Una Loba en el Gremio Comercial

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Luego de salir de la posada, nos dirigimos rápidamente hacia la avenida principal.

Por suerte en las horas de la mañana, la avenida no estaba tan concurrida y muchas de las tiendas estaban cerradas, sus escaparates estaban vacíos y muchos de los puestos ambulantes apenas se estaban armando.

Parecía que habíamos salido en una buena hora para no ser molestados...

Cuando llegamos a la parada, esta estaba casi vacía, no había casi gente y seguramente los pocos que había, debían tener algún trabajo en el Gremio o cerca de él.

Por el momento Tália y yo nos sentamos en unos asientos a esperar el tranvía...

— Así que Tália dime... tú... — No podía pensar en nada, ningún tema de conversación.

Cuando dirigí mi mirada hacia Tália, ella estaba igual de pensativa que yo. Perdida en su mente mientras miraba hacia todos lados y a ningún punto en especifico...

— Asumo que somos dos — Levanté ambas cejas mientras suspiraba ante la situación.

Al final me quede mirando a mí alrededor en busca de algo interesante. Todo estaba realmente calmado, el viento fluía ligeramente dentro del canal que formaba la avenida gracias a los edificios a su alrededor, de vez en cuando alguna hoja me pasaba por enfrente, pero nada más.

El sol estaba saliendo, todo, incluso nosotros estábamos siendo bañados con su agradable luz y calor. La sensación de calidez era gratamente reconfortante en está fría mañana, generaba una sensación tan plena de comodidad que sería fácilmente posible quedarse dormido bajo este suave sol...

En uno de mis vaivenes con mi mirada termine posando mis ojos en Tália. Sorprendentemente ella había caído presa de las cálidas garras del sol, se había dormido sentada junto a mí.

Ella había apoyado su cabeza en mi hombro, no me había dado cuenta siquiera de eso. Yacía allí, plácidamente dormida, su suave respiración era prueba de ello. No sé qué estará soñando, pero debe de ser algo bonito porque su cola se movía muy ligeramente a mi lado. No parecía haber preocupaciones o miedo en sus sueños por suerte.

Me quede quieto viéndola dormir tranquilamente. Seguía nervioso por lo de antes, pero verla dormir por algún motivo me daba tranquilidad. Sentía como los fuerte latidos de mi corazón se calmaban al estar cerca de ella en este momento.

Cuando la observe más de cerca, parecía que ella se había arropado a sí misma en su pocho. Creo que ya se la razón por la que lo trajo. Sabía que se iba a quedar dormida seguramente, por eso lo trajo.

— Alguien no durmió anoche supongo... — Bostecé.

Me dieron ganas de dormir a mí también, pero me resistí, por más que quisiera no podía dormirme, quien sino vería cuando se acerque el tranvía, quien sino la cubriría a ella por si pasaba algo...

El tiempo pasaba lentamente. Incluso cuando vi al tranvía asomarse a lo lejos, parecía que nunca se acercaba, solo oía el ligero traqueteo y el sonido de su campana acercarse muy lentamente. Cuando llegó a la parada me encontré dudoso de si despertar a Tália, no quería sacarla de su sueño, lo que sea que estuviera soñando, ella estaba en paz, yo no quisiera que me sacaran de un momento así tampoco. Así que decidí recostar a Tália sobre mi hombro y subirla al tranvía.

Mientras subía le hice una seña al maquinista indicándole que dejaba a Tália en un asiento y ya le pagaba. El tranvía estaba vacío, todos los asientos estaban libre, así que por el momento dejé a Tália sentada en uno de los asientos del medio, contra la ventana y fui a pagarle al maquinista. Una vez le entregue un par de monedas de cobre, él retomo la marcha, yo por otro lado me fui a sentar al lado de Tália...

La Loba y El MaquinistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora