Capitulo 16

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Alexander

No recuerdo la última vez que dormí tan a gusto, cómo tampoco recuerdo la última que dormí con alguna mujer sin que hubiera sexo de por medio.

Por lo general, soy más de ir al grano en vez de andar con cursilerías baratas. Debido a mi línea de trabajo, lo mejor para evitar compromisos es que cada cual siga su camino.

Pero con Lia todo es diferente, hasta lo más cotidiano se vuelve algo único si estoy a su lado.

No soy, ni aspiro a ser uno de esos príncipes azules que aparecen en las estúpidas series de televisión que de seguro acostumbra a ver con sus amigas. Con el tiempo ella aprenderá que yo soy el villano que toda madre evita para sus hijas, el protagonista de grotescas escenas que nadie es capaz de relatar y el diablo que la llevará al cielo, mientras coloca el infierno a sus pies.

Es preferible que Liana se dé cuenta de la realidad a tiempo, en vez de tener a su lado a alguien que jamás le dará lo que la mayoría de las mujeres quieren. Justo cuando pensaba en alejarla de mi vida, ella vuelve a darme la única respuesta que necesito.

Parece que mi chica y yo tenemos gustos similares, porque a ninguno de los dos nos agrada la vainilla. No espera un héroe que se sacrifica para salvar al mundo, sino al villano que sacrifica al mundo por ella. Ya sea verdad o no, planeo averiguarlo muy pronto.

La tenue luz del día se filtra a través de las cortinas. Me levanto al notar su lado de la cama vacío, detallando todo a mi alrededor. La habitación no muestra ninguna señal de su dueña, pero el ruido que proviene de la cocina y el dulce aroma a café es todo lo que necesito para levantarme.

Salgo del cuarto luego de una ducha y allí está ella, junto a la encimera. Vistiendo un fino camisón de seda que no deja mucho a la imaginación acompañado de una bata, de color rojo, el cabello atado en un moño alto y desordenado, mientras se concentra en la mezcla de panqueques que tiene delante.

Sigilosamente, me acercó a mi pequeña revoltosa, agarro sus caderas pegándola a mi entrepierna, mientras entierro la nariz en su cuello. Ella se queda quieta, así que aprovecho y desato el delicado nudo de la bata.

—Tengo que trabajar.

—No lo hagas— musito clavándole mi erección en su delicioso trasero.

—No puedo dejar que me despidan Alexander.

— ¿Por qué no?

—Porque entonces ¿Quién nos mantendría amor? — sus ocurrencias nunca dejan de sorprenderme.

—Yo, conmigo no te faltaría nada— contesto dejando un trillo de besos a lo largo de su cuello hasta el hombro.

— En ese caso solo me faltarías tú— responde sin levantar la vista de la sartén— aún me debes una explicación caramelito, una que te conviene dar más temprano que tarde— sentencia.

***

Vamos camino a la empresa y Lia ha estado inusualmente callada casi todo el camino. Eso es algo verdaderamente extraño, considerando lo explosiva e impredecible que suele llegar a ser su personalidad.

Antes, cuando estábamos en el apartamento, me pidió una explicación. Es evidente que desea saber qué ocurrió la semana que estuve fuera. Estoy seguro de que si le describo tan solo la cantidad de personas que maté el primer día, le daría un ataque.

La atracción que siento por ella es algo contradictorio, por una parte, deseo ocultar todo lo que represento para que no se aleje, pero por otro, muero por ver la expresión en su rostro cuando se entere.

Sorprenderla ha sido mi pasatiempo más entretenido durante los últimos días.

— ¿Por qué te perdiste una semana?

¿En que lio me he metido? #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora