En la mañana al levantarme fui directo a desayunar. Mi estómago y sobre todo mi garganta me pedían a gritos comer y tomar algo frío.
Al bajar me encontré a Miguel, veía dibujos animados tranquilamente. Me acerqué a él y al escuchar unas voces en la cocina me dirigí hacia ella. Maikel estaba preparando unas tostadas mientras Linda disfrutaba de su desayuno en la isla de la cocina.
—Dame una. —le pedí a Maikel y me lanzó la que tenía preparada para él con mala cara.
Rápidamente le di un mordisco y me serví un poco de zumo de naranja de la nevera.
—Buenos días para ti también, hermanito.
—Oye, ¿en qué momento te hiciste ese cambio de look?, te queda fenomenal.
Me guiñó un ojo linda y forcé una sonrisa. La verdad es que no me apetecía hablar demasiado.
Mientras masticaba un trozo de tostada todo lo ocurrido la noche anterior apareció en mi mente de golpe. No entendía nada. No sabía si estaba bien con Britney o si Amber y yo habíamos avanzado en algo. Estaba confundido, los malos habían pasado a ser buenos en muy poco tiempo y a ese punto no sabía a quién odiar.
—Oye, ¿no le vas a preguntar a Linda por tu sobrino? —soltó mi hermano dándome una mirada de indignación—. Menudo tío estás hecho, Miguel hasta le cantó esta mañana.
Miré a Linda haciendo una mueca de arrepentimiento. Si supieran todo lo que tenía en la cabeza no me juzgarían, se apiadarían de mí.
—Lo siento, Linda, últimamente estoy un poco distraído. Muchas cosas están pasando demasiado rápido y no estoy acostumbrado a eso.
—Bienvenido a la adolescencia. —canturreó la chica—. Eso es solo el comienzo.
—Pero dime. ¿Por qué tienes esa cara?
—¿Qué cara?
—Tienes cara de haber follado.
Suspiré cansado y dejé a un lado el vaso de zumo para hablar. —Te seré sincero. Tuve una noche muy loca. Fui a una fiesta con una chica muy hermosa, bailamos y terminamos teniendo sexo en las piscinas del insti. Luego me metí en una pelea, casi me matan. Terminé la noche yendo a las tres de la mañana, con el amor de mi vida y dos amigos, en un auto a un mirador que queda al sur de la ciudad. Fue increíble.
Linda casi se ahogó con lo que estaba comiendo. En cambio mi hermano me miró serio por unos segundos, pero luego, como imaginé, soltó una carcajada. Me reí también, pero de él por creerme incapaz de hacer todo eso.
—Casi te creí, ya quisieras. —dijo Maikel riendo.
—Si e, hubiera sido una anécdota digna de contar a mis futuros nietos.
—Tarde o temprano te pasarán esas cosas, ya verás. —aseguró no muy convencido
—¿Bueno y como va todo? ¿Ya saben qué va a ser? —cambié de tema disfrutando de su inocencia. Le acababa de contar todo y no me había creído una sola palabra.
—Maikel y yo queremos que sea sorpresa —aseguró Linda dándole una miradita de admiración a su novio—. Al final lo que sea lo vamos a querer igual.
—¿Que Maikel dijo eso? —enarqué una ceja y el aludido fingió que no nos escuchaba.
—La tía Berta vendrá unos días cuando el bebé nazca, me lo dijo ayer. —Cambió de tema descaradamente.
—Eso no es justo. ¿Por qué no me llama a mí?, la extraño.
—Extrañas su comida, eso está más que claro.
ESTÁS LEYENDO
El taller de los imperfectos
RomanceMaicol es un bicho raro, un invisible, un marginado, como lo quieran llamar, pero su realidad cambia cuando a su mesa llega una chica rara con nombre de cantante, desde ese momento su vida da un giro de 180 grados y se ve en situaciones que jamás im...