El Comienzo del Fin

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Para cuando desperté me encontraba cómodamente acostado en mi cama, tapado con gruesas frazadas que me mantenían caliente frente al frio de la mañana. No me acordaba haberme acostado. Es más, recuerdo que era Tália quien estaba durmiendo en mi cama...

- ¿Qué hago... acostado en mi cama? ¿Dónde... está Tália?

Saqué mi cabeza de entre las frazadas y recorrí con mi mirada toda la habitación, pero no había rastro de ella. Solo pude ver cómo el vidrio de la ventana estaba completamente empañado, casi no entraba luz a través de él. Aun sin necesidad de moverme de la cama pude presentir que la niebla de ayer había vuelto.

Con bastante desgana me destapé de golpe y me levanté. El golpe de aire frio repentino me ayudo a despajarme y concentrarme. Curiosamente no estaba casi vestido, apenas tenía una camisa de mangas largas y las medias térmicas. Mis botas estaban colocadas a un lado de la cama y mi ropa estaba doblada cuidadosamente sobre ellas.

Algunas ideas vinieron a mi mente y en todas estaba Tália. Muy seguramente ella me haya acostado en mi cama y desvestido... Eso ultimo me incomoda muchísimo, pero es solo una hipótesis por el momento y espero que así se mantenga.

Mientras me terminaba de poner mi chaqueta de invierno me preguntaba qué andaba haciendo Tália...

— Espero que tenga todo pronto para salir, no creo que podamos desayunar en la posada — Pensé en voz alta mientras me terminaba de ajustar las botas.

Una vez finalicé, coloqué lo poco que tenía en mi mochila y me la cargué en la espalda, listo para salir de la habitación. Antes de salir me voltee para ver por última vez la habitación. No fue por mucho tiempo, pero disfruté bastante mi estadía. Pero todo tiene que acabar en esta vida lamentablemente... Ya mentalizado salí de la habitación con todas mis pertenecías.

Justo cuando abrí la puerta me encontré con Tália sentada frente a la puerta completamente abrigada con su pocho de bordados rojos, guantes femeninos, una bufanda roja y una gran mochila, diferente a la que vi ayer en su habitación.

Ella estaba intentando leer una carta.

— ¿Sigues intentando leer la Lengua Imperial, Tália? — Comenté irónicamente — ¿Necesitas ayuda con eso?

— La carta era para ti, la entregó la chica arpía ¿Lily se llama? — Respondió mientras me mostraba una vaga sonrisa y me ofrecía la carta.

— Correcto, Lily es su nombre... Y por lo que veo te despertaste bastante temprano ¿Nervios por el viaje? — Le ofrecí una mano para ayudarla a levantarse ella y su mochila.

—Bastante de hecho... — Bostezó con la boca abierta, dejando al descubierto toda su afilada dentadura  — Definitivamente no dormí bien, asumo que tampoco debí beberme la botella entera de hidromiel... — Dijo antes de eructar fuertemente.

— Pareces estar lista para el viaje, hasta has calentado tu cuerpo con alcohol, como toda una profesional en esto. — Sonreí y le hice una seña con la cabeza para que me siguiera.

Bajamos las escaleras con cuidado debido a nuestras mochilas para no chocarnos, luego de algunos golpes involuntarios contra las paredes, llegamos hasta el pasillo de la recepción y de ahí a la puerta para salir.

Antes de salir, aún con la mano en el pomo volteé mi cabeza hacía Tália.

— ¿Estás segura de que quieres ir conmigo? — Le miré seriamente antes de seguir — Aún estás a tiempo de desasistir te recuerdo.

— ¡De pocas cosas me arrepiento en mi vida y está no es una de ellas! — Me gritó con una sonrisa nerviosa y su cola moviéndose de un lado a otro rápidamente — ¡Así que abre esa puerta de una vez! — Me instó, empujándome.

La Loba y El MaquinistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora