3 meses después Estados Unidos.
Lia
Me levanto con el sonido de la alarma, sudorosa, agitada y... ¿Húmeda?
Definitivamente, necesito un novio o mandanga de la buena, palabras de Flavia, no mías. Pero estarán de acuerdo en que necesito algo para dejar de soñar con esos ojos que llevan persiguiéndome desde aquella noche.
Cabello negro y desordenado, mentón desafiante, mirada oscura y perfectos abdominales sabor chocolate, su cuerpo, ¡Oh por dios! Los hombres comunes tienen cuerpo, pero los dioses del Olimpo como él, tienen un arma cargada de músculos y una dosis extra de sexapil, que puede ser usada como instrumento de tortura, para conseguir que cualquier mujer ceda gustosa a sus deseos.
Como dice Flavia con un diablo así, cualquier infierno me sirve.
Esta es la segunda vez que lo veo en mis sueños, aunque, en esta ocasión, a diferencia de la primera, sonreía.
Miro el pequeño reloj de la mesita y espero estar equivocada. Porque si esa es realmente la hora... ¡Madre mía! Con razón sonreía, hasta el caramelito sabe que llegaré tarde al trabajo.
Me levanto directo al baño y de camino escojo el primer conjunto que muestra algo de decencia, como para ir a trabajar un lunes en la mañana.
Disfruto del desayuno, aun en ropa interior y con el cabello húmedo, actuando como si tuviera todo el tiempo del mundo.
Realidad: estoy a solo unos minutos de llegar tarde.
Recojo algo del desastre que dejé en la cocina y pongo el bol del cereal junto al vaso de jugo en el fregadero. Tengo el tiempo justo para llegar temprano a la oficina, así que dejo los trastes para más tarde y termino de arreglarme.
El teléfono suena, en un gesto involuntario, descuelgo y lo pongo en altavoz.
—Hola amor mío, ¿Puedes pasar por mí? — es Flavia.
—No lo sé... ¿Por qué debería ir a recogerte? — contesto haciéndome la difícil.
—Mi auto sigue de baja por enfermedad.
— ¿Que no iba el mecánico a revisarlo este fin de semana? — cuestiono terminado de aplicar la base y sigo con el rímel.
— ¿Mecánico? ¿Quién? ¿Manuel? — se ríe— resulta ser que revisó todo, pero le faltó el auto.
—Ya— puntualizo terminando de delinear mis labios frente al espejo—entonces... tú coges, porque sabes que tienes a alguien que te recoge ¿no?
—Porfa, mira que si te demoras un minuto más estamos tarde.
—El café va por ti, sin demoras, te recojo en 15 minutos— cuelgo antes de escuchar su respuesta.
Miro el reloj, son las 7:30 y solo dispongo de media hora para recoger a Flavia y llegar al trabajo, sin recibir un regaño matutino.
Llego al lugar acordado y me hace señas una morena de risos perfectamente definidos, vistiendo una saya lápiz de color negra en combinación con una blusa de color rojo, escote de muerte y bolso Chanel. Esa es Flavia, hace alarde del bolso, intuyo qué es regalo de algún admirador, y lleva sendos vasos de café.
—Machiatto para ti y expreso para mí, ayer tuve una noche de locos.
—No lo dudo— respondo a secas.
— ¿Y esa seriedad?
—No lo sé, ¿Será porque alguien piensa que soy su uber personal?
—Venga ya ¡Ni que fuera la primera vez que me recoges!, a ver desembucha.
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¿En que lio me he metido? #PGP2024
AzioneMi nombre es Liana Watson, pero todos me dicen Lia, Lia de liar y no en el sentido más caliente de la palabra, sino del liar que es sinónimo de pescar problemas de gratis. Gracias a esa fama, me convertí en toda una maestra a la hora de encontrar c...