Capitulo 18

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Terminó la semana, se fue el sábado, llegó el domingo y  Amber no respondió el mensaje que con tanta sinceridad le había enviado. De más está decir que estaba desilusionado. Por un momento pensé que por fin íbamos a ser sinceros, yo lo fui con ella y me pagó castigándome con el látigo de la indiferencia. Por mucho que le diera vueltas al asunto no la entendía. Amber era la persona más complicada que conocía. Un día me trataba bien y creía que estábamos bien y al otro sucedía todo lo contrario. Ni siquiera me había respondido el mensaje con uno de sus monosílabos al estilo ´´ok´´.

La que sí me escribió temprano en la mañana fue Britney. Quería que quedáramos en su casa para hablar de la última etapa del plan. De solo imaginar que nos veríamos de nuevo me ruboricé recordando lo que habíamos hecho en el instituto. El vídeo había pasado de celular en celular y cada uno de los estudiantes y supongo que profesores lo había visto. De milagro no nos habían expulsado por una semana. Los días que le siguieron a lo del vídeo, los memes y demás fueron una tortura. Al pasar por los pasillos todos me observaban y reían. Algunas chicas hasta me miraban hacia la entrepierna. La situación en si era muy incómoda.

En algo sí tenía razón Britney, la atención de todos estaba en nosotros, aunque no dejaba de sentirme incómodo y desilusionado a partes iguales con Britney y con la sociedad estudiantil que era movida por el chisme y la burla. Lo bueno fue que llegó el fin de semana, pensaba que con suerte en esos dos días iban a olvidar lo ocurrido y quizás pasarían página.

Después de desayunar y hacer un poco de ejercicio con la rutina que me había indicado Bernard tomé la bicicleta y me dirigí hacia la casa de Britney. Últimamente iba  a todos lados en bicicleta. Le estaba tomando el gusto a lo de hacer ejercicio, por un lado porque era saludable y reconfortante sentir el aire puro y por otro porque me llevaba a una de las mejores etapas de mi niñez. Mi padre estaba muy feliz por ello y me dijo que por fin estaba perdiendo la palidez de mi piel para adoptar un bronceado más varonil. Según él ese siempre debía ser mi color.

Cuando llegué a la casa de Britney me alegró ver a su abuela bien de salud.

—Jorge, ¿por qué demoraste tanto? —Me dijo con una sonrisa ladina al abrir la puerta.

—No, señora, soy Maicol, el amigo de su nieta.

—¿Nieta?, no, Jorge, no tengo nietos —soltó una carcajada y añadió—. Siempre tan bromista. Pasa, tenemos tiempo de estar solos antes de que mis padres lleguen.

Subió y bajó las cejas y se acercó peligrosamente. Di dos pasos hacia atrás asustado.

—Britney —grité elevando la voz hacia su habitación—. Tu abuela me quiere violar.

Por fin apareció la chica reprimiendo una sonrisa. —Abuela, deja en paz a Maic.

La anciana por fin reaccionó y sonrió mostrando sus dientes postizos.

—Oh, Maicol, cuanto tiempo. Creí que habías cortado con mi nieta.

—Me alegra que esté de vuelta —afirmé—. Quería haber venido antes, pero no se dio la oportunidad. —Miré a la chica involuntariamente.

Britney se aclaró la garganta con evidente incomodidad y murmuró:

—Vamos a mi habitación.

Me despedí de su abuela y subimos por las escaleras. Se me hizo un poco raro estar de vuelta en aquella habitación. Sentía como si ya no fuéramos los mismos que comenzaron el plan semanas atrás.

Todo continuaba igual, menos el pizarrón de la pared. Este tenía una palabra escrita. ´´Transformación´´

—Como sabes nuestro maravilloso plan está llegando a su final —empezó a decir en cuanto me senté—. Sé que es un poco triste pero todo lo que inicia tiene que terminar. Es hora de iniciar la transformación. Mañana tenemos mucho trabajo que hacer.

El taller de los imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora