Capítulo 5

8 2 0
                                    

Me encontraba en casa con mi hermano menor. Él veía vídeos en YouTube mientras yo pensaba en qué le diría a Amber. No la podía dejar en visto por tanto tiempo o el mínimo vestigio de interés que tenía por mí se iba a esfumar como polvo en aspiradora. Escribía y borraba mensajes sin saber qué responder. No sabía qué decirle.

De pronto un mensaje llamó mi atención.

Britney: Hoy en la tarde iremos a comprar ropa. 👕👖👙.

Maicol: No lo sé, tengo que revisar mi agenda a ver si tengo tiempo para ti 😎.

Britney: 😓 muy gracioso.

Maicol: 😂.

Britney: 😑 *le da con un sartén* 🍳

Maicol: *Se esquiva y le lanza un calcetín apestoso* 🧦

Britney: *Se muere.

Sonreí divertido.

— ¿Por qué tienes esa cara de enamorado? —preguntó Miguel sorprendiéndome. Creía que estaba entretenido viendo vídeos en el celular.

— ¿Qué sabes tú de amor, renacuajo? —pregunté reprimiendo una sonrisa.

—He visto novelas y series y la gente que pone esa cara está enamorada.

Puse los ojos en blanco —Sólo eso me faltaba, que un niño me hable de amor.

Me puse de pie para ir a mi cuarto cuando me habló de nuevo.

—Dice mi papá que te toca preparar el almuerzo.

Me paré en seco y en un movimiento lento me di la vuelta.

—¡Si yo no sé cocinar! —exclamé indignado.

Él se encogió de hombros y siguió en lo que estaba.

De inmediato llamé a mi papá por teléfono pero no contestó. Intenté con mi hermano y dio apagado.

Frustrado fui a la cocina y me lamenté por no saber cocinar. ¿En qué estaba pensando mi papá cuando me encargó el almuerzo?

En eso me llegó otro mensaje de Britney y se me ocurrió una idea.

Maicol: ¿Sabes cocinar?

Britney: Sí, ¿por?

Maicol: Necesito tu ayuda.

De inmediato me entró una llamada suya.

— ¿Qué clase de ayuda? —preguntó desconfiada.

—Digamos que me dejaron encargado a mi hermano menor y lo tengo que alimentar.

— ¿No puedes pedir pizza como los adolescentes normales?

—Ese es el punto, Miguel no puede comer nada que contenga harina.

—Entiendo.

Por un segundo se produjo un silencio hasta que habló de nuevo.

—Dime tu dirección y en unos minutos estoy ahí.

Sonreí feliz.

Veinte minutos después tocaron el timbre.

Era Britney. Antes de darme tiempo a hablar espetó.

—Me debes una y créeme que ya sé cómo te la voy a cobrar.

—Hola a ti también. —fingí cortesía y cerré la puerta.

— ¡Ay, quién es esta preciosura! —chilló al ver a mi hermano y le estrujó el cabello que de por sí ya tenía revuelto.

El taller de los imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora