segundo,
a cada suspiro.
Me desangro en segundos,
en una danza eterna.
Poco a poco se van secando mis venas
mientras intento extender mi mano.
Y tú no tomas nada,
ante tus ojos mundanos
muere la gloria de un amor divino,
pero tus ojos no ven nada.
No me ven.
Me has hecho invisible,
los restos quemados del cadaver
de alguien que se tiró al andén.
Y te susurro cada noche,
te susurro nanas que no recuerdo
cuando sale el sol y amanezco,
una vez más,
tendida sobre mi soledad.
Ahora, ahora, ahora.
Bailo en la cocina sola
y tengo tanto frío,
que necesito un abrazo
que me quite lo azul del alma.

Silencio, amor y reflexiones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora