¿Alguna vez te quedaste
tanto tiempo esperando un te amo,
al punto de olvidar quien eras?
¿Alguna vez te desvaneciste en la espera?
¿Alguna vez rogaste tanto,
porque un par de ojos te vieran?
¿Alguna vez lloraste de desesperación,
sin derramar una sola lágrima siquiera?
¿Alguna vez estuviste con la cabeza baja
durante una estación entera?
¿Alguna vez se te escapó la primavera
habiendo sido más gris que el invierno?
¿Alguna vez sentiste ganas de bajar al infierno, con tal de que besaran tus labios?
Y te fuiste desvaneciendo,
lentamente, a la espera
de algo que nunca pasó,
de alguien que nunca volvió,
de alguien que nisiquiera estuvo,
o que nisiquera llegó.
Y los años pasan y los nombres,
también pasan,
como trenes que viajan,
en un solo sentido
a una única dirección
y tú te quedas siendo la estación
donde solo duermen vagabundos abandonados
(las partes de tí que dejaste de lado)
o perros tristes
(todas las frases que no dijiste,
todas las cosas que no hiciste).
Y nadie quiere que cierren la estación,
pero nadie llega a reparar los daños.
Te sientas fuera, en el balcón.
Te fumas el último cigarro.
Y te vas a dormir,
sabiendo que mañana
nada habrá cambiado.
Así hasta el día en que tengas que morir.
Nadie repara nada si no está enamorado.
¿Y tú? ¿Cuando te repararás a tí?
¿Porqué otra mano sigues esprando?
¿Qur tanto haces que no te estás cuidando?
¿Qué tanto esperas? ¿A quien?
Eres tú, siempre has sido tú.
