"¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!" Cuando le fui a indicar a Tália que intentara conectar de nuevo esa frecuencia, se oyeron una serie de fuertes golpes contra las paredes de la estación seguido de varios temblores y pedazos de material cayendo de los techos y paredes.
"¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!" Antes de que pudiera reaccionar, otra serie de golpes resonaron en toda la estación."¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!" Sea lo que sea que estuviera provocando esos golpes debía ser enorme, tanto como lo era Edelweiss.
Cuando miré a Tália, ella tenía la cola completamente esponjada y ambas orejas en alerta mientras miraba en todas las direcciones asustada.
— ¡¡¡Tália, ve a por el rifle!!! ¡¡¡Ahora!!! — Le grité a la vez que desenfundaba mi pistola.
— Doy gracias a que la agarré luego de despertarte... — Agradecí mientras revisaba la recamara y el cargador.
Sin dudar casi en lo que le dije, Tália atravesó corriendo la carbonera y entró casi llevándose la puerta del vagón dormitorio por delante.
En tanto ella buscaba el rifle, intenté con más ganas hacer mover a Edelweiss. Abrí por completo las válvulas de la caldera y moví varías veces el inversor de potencia...
"¡Clack...Clack! ¡Clack...Clack!" Tiré con fuerza del inversor, rogando que funcionara...
¡Ahora si no iba a escatimar en vapor! En cuanto los medidores de vapor de los pistones estuvieron parcialmente llenos, solté completamente el freno y redirigí toda la potencia al frente.
"¡¡¡Puffffffffffffff!!!..." El poco vapor que no llegaba a los pistones se escapaba en densas y mortales nubes blancas desde los lados de Edelweiss.
"¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!" Otra serie de golpes contra las paredes. Cuando miré en la dirección de los golpes vi a varios grupos de operarios armados con armas toscas junto con un muy pequeño grupo de soldados vestidos de blanco, ambos grupos estaban empujando cajas, carretas, todo lo que encontraban con tal de reforzar los lugares de impacto.
"¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!" Cuando parpadeé otra sucesión de golpes azotó la estación, haciendo volar los supuestos "refuerzos" de las paredes y tirando al piso a parte del grupo de operarios y soldados.
"¡¡¡Puffffffffffffff!!!..." Edelweiss aún no se movía, seguía estancada en el andén soltando vapor en un intento de moverse... "¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!" Los golpes se estaban volviendo más continuos y poco a poco la pared iba cediendo pedazo a pedazo...
Tália aún no había vuelto, seguía rebuscando dentro del vagón dormitorio.
Estaba más preocupado por ella que por los golpes en las paredes, sabía que ella iba a estar bien, pero si lo que sea que estuviera golpeando las paredes fueran los Gran Colmillo y lograban tirar la pared abajo, dudaba siquiera que el simple vagón dormitorio pudiera resistir un golpe...
Los pedazos de pared seguían cayendo con cada golpe que recibían. En un momento un pedazo lo suficientemente grande cedió, dejando entrar unas garras negras enormes que atraparon a un pobre operario que empujaba una caja, partiéndolo a la mitad en el proceso y dejando un reguero de sangre en el piso y sus compañeros de alrededor.
Cuando lo vi me di cuenta, esas garras eran casi iguales a las que mataron mi abuelo. No quedaba duda, del otro lado de las paredes había por lo menos un Gran Colmillo. No quería recordar en este momento como fue que murió mi abuelo, si lo hacía y me centraba en ello, perdería la poca agiles mental que me quedaba para actuar, pero ver al operario siendo separado de su torso y como la sangre corría por sus restos no me hacían más que recordarme el suceso. Tanto así que por momentos me comenzaba a bloquear, mis manos temblaban y mis ojos lagrimeaban del miedo, no tenía fuerza casi para mover los frenos, menos para hacer avanzar a Edelweiss...
"¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!" La pared comenzó a ceder casi en su totalidad, apenas una serie de vigas, restos de ladrillo y hormigón separaban el infierno frio del exterior con el caos igual de infernal de la estación.
— El siguiente golpe va a tirar abajo la pared — Temí al ver aquella bestia blanca asomar su gran mandíbula ensangrentada entre los grandes espacios de la pared.
— ¡¡¡Bullet volví, tengo el rifle!!! — Entró gritando Tália mientras abrazaba con fuerza el rifle — ¿¡Que quieres que haga?!
Con desesperanza, la miré a ella y luego hacia la ruinosa pared donde asomaba el Gran Colmillo. Nos quedaban pocas opciones, y morir no era una que quisiera tomar.
— Bien... — Tragué saliva y miré a Tália — Tú sigue intentando que Edelweiss se mueva, y yo tomare el rifle, si esa cosa logra atravesar el muro, te daré tiempo disparándole.
— Pero... — Dudó por un momento — Bien... ¡Bien, lo haré! ¡La pondré en marcha, cúbreme! — Me dio el rifle y se puso en mi lugar agarrando las palancas de freno y potencia.
— A partir de aquí es intuición Tália — Abrí el cerrojo del arma y miré las balas — Cuando sientas que tienes suficiente vapor para moverla, suelta los frenos y tira del inversor de potencia con fuerza, si no funciona vuelve al punto cero he inténtalo de nuevo ¡¿Entendido?!
— ¡Si! — Asintió con miedo — Saco frenos si hay vapor y le doy potencia, si no funciona vuelvo a esperar.
— Lo tienes... — Le palmee la cabeza para tranquilizarla — Confió en ti para que nos saques de aquí, haz que valga la pena — Cerré el cerrojo y me apoye con el rifle sobre la ventanilla.
Cerré mis ojos unos instantes y respiré profundamente varías veces antes de volver a concentrarme.
— Tengo que ganar tiempo a como dé lugar... — Murmuré, concentrándome para ganar todo el tiempo que me fuera posible.
El tiempo... Quien diría que puede ser tan preciado en este momento... No aprendí desde la última vez con mi abuelo y ahora terminé en la misma situación que aquella vez... Por más que quiera volver al pasado y cambiarlo todo, el mismo hecho de la existencia del tiempo me lo impide, no puedo volver atrás, por más cosas que vea que me hagan desear volver, ya no es posible.
"¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!" ¡Así que defenderé mi presente, defenderé a Tália a como dé lugar!
"¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!...¡¡¡PUM!!!" El último golpe hizo volar los restos de ladrillo y hormigón de la pared. La bestia estaba a la vista, el Gran Colmillo nos estaba mirando con sus ojos inyectados en sangre, listo para darnos caza...
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La Loba y El Maquinista
RomanceUn huérfano sin nombre, perdido y atormentado por su pasado. Sus únicas posesiones, un tren, una pistola y... aquel maldito nombre... aquel que le dio su salvador cuando era niño y una maldición que le corrompe la mente a diario... Perdido y sin rum...