Capitulo 26 Parte II

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Alexander

—Cuidado, Cuidado ¡CUIDADO!

—¡Ay por dios Alexander! No puedes gritarme con terror cada vez que piso un escalón— reclama una Lia evidentemente molesta y más hormonal que en los últimos días.

Su edificio tenía un paso de escaleras a la entrada, barrera arquitectónica con la que no contaba y que pronto planeaba eliminar, ya que ella se negaba a mudarse.

—No lo hagas—advierte ella tratando de soltarse de mi agarre— me gusta el edificio tal y como está.

De seguro se ha percatado, por la forma en que mire el maldito escalón. Últimamente, está más perceptiva que de costumbre, otra desventaja de tener que lidiar con una novia embarazada.

—Estuve leyendo que las caídas son realmente peligrosas en el primer trimestre.

—Y los padres pendejos también— musita ella.

— ¿Qué dijiste? — conteste visiblemente molesto, ya cuando termino de bajar el escalón a salvo de cualquier potencial incidente.

—Que los padres nerviosos también— respondió ella con un rostro desbordante de ternura y amor.

Una muy falsa ternura, aun así, opte por creerme su numerito con tal de evitar más discusiones.

En lo que iba de mañana ya había detectado más de un hábito sumamente perjudicial para el embarazo. Entre ellos figuraba comer poco o casi nada de comida saludable, ropa demasiado apretada y unos zapatos que le mandé a cambiar, ya que verla erguirse por encima de los siete centímetros que tenía el tacón casi me provocan un infarto.

Resultado, una, Lia cabreada y de mal humor.

—Es increíble que no me dejes disfrutar mi maternidad en paz, nunca debí decirte sobre la cita médica.

—Atrévete a ocultarme algo respecto a nuestro hijo y te encerraré en una jaula de cristal de por vida.

—No serías capaz— la indignación y la molestia se mezclaban sutilmente en su tono.

—Lo haré si no empiezas a comportarte como alguien responsable de ahora en adelante.

—Es que... Tú... ¡Aghr! — gritó exasperada ante la falta de palabras o, mejor dicho, excusas.

Intransigente sí, pero no negligente. Con esto de la paternidad adopte un nuevo lema: nunca se es demasiado cuidadoso.

Llegamos a la consulta con diez minutos de antelación.

Unas pocas parejas estaban en el pasillo y pronto llegó el momento que tanto estábamos esperando.

La enfermera que nos recibió salió de una de las consultas, no sin antes nombrar al próximo paciente.

—Liana Watson.

—Si — respondimos al unísono.

—Consulta número seis— dijo señalando la puerta con la vista. Nos paramos de inmediato y fuimos al lugar indicando.

Entramos a la consulta, nos sentamos y acto seguido un chico vestido con una bata blanca y demasiado joven para mi gusto, levantó la mirada y nos saludó.

—Buenos días, soy el doctor Denis Boslov, y estoy encantado de atender su embarazo señora Watson.

—Gracias doctor.

—Es usted familia del doctor Boslov— digo interrumpiendo a Lia.

—Sí señor, ¿Conoce usted a mi tío?

¿En que lio me he metido? #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora