Lia.
Definitivamente, necesitaba descansar y la simple forma en que mi cuerpo reacciona a la cálida brisa californiana así me lo demuestra. Pago el taxi y el hombre coloca amablemente mis maletas frente a la puerta.
Toco el timbre y no pasa ni siquiera un minuto antes que se abra la puerta de par en par, revelando una enorme figura que se abalanza en mi dirección casi de inmediato.
— ¡Liaaaaa! – chillan demasiado cerca de mi oído y me retuerzo en respuesta— ¿Cómo está la futura mamá?
Acto seguido mi bolso cae al suelo con un ruidoso estruendo. Un demoledor abrazo se cierne sobre estrechando más y más. Lo más gracioso de todo esto es que no hay mucho que pueda hacer para evitarlo.
— ¿Lia llegó? — pregunta mi madre desde el interior, pero soy incapaz de responder. No he podido pasar más allá del porche estando prisionera en los brazos de Maxi.
Entonces mi gemelo se vuelve en dirección a la voz de nuestra madre y grita.
— ¡Acaba de llegar la chica que nos sacará de la pobreza mamá! — añade en son de burla— sí que no perdiste el tiempo hermanita.
Le doy un empujón con todas mis fuerzas, logrando liberarme de su agarre. Él hace un gesto como si estuviera adolorido, pero al final me abre paso y agarra mis maletas con un gesto teatral. Pongo los ojos en blanco y entro a casa en dirección a la sala donde me acomodo en el mullido sofá para descansar del largo viaje. Nada como el falso dolor de Max como para sentirme bienvenida en casa.
Necesitaba a mi familia, probar algo de normalidad y sobre todo olvidarme de la mafia por tan solo unas horas. Las últimas palabras de Natacha me habían afectado más de lo que quisiera admitir.
Pocas semanas después de la muerte de su muerte y la de Pedro, se habían desatado una serie de sucesos que solo terminaron en sangre y cobro de deudas. Se avizoraban los inicios de una descarnada guerra entre la Bratva y la Cosa Nostra. Una guerra que por el momento daba la apariencia de ser una tregua frágil y fácil de romper, debido a que aún seguían frescas las hostilidades.
Aun así, me las ingenie para convencer a mi amado de prometido de que me dejara venir a pasarme unos días con mi familia. Estoy segura de que él había percibido el cambio luego de mi primer asesinato. Aun si papá no era santo de mi devoción, muy en el fondo sabía que mi familia siempre sería mi refugio, uno que siempre estaría ahí para mí.
Max irrumpió en la sala distrayéndome de mis aterradores recuerdos. Entonces se sentó a mi lado y comenzó a hablarle a mi vientre. El bebé comenzó a retozar y eso no hizo más que motivar a Max quien ya comenzaba a emocionarse.
A los pocos minutos, mamá apareció secándose las manos en su delantal, entonces ella le dirigió una mirada llena de desaprobación mientras adoptaba esa entrañable postura que siempre usaba para regañarnos.
—Usted debería estar ayudando en la cocina— recrimino pellizcando una de sus orejas— entonces se puede saber ¿Qué estás haciendo aquí como un vago?
Max se levantó del sofá mientras yo lo observaba con una sonrisa burlona en los labios.
—¡Pero mamá yo llegué hace dos días, ni siquiera he tenido tiempo de broncearme con el sol de california y ya me quieres como esclavo!— protesto mi gemelo.
—Nada de protestas— le dedico una sonrisa y luego dejo un sonoro beso en su mejilla— Lia cariño que tal si te bañas y te refrescas, tu padre, Kevin y Scott llegarán para la cena.
Me levanté dándole un abrazo, agradecida y ella automáticamente dirigió su mano hacia mi vientre, acariciándolo.
—Mi primera nieta— su mirada rebosaba de ternura y admiración, entonces me besó en la mejilla— luego hablamos cariño, cuando no cunda el pánico debido a un potencial incendio en la cocina.
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¿En que lio me he metido? #PGP2024
ActionMi nombre es Liana Watson, pero todos me dicen Lia, Lia de liar y no en el sentido más caliente de la palabra, sino del liar que es sinónimo de pescar problemas de gratis. Gracias a esa fama, me convertí en toda una maestra a la hora de encontrar c...