Alexander.
Muero de ganas por ver la cara del hijo de puta que raptó a Lia, porque una vez que vea su rostro, volverá a ser el mismo.
Toda la Bratva recibió instrucciones explícitas respecto a ella. Desde el dueño del edificio donde vive, hasta la mujer que vende en el mercado. Todos saben que ella es intocable y quién quiera que haya sido, pagará muy caro su desliz al querer meterse con lo que es mío.
Varios dentro de mi círculo conocían que estaría fuera del país. Pero solo unas pocas personas sabían a dónde iría y solo dos a qué iba. Deje instrucciones muy claras de lo que debería hacerse en mi ausencia. Órdenes que fueron ignoradas tácitamente.
Luego del incidente en New York hace unos meses, adopte un nuevo sistema a la hora de gestionar los negocios y por ende la información que reciben cada uno de mis subordinados. El método bastante sencillo y eficaz, se trata de reducir la información en la medida que se va haciendo más completa, entre más se sabe más se reduce el círculo. De esa forma aseguro qué solo unos pocos tengan acceso a lo que realmente importa. Esos pocos se resumen a Vladimir, quien es mi segundo, Shadow y en ocasiones a Edward, ya que en su estado no es conveniente estar molestándolo a menudo.
La persona que envío un asesino a matarme y la que está detrás del secuestro de Lia son la misma y pertenecen al grupo que recibió información falsa sobre donde estaría y esa es la razón por la cual mataron a uno de mis hombres en mí lugar.
— Es aquí— indica Shadow a través del auricular cuando llegamos a un viejo almacén a las afueras de la ciudad— el sistema de alarmas está desactivado.
Una sonrisa de suficiencia tira de mis labios.
La cacería acaba de empezar.
Rodeamos el almacén e irrumpimos como si nada, desatando una ola de disparos que impacta en todo lo que me rodea.
Estoy hecho una furia.
Las últimas horas han sido las más angustiantes de mi vida y ante mí tengo a los responsables.
Algunos huyen o al menos hacen el intento y otros caen muertos en el acto.
Avanzo con Vladimir cubriéndome las espaldas hasta el lugar que indica el sensor.
La puerta está abierta y la luz es apenas visible desde el pasillo.
Los gritos o mejor dicho las protestas de Lia resuenan en el aire.
¡Esa es mi chica! Nada puede contener su valentía y atrevimiento a la hora de hablar.
—Parece que ya pusieron en marcha su plan de escape— afirma Vladimir mientras se acerca sigilosamente al objetivo.
Mis ganas de matar se exacerban a niveles que nunca experimenté. Los muy hijos de puta saben que estamos aquí y quieren llevársela, pero eso no va a ocurrir.
Entro y solo necesito un disparo para neutralizar al hombre que sostiene a Lia en sus brazos. Vlad se ocupa de los otros dos, mientras avanzo sin despegar los ojos de mí chica.
Su mirada expresa alivio y desesperación en partes iguales.
Está tirada en el suelo, así que me agacho, la desato y sin mediar palabra alguna la abrazo impregnándome de su aroma.
Enebro mis manos en su cabello y al separarme de ella puedo ver un moretón en su delicada mejilla.
Quiero consolarla y besar esa fea marca, pero me contengo al escuchar sus sollozos.
—Caramelito... Sabía que estabas vivo— se sorbe la nariz, dejando escapar una pequeña sonrisa.
Me pongo rígido al escuchar el apodo que me ha dado, ¿Quien en su sano juicio le dice al líder de la mafia rusa caramelito? Solo Lia.
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¿En que lio me he metido? #PGP2024
AcciónMi nombre es Liana Watson, pero todos me dicen Lia, Lia de liar y no en el sentido más caliente de la palabra, sino del liar que es sinónimo de pescar problemas de gratis. Gracias a esa fama, me convertí en toda una maestra a la hora de encontrar c...