Lia
El frío invierno comenzaba a presumir de sus mejores galas vistiendo las cumbres de un blanco impoluto, y amenazando con extender su dominio con una gélida ráfaga de aire. No puedo decir que la nieve sea algo que me cause desagrado, al contrario, de hecho, podría afirmar con toda certeza que mi amada ciudad es toda una fantasía en invierno, pero esto... esto que tengo ante mis ojos es el significado de la palabra belleza en una sola imagen.
Asombrada, no aparto la vista de la ventanilla, hasta que a lo lejos comienzo a divisar una construcción antigua, que en medio de aquel desolado paraje parece más bien un bastión en vez del tan esperado castillo.
— ¿Cuál es tu nombre?
—Vladímir— responde de mala gana.
— ¿A dónde me llevas? — pregunto empuñando el arma lista para disparar.
—A una fortaleza de máxima seguridad donde estarás a salvo por los próximos días.
No sé por qué no me extraña, que este tipo de respuesta venga de un personaje como el que tengo sentado al lado y que dicho sea de paso no ha levantado la vista de la tablet ni una sola vez desde que emprendimos en viaje.
— ¿A salvo de quién? — pregunto.
— De todos— arguye con cara de malestar estomacal.
Tal parece que este hombre no me soporta, pero poco me importa.
— ¿Eres tu parte de ese todo?
—No, de lo contrario no te hubiera dado un arma— sonríe con sorna.
— ¿Dónde está Alexander? ¿Por qué no vino él a recogerme?
—Eres demasiado ruidosa y haces muchas preguntas molestas, es una suerte que hayamos llegado— admite con fastidio, saliendo del auto.
Abre la puerta y asomo la cabeza con recelo antes de animarme a salir completamente.
El frío me cala hasta los huesos y una sensación de vacío se apodera de mí al ver una hermosa y lujosa casa enterrada en lo las profundo de las heladas montañas en medio de lo que parece ser un cuartel.
Qué extraña distribución, hasta la arquitectura es peculiar.
Rápidamente, subo los peldaños de la escalera para refugiarme en el calor que me ofrece el interior de la casa, porque el neandertal que tengo a mi lado ni siquiera se ha dignado a ofrecerme su abrigo. A duras penas, es y abre la puerta mostrándome el interior.
—Sabes... ser caballeroso, no te encoge los cojones.
—No, pero de seguro andar contigo sí.
—Gilipollas— murmuro cuando se aleja unos pasos por delante.
—Cuidado, preciosa, a menos que mañana quieras ser comida fresca para osos.
—No eres capaz de hacerlo— respondo tan calmada y desafiante como me permiten los nervios.
— ¿Por qué? ¿Esperas que tu caballero oscuro venga a rescatarte?
—Aún tengo un arma genio, nunca debes subestimar a una mujer que empuña un arma— levante la mano haciendo el gesto de apuntarle con el cañón— y por desgracia para ti no planeo soltarla.
—Estoy de tu parte princesa— musita mirando de reojo al personal que se acerca para recibirme— aunque no lo creas.
Una extraña sonrisa se dibujó en sus labios, como si acabara de pasar una prueba, una extraña y preocupante prueba.
—Llévenla a su habitación— ordena mientras se dirige a la escalera principal y entonces hace una pausa y voltea mirándome de arriba abajo como si no estuviera a la altura de lo que sea que fuera qué pasa por su cabeza.
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¿En que lio me he metido? #PGP2024
ActionMi nombre es Liana Watson, pero todos me dicen Lia, Lia de liar y no en el sentido más caliente de la palabra, sino del liar que es sinónimo de pescar problemas de gratis. Gracias a esa fama, me convertí en toda una maestra a la hora de encontrar c...