Aún con el vago recuerdo de lo que había escrito ella en el anterior mensaje, me incliné para ver por la ventanilla.
La tormenta arrecia fuera de la cabina de Edelweiss. La espesa niebla y las fuertes ventiscas de nieve no me dejaban ver más allá de unos pocos metros fuera de las vías, pero, aun así podía distinguir gracias a la poca luz solar de la mañana que lograba atravesar la tormenta, las paredes rocosas de las montañas a los lados de la vía.
Por lo pronto aún no habíamos salido de las montañas y dudaba que lo hiciéramos, la fortaleza cerca de Ymir estaba rodeada por la misma cadena montañosa, que rodea la ciudad de Ymir.
No tenía la certeza, pero era casi seguro que el resto del viaje seguiría siendo entre las grandes paredes y acantilados de las montañas. Eso implicaba que los Colmillos nos podían emboscar en cualquier momento, podrían saltar desde una de las vertientes de las paredes y aterrizar sobre la cabina, aplastándonos en el proceso o incluso provocar una avalancha para detenernos, las opciones eran varias y la mayoría plausibles.
Con la inseguridad de lo que se escondía tras la densa bruma, dirigí mi atención al mensaje.
"Buenos días Bullet.
Hace unos momentos recibí el informe de la estación junto con tu mensaje. Por lo que puedo leer, los Gran Colmillos los alcanzaron antes de tiempo. No estaba dentro de nuestras predicciones que eso sucediera, los exploradores habían dicho que estaban a cuatrocientos kilómetros de ustedes... Ahora ya no se puede hacer nada...
De igual forma es bueno saber que lograron escapar con la carga antes de que la estación quedara completamente comprometida. Les recuerdo que es de suma importancia que logren llegar a la fortaleza y también te recuerdo a ti que, si por algún motivo quedan inmovilizados o los Gran Colmillos los alcanzan y no pueden escapar como lo hicieron antes, vuelen la caldera de su tren y maten a esas malditas crías...
Te confieso que en un principio pensé que solo iba a supervisar un envío más. Nunca pensé que tendría tanta presión de mis superiores para hacer que se cumpliera... Pero así es la cadena de mando, unos pocos hacen el trabajo de muchos, así es como funciona el mundo ¿No?
Les queda solo el último tramo ¡Esfuércense un poco más y traigan los vagones con las crías!"
— ¡Lo hace ver tan fácil! — Me quejé — Cómo si ella supiera lo que es ser perseguido por esas cosas... — Suspiré — Y hasta se pone a quejarse de sus superiores, al menos reconoce que ya nos queda poco...
Ahora la pregunta es ¿Cuándo nos vamos a volver a encontrar con los Gran Colmillos? Si recorrieron más de cuatrocientos kilómetros en tan poco tiempo, dudo que les cueste alcanzarnos ahora que están tan cerca. Pero algo que me seguía chocando ¿Cómo demonios hicieron para recorrer tanta distancia en cuestión de minutos?
El último mensaje de la Mayor Grant decía que estaban a cuatrocientos kilómetros, lo recibimos cómo mucho hace tres o cuatro horas y yo lo leí casi seguro, un rato después de recibirlo. Luego, dentro de un plazo de diez minutos, que fue lo que tardé en despertar a Tália y coordinar con ella para pasar el vapor de una caldera a la otra, los Gran Colmillo ya estaban afuera de la estación...
Para ayudarme a razonar me volví hacia mi asiento, desplegando la mesita plegable junto con varios papeles en blanco, un lápiz y un mapa de la zona de las montañas.
Rápidamente comencé a devorar el mapa minuciosamente con mi mirada y anotar números.
— Suponiendo que, entre el informe de los exploradores a sus superiores y de ellos hacia la Mayor Grant habrán tardado una hora... — Anoté — Y suponiendo que Grant haya tenido que cotejar y contrastar los múltiples informes rápidamente, habrá tardado media hora más... — Anoté el tiempo y los expuse en una ecuación.
ESTÁS LEYENDO
La Loba y El Maquinista
RomantizmUn huérfano sin nombre, perdido y atormentado por su pasado. Sus únicas posesiones, un tren, una pistola y... aquel maldito nombre... aquel que le dio su salvador cuando era niño y una maldición que le corrompe la mente a diario... Perdido y sin rum...