La Gran Loba Tália, Parte 1

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En un principio me costó abrir los ojos, por algún motivo la frazada estaba muy cálida, sentía como si estuviera tapado, pero no recordaba haberlo hecho. Alguien lo había hecho...

Aun con los ojos cerrados, delibere en mi cabeza que iba a hacer. Estaba claro que quien me había tapado, fue Tália ¿Pero por qué? No es lógico que, si te despiertas en un lugar desconocido con alguien al lado, lo tapes sin más. Mas lógico sería por lo menos, despertarlo y preguntar como llegaste ahí.

Pero igual tampoco me libraba de culpa, quiera o no traje a una joven inconsciente a mi tren. No me dejaba en buen lugar. Seguramente deba dar muchas explicaciones luego...

Con eso en mente, me armé de valor y me dispuse a abrir lentamente mis ojos. Poco a poco, a medida que iba abriéndolos, vi un par de grandes ojos carmesíes mirándome directamente a la cara.

Quise hablar, decir algo, pero las palabras no salían de mi boca. Estaba atónito por su cara. Ella tenía toda la cara magullada y con moretones. A pesar de eso intentaba mostrarme una pequeña sonrisa, quizás para no incomodarme.

De la misma forma yo le devolví la sonrisa. Al ver mi sonrisa ella pareció relajarse un poco, animándose a hablar en el proceso.

— ¿Quién eres? — Preguntó algo confundida

— Me llamo Bullet ¿Tú... eres? — Ya sabía su nombre, solo quería que se presentara.

— Tália... es un placer Bullet. — Respondió, pareciendo relajarse un poco luego de saber mi nombre

— El placer es todo mío, señorita Tália — Dije con una sonrisa, intentando sonar confiado — ¿Sabes dónde te encuentras o que fue lo que sucedió?

Luego de mi pregunta ella desvió un poco la mirada de mí, tal vez recordando que fue lo que sucedió. Pasados unos momentos estremeció su cara.

— Asumo que sí lo recuerdas o al menos, recuerdas algo. — Asumí al ver su cara.

— Todo está bastante confuso diría yo... - Confesó, llevándose la mano a la frente — Había entregado una locomotora y me estaba yendo... — Se esforzó un poco más — Luego recuerdo que me agarraron y me tiraron al suelo mientras me insultaban... Luego todo fue...

Ella intentó seguir recordando, pero no quería presionarla, recordar ese tipo de cosas por la fuerza no es bueno. Además, ya sabía que fue lo que paso, era igual que con su nombre, preguntaba para ayudarla a recordar y romper el hielo.

— No te presiones, no ganaras nada ahora con saber qué fue lo que sucedió — Le pedí, moviendo mis manos en señal para que se detuviera.

Ella miro mi cara y mis manos he hizo un pequeño gesto que no logré distinguir.

— Asumo que fuiste tú quien se puso a pelear con esos tipos ¿no? — Apuntó con su dedo mi ojo.

— Si... — Suspire al recordarlo — Te pido disculpas por no llegar a tiempo o darme cuenta antes — Dije, señalando su pierna.

— ¿Mi pierna? ¿Qué tiene mi pierna? — Dijo preocupada mientras se levantaba el pantalón hasta la rodilla.

En cuanto se levantó el pantalón lo vi, un gran hematoma violeta en la zona de la pantorrilla, uno más que se sumaba a la lista...

La razón por la que ella cojeaba en la estación, o al menos cuando la vi cojear se debe a que esta no es la primera vez que le pegan. Seguramente le hayan pegado antes y le dejaron seriamente lastimada la pierna, de ahí el hematoma.

¡Malditos lupinos! Solo podía maldecirlos, cada hematoma de Tália era un nuevo insulto que se ganaban...

— Tália déjate un momento el pantalón levantado, voy a ver si encuentro algo para ponerte ahí — Le indique, a la vez que me levantaba.

La Loba y El MaquinistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora