Capítulo 25 Parte I

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Alexander.

El incesante bep de los aparatos, fue el primer sonido que logré percibir, antes de poder abrir los ojos.

Si mis recuerdos son correctos, y el instinto no me traiciona, ahora mismo debo de estar en la zona destinada a tratar heridos. Lo más probable es que esta sea una de las habitaciones ubicadas en el subterráneo de la casa principal.

Me dolía cada músculo del cuerpo de solo tensarme y hacer el patético esfuerzo por incorporarme. No carecía de voluntad, pero he de reconocer que las fuerzas no me acompañaban en mis escasos esfuerzos.

Poco a poco mi anhelo se va acumulando en mi cabeza y pecho. La sensación es similar a la caída de la arena en el interior de un reloj, lenta constante y dolorosa.

La Bratva, mi hermano, la traición, tantas cosas por las que preocuparme, pero solo una es la que realmente. Encuentro la paz apenas cierro los ojos gracias a la risa de cierta chica de ojos grises y cabello rizado. ¿Estará preocupada? ¿Me estará buscando? Necesito saber cuánto tiempo estuve así y asegurarme que ella esté a salvo.

Sin embargo, mi precario y penoso estado es una limitante. Lo único que puedo hacer es esperar y esperar, a que mi cuerpo esté en mejores condiciones para realizar un segundo intento. Y es en esta tediosa espera cuando los últimos días pasan frente a mis ojos como si de una película se tratara.

Lia, nuestras pequeñas vacaciones en México, la visita sorpresa a su familia y... el desmadre que encontré apenas puse un pie en tierra. Resulta ser que debido a un imprevisto habían atrasado uno de los cargamentos más importantes, algo que me pareció sospechoso y más cuando recibí el informe de Shadow, en el cual se especificaba que había que ocuparse de él en menos de veinticuatro horas.

El plazo era tan absurdo que no tuve más remedio que hacer horas extras a fin de investigar bien la situación. Eso trajo como consecuencia un apretado horario que restringía considerablemente mis encuentros con Lia, en los últimos días nuestra relación se limitaba solo a unas pocas llamadas y mensajes de texto.

El día en cuestión llego dos noches después. Si no hubiera sido por la extraña circunstancia que rodeaba la cita, me atrevería a jurar que esta era una noche como cualquier otra. Noche en la que esperábamos recibir uno de los cargamentos más grandes del mes, que dicho sea de paso ya venía con un evidente retraso y anomalías cada vez más sospechosas,

Reconozco que fue un error subestimar a mis enemigos y más cuando no perdían el tiempo.

Llegué al muelle y nadie se extrañó cuando salí de mi coche caminando directo al lugar donde pronto cerraríamos la transacción, ya que era una costumbre que había mantenido a lo largo de los años. Me gustaba hacer acto de presencia en los envíos, al menos una vez al mes ya fueran grandes o pequeños. Siempre llevo los negocios al dedillo, así que rectifico los detalles del embarque y algún que otro ajuste logístico, velando porque todo salga de acuerdo a lo planeado.

Si bien no hay muchas cosas dignas de alabanza con respecto a Uriel Ivanov, cabe resaltar una de sus ideologías a la hora de liderar la organización. La cual básicamente afirmaba que no se espera mucho de un líder que se sienta a dar órdenes frente a un buró, cuando no tiene ni puta idea de cómo se realiza en detalles el trabajo de campo, y concuerdo con ello.

Sin embargo, algo que nunca me espere esa noche fue recibir un disparo a traición por parte de uno de mis hombres. Estuve a tan solo escasos segundos y una imprecisión de último minuto, de convertirme en hombre muerto.

Lo que me lleva a pensar que alguien tuvo que haberse acordado de mi patética existencia. La buena noticia es que no tuve que esperar demasiado para saber quién era ese alguien, porque recién acaba de hacer entrada a la habitación.

¿En que lio me he metido? #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora