—¡Qué! —exclamé horrorizado al escuchar la siguiente etapa del plan de Britney. Se suponía que nos debíamos de desnudar para que en una posición comprometedora, una de las personas más chismosa del instituto nos atrapara infraganti y luego, como un efecto dominó, se esparciera el chisme de boca en boca por todos lados.
Nos encontrábamos en el instituto en el turno de educación física. El entrenador Potter nos había ordenado darle veinte vueltas al estadio de futbol. La mayoría iba caminando ignorando el ruido de su silbato. Sabíamos de sobra que ninguno de nosotros podía correr tanto. El entrenador solo nos quería mantener ocupados para chatear con alguien sin ser interrumpido.
—¿Qué tiene de malo? —preguntó Britney—. No seremos ni los primeros ni los últimos que han sido atrapados follando en este lugar.
—Estás loca…
Se adelantó y comenzó a caminar de espaldas. —Venga, Maicol, no es para tanto. Si quieres me pongo una falda y no se verá tu amiguito. Lo prometo.
—Ni en sueños me voy a desnudar frente a todos... —musité colorado al imaginar la escena.
—¡CHICOS, MUEVAN ESOS CULOS, PARECEN SEÑORITAS! —el grito del entrenador nos asustó. Traía un megáfono y hacía un ruido irritante cuando lo movía.
—Olvidó que en la clase también hay chicas… —masculló Britney poniendo los ojos en blanco.
—Parece que el sistema patrial… —no terminé la frase. Algo impactó contra mi rostro con tanta fuerza que caí sentado sin entender qué acababa de suceder. Miré a mi alrededor confundido hasta que lo vi rebotando a un metro de mí, era un balón de futbol, me habían lanzado un puto balón de futbol.
—¿Estás bien? —preguntó ella de inmediato. Los demás se reían abiertamente.
—¿Quién carajos…? —dije sobando mi cara pero vi al causante de mi dolor y espeté—. Serás idiota.
Me puse de pie como un muelle. Había sido Ernesto. Caminaba en mi dirección con cara de yo no fui.
—Disculpa, Maicol, fue sin querer… —su tono de voz decía lo contrario.
—¡Sin querer una mierda! ¿Aún no superas que Britney pasara página?
—Ja, serás ingenuo, todos te engañan en tus narices y ni cuenta te das. —diciendo esto Britney y él intercambiaron una mirada y sentí que me estaba perdiendo de algo.
—¿De qué habla este estúpido, Britney?
Ella continuó en silencio. El que habló de nuevo fue él.
—Te equivocas, no hablo solo de esta golfa, sino de los amiguitos que te rodean. Te lo dejo ahí.
—¡QUÉ CREEN QUE HACEN! —gritó el entrenador y nos tuvimos que tapar los oídos. Estaba encima de nosotros y nos gritaba con su megáfono insoportable en nuestros oídos—. ¡A CORRER HE DICHO!
Los tres echamos a correr y por alguna razón que desconocida, Britney no me volvió a hablar en lo que quedó de clase. Lo peor fue que sentía que había algo de veracidad en lo que acababa de decir Enrnesto. Sus palabras me estaban afectando, aunque eso era lo que él quería.
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Después de clases me encerré en mi habitación y me puse a ver una serie de Neflix. Antes de la llegada de Britney a mi vida ese era uno de mis pasatiempos favoritos. Me metía en mi cama con algo de comer y pasaba horas disfrutando de mi soledad. En cambio sentía que en ese momento algo había cambiado. Me distraía con cualquier cosa y no lograba concentrarme en la trama de la serie. Algo había cambiado en mi mundo y no se sentía para nada bien intentar ser el de antes. La misma soledad que me había acompañado por tanto tiempo se estaba poniendo en mi contra exigiendo un poco de compañía.
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El taller de los imperfectos
RomanceMaicol es un bicho raro, un invisible, un marginado, como lo quieran llamar, pero su realidad cambia cuando a su mesa llega una chica rara con nombre de cantante, desde ese momento su vida da un giro de 180 grados y se ve en situaciones que jamás im...