El Final de la Guerra... El Final de la Maldición, Parte 7

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"¡¡¡Clack!!!" "¡¡¡Clack!!!" Sin tiempo para pensar tiré de la palanca de freno, tirando de ella con toda la fuerza de mis brazos y piernas hasta que por fin... "¡Plack-Plack...!" "¡¡¡Quiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!" De golpe, pero con más preparación esta vez, las ruedas de Edelweiss se bloquearon bajo una nube de arena y chispas, comenzando a desacelerar poco a poco.

Con los frenos puestos era cuestión de tiempo que nos detuviéramos... y también que el ERENEOR venga en nuestra búsqueda debido al ruido del frenado, estamos entre montañas, es muy factible que nos escuchen y dudo siquiera que haya muchos trenes por esta zona... solo era cuestión de tiempo...

— ¡Bullet respóndeme por el amor a la Diosa! — Me pidió esta vez agarrándome del hombro y volteándome hacia ella — Dime... ¿Qué sucede...? Entras con una cara de preocupación y angustia nunca vistas, luego quieres frenar el tren, dime ¿Qué intentas lograr con todo esto?

— Tiene nombre... — Murmuré sin mirarla a los ojos — Se llama Fio y me pidió que los salvara...

— ¡¿Quién es Fio y a quienes tienes que salvar?! — Preguntó confundida y celosa.

— La Diosa se llama Fio y me pidió que salvara a los Colmillos — Le respondí intentando controlar mi necesidad de salir corriendo — Ahora que te respondí déjame ir, cada segundo que pasa queda menos tiempo para ellos...

Sin esperar a su respuesta evadí su agarré y salí corriendo nuevamente hacia donde estaba la Gran Colmillo.

Cada cosa que hacía para ayudarlos me hacía dudar más ¿Realmente estaba haciendo lo correcto? ¿Guiarme bajo un impulso y ayudar a quienes una vez me hicieron tanto daño a mí, solo bajo el pretexto de prolongar, aunque sea un poco la vida de este mundo? ¿No soy un hipócrita por haber tenido una actitud hostil hacia ellos y luego ayudarlos, luego del daño que yo también les causé?

— Aunque sea salvaré un par de vidas... — Sonreí y seguí corriendo atravesando sin cautela los vagones.

— ¡Bullet aguarda! — Me grito desde mi espalda Tália, intentando seguirme el paso — ¡Déjame ayudarte al menos!

— ¡Gracias, Tália... Gracias por todo lo que has hecho por mi hasta ahora! — Volteé mi cabeza hacia atrás mientras corría.

Una vez ambos llegamos hasta la puerta del vagón previo a donde estaba la Gran Colmillo, me volteé nuevamente y le advertí a Tália...

— Una vez pasemos esta puerta, mantente tranquila, no nos hará daño. Así que mantente calmada ¿Sí?

— Entendido... — Asintió casi sin entender a qué me refería.

Una vez atravesemos esta puerta solo quedará liberar a las crías y que ellos escapen... Tendré que pensar luego como salvar a Tália del problema en el que la estoy metiendo ahora. Al ERENOR no le va a gustar esto...

Antes de atravesar la puerta, le agarré la mano y ambos cruzamos hacia donde estaba la madre esperándonos.

En los primeros instantes en los que Tália vio a la Gran Colmillo recostada sobre los restos aún humeantes, casi da un salto del susto, tirándome hacia la puerta he intentado huir. Por mi parte le solté la mano y me acerqué a la Colmillo.

— Traje ayuda para sacar a tus crías de los vagones... — Le señalé y miré a Tália — ¡Vamos, acércate, que no muerde! — La animé mostrándole que no iba a atacar la Colmillo.

Sin emitir una sola palabra y confiando ciegamente en mí, avanzó de a pasitos, acercándose poco a poco hasta llegar a estar en frente mío. Curiosamente tenía las orejas en alerta máxima y su cola completamente esponjada.

La Loba y El MaquinistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora