Capítulo 8

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Estaba en la sala de espera en el hospital. Hacía unos minutos habían llamado a Britney y se había marchado con un doctor. Ya que era tarde decidí llamar a mi padre para que no estuviera preocupado.

—Dime, Maicol.

—Papá, estoy en el hospital...

— ¡Qué! ¿Qué tienes?

—Nada estoy con Britney que...

—¡Quién es Britney! —Separé el celular de mi oído un poco para no quedar sordo con sus gritos.

Me puse la mano en la cara frustrado cuando escuché a mi hermano menor decir que Britney era mi novia.

—No le hagas caso a Miguel. Britney es mi amiga, ya te lo dije, y no, no está enferma. Su abuela está siendo atendida.

—¿Pero está bien ya?

—No lo sé, la están observando ahora.

—Entiendo, ¿te voy a buscar?

—No, bueno sí. No sé, en un rato cuando hable con Britney te digo.

—Está bien —se produjo un silencio y creí que iba a colgar pero añadió—. Me asustaste, creí que te había sucedido algo.

Sonreí. —Lo siento.

Colgué y volteé la vista. Ya el médico se había ido de la sala así que me levanté y di unos golpecitos en la puerta. Britney levantó la vista y me indicó que avanzara. Lo hice hasta llegar a su lado. Su abuela estaba dormida. Tenía oxígeno puesto y unos aparatos conectados a su cuerpo.

Fue Britney la que rompió el silencio. —Dicen los médicos que puede que no aguante otro ataque como este... —su voz se quebró y apretó los puños mientras la observaba con los ojos aguados.

—Lo siento —dije con sinceridad—. No te puedo asegurar que tu abuela va a estar bien porque como verás no soy médico, ni vidente, ni nada. Soy un simple adolescente con pocos conocimientos médicos. Mi única virtud, o desdicha, es que a mi corta edad he vivido demasiado. He sufrido tanto como una persona de 50 años. Por eso sé que suceda lo que suceda tu abuela va a continuar siendo tu abuela. Sólo te queda esto, acompañarla en todo momento, consentirla, hacerla reír, hacerle entender que es una persona muy importante para ti. Lo demás no importa ahora, sólo ella.

Tras asentir secándose una lágrima escurridiza regresó la vista hacia ella y tomó su mano entre las suyas.

Entonces con una voz temblorosa dijo. —No sé qué va a ser de mí cuando ella no esté...

Mientras la observaba me vi a mí años atrás. Aún me era difícil entrar a un hospital, no dejaba de pensar en mi madre agonizando en una cama como aquella, en su piel amarilla y su falta de cabello a causa de las radiaciones y sueros. Quise asegurarle que todo iba a pasar, que tarde o temprano el dolor se iría, que llegaría un momento en el que recordaría a su abuela como una de las cosas más bonitas que le habían sucedido en la vida, pero por alguna razón no se lo dije, porque si lo hacía le iba a mentir. Muchos me dijeron eso y no fue así. Aún recordaba a mi madre y el pecho se me contraía al hacerlo. Aún a mi mente llegaba ese último momento en el que me sentí impotente, en el que supe que no somos nada en este mundo.

##

Dos días pasaron desde que vi por última vez a Britney en el hospital. En casa las cosas no estaban muy bien que digamos y me pasaba los días de un lado para otro desmotivado. Mi abuela había vuelto a demandar a mi padre para exigirle la custodia de Miguel y eso obviamente no era lo que nosotros queríamos. Lo peor de todo era ver a mi padre asustado por lo que pudiera suceder con mi hermanito.

El taller de los imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora