Capitulo 20

3 1 0
                                    

A veces es bueno probar cosas nuevas. Nunca pensé que me vería involucrado en la creación de una fiesta y jamás de los jamases imaginé que me podría llegar a gustar hacerlo. Los días pasaron, días raros, grises y solitarios. Días en los que apenas notaba el pasar del tiempo. Sentía como si el calendario fuera un árbol en otoño y los días  hojas que caían lentamente. Hasta que de pronto el gran día llegó. El árbol se quedó desnudo y fue abrazado por el invierno. O eso fue lo que sentí, como si al terminar la semana me hubieran quitado una venda de los ojos. Por fin noté lo que estaba ocurriendo en mi mundo. Estaba como al principio, me sentía un invisible de nuevo, el mismo incomprendido de  siempre. La fiesta era al otro día y Britney me estaba esperando para ir de compras. Según ella teníamos muchas cosas por hacer. Aún no nos habíamos visto desde la última vez que había estado en su casa. Tampoco había visto a Amber. Leandro si me había escrito pero lo había dejado en visto. Estuve huyendo de todos con la excusa de que estaba ocupado con lo de la fiesta con Ernesto. Ese último, para mi sorpresa, actuó como si no nos odiáramos. Después de crear una lista de todo lo que necesitaríamos fuimos con la secretaria del insti, nos dio el presupuesto y nos fuimos de compras. Al final logramos resolver todos los detalles antes del gran día. Gracias a todo eso logré terminar esos días sin pensar demasiado en todo lo ocurrido.

Era una de esas tardes lluviosas, esperaba a Britney en el parque con un paraguas negro, melancólico, lo sé. Estaba a punto de marcharme cuando la vi. Venía corriendo y saltando charcos con su sombrilla verde, parecía una niña pequeña. Un pensamiento fugaz pasó por mi mente y negué mentalmente. Era una locura. Decidí ignorarlo y sonreí.

—Siento haberte hecho esperar —dijo ella en cuanto llegó—. Tuve un pequeño percance con la lluvia. Mi abuela que se cree adolescente se quería bañar en el aguacero.

—A veces pienso que todo sería más fácil sí todos fuéramos como tu abuela —murmuré—. Ella vive en su propio mundo. Disfruta de sus realidades y no deja de ser feliz.

—¿Qué te pasó en la cara? —Los ojos de Britney  me escanearon. Aún tenía unos moretones no tan visibles en algunas partes del cuerpo.

—Tengo muchas cosas que contarte —contesté—. Es mejor que vallamos a algún lugar a tomar algo y hablamos.

Fuimos a una cafetería que quedaba cerca del parque y hablamos. Le conté todo. Lo de Brandon y sus secuaces, lo de Leandro y Amber y por último la decisión que había tomado.

—…Por eso no quiero seguir con el plan —afirmé—. Abrí los ojos, Britney, no tengo deseos de seguir jugando a que soy uno de ellos porque no lo soy. A este punto me alegro de no serlo. Estábamos equivocados, nosotros no tenemos que cambiar nada, son ellos los que lo tienen que hacer. Se creen que pueden jugar con nuestros sentimientos sin sufrir ninguna consecuencia.

El ceño de Britney estaba fruncido y tomó mi mano antes de hablar con decisión.

—Sé que estás dolido, yo también lo estaría, pero ahora más que nunca debemos demostrarles que podemos ser incluso mejores que ellos. Antes hacías todo esto por Amber y ese era el problema. Tienes que hacerlo por ti. Te mereces un cambio, uno muy bueno.

—No lo sé. —desvié la mirada.

—Mírame, Maic, tenemos que hacerlo y lo sabes. No tengas miedo, estaré ahí contigo. Me dijiste al principio que no te gustaba lo que veías cuando te mirabas al espejo, tenemos que cambiar eso. Con respecto a Brandon y Amber, los dos se merecen, son tal para cual.

Con esas palabras se activó nuestro plan y fue así como al día siguiente nos bajamos de un taxi en frente de la fiesta que Ernesto y yo con tanto esmero habíamos creado. Entramos como debía ser, de la mano, y sucedió lo que esperábamos, las miradas de todos se cernieron en nosotros. Miradas de sorpresa, expresiones de asombro, fotos, murmullos y silbidos, muchos silbidos. Éramos los putos amos de aquella fiesta, el ejemplo a seguir de los invisibles, el orgullo de los raritos y la causa de asombro de los populares.

El taller de los imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora