Alexander
A pocos días después del alta hospitalaria de Lia, la trasladé a mi fortaleza, porque ya no sentía el apartamento como un lugar seguro, y más cuando los últimos acontecimientos me habían asegurado que la guerra con la Cosa Nostra era solo cuestión de tiempo.
Ansioso volqué toda mi furia en la búsqueda de los traidores y a la rata de Pedro. La decepción me golpeó fuerte cuando después de mucho nadar, mi arduo trabajo solo fue recompensado con un resultado mediocre.
Hasta este mismo minuto todo lo que tenía era a Natacha encerrada, justo bajo mis pies, y ese no era un premio con el que pudiera contentarme. Al contrario, con cada día que pasaba mi ira y ganas de desmembrar a alguien iban en un exponencial aumento.
Solo era capaz de disfrutar algo de paz cuando estaba junto a Lia y nuestra pequeña, pero muy activa hija. El vientre de Liana crecía rápidamente y con él, las inseguridades. La incertidumbre y la duda de si sería un buen padre o no me asaltaban cada vez con más frecuencia. Aunque supongo que eso es lo que pasa cuando tienes un padre de mierda.
Una sola cosa tenía clara, necesitaba mantener a mi familia a salvo, eso era lo único que me pasaba por la cabeza cuando Lia dormía pacíficamente en mis brazos, con su respiración acompasada. Eso y el recordatorio que aún quedaban cuentas pendientes por cobrar.
Mi último contacto con el topo que teníamos en Sicilia había confirmado la presencia de mi hermano, solo que al parecer el muy cabrón había desaparecido como por arte de magia unos días antes de que pudiera enviar a mis hombres. A pesar de que el último informe no era nada alentador, tenía la certeza de que el muy gilipollas seguía buscando la protección de la Cosa Nostra, y que algún día esta lo abandonaría.
No era nada prudente atacar al enemigo en su propio territorio, las opciones mermaban con cada minuto que pasaba y quizás ahora un ataque sorpresa no era tan mala idea como al principio, pero de que habría sangre la habría.
Acaricie el cabello de Lia, enredando mis dedos entre sus hebras rizadas y rebeldes. Ella se removió entre las sábanas, su mano cayó sobre mi pecho. Pude sentir su respiración contra mi garganta, una de sus piernas me aprisiono, mientras dejaba parte de su vientre al descubierto.
¿Para gastar dinero en más almohadas si todos los días caen al piso y me toman como sustituto? En una circunstancia como esta era realmente difícil hallarle el sentido.
Los doctores habían declarado que tanto Lía como el bebé estaban fuera de peligro. Aun así mi chica seguía bajo los cuidados médicos, por lo que durante los últimos días estaba limitada solo a nuestra habitación, hasta que el doctor afirmara lo contrario.
Seguí pasando la mano despreocupadamente acariciando su cara y trazando un camino lleno de besos que se detuvo justo en su abdomen.
—Eres fuerte, fuerte como una cachorra de tigre— palpé su vientre y para mi asombro pude sentir como mi hija se movía inquieta.
Aún no podía creer la reacción que mi voz causaba en ella con tan pocas semanas de vida.
—Al menos me escuchas, eso es más de lo que hace tu madre, por no decir que tienes como ventaja añadida el no poder responder—susurre extasiado.
Lia estaba profundamente dormida e ignorante a nuestro tiempo padre e hija, momento que fue interrumpido por una llamada tan inesperada como absurda.
Me levanté de la cama haciendo el mayor de los esfuerzos para no despertar a la pelirroja y no pude evitar la sospecha al ver como el nombre de Tyson Herthowne se mostraba persistentemente en la pantalla. Me cuestiono una y mil veces el motivo de su llamada. Nuestra cooperación marchaba bastante bien, por lo que no entendía la necesidad de contactarme y más a esta hora de la noche.
Con pesar salí de la habitación dejando la puerta ligeramente abierta para vigilar a Lia. Entonces descolgué el teléfono.
—Te tengo un pequeño regalo— directo al grano, sin saludos, ni preámbulos definitivamente ese era Tyson— Alguien a quien has estado buscando.
Una sonrisa asesina brotó de mis labios. Solo quería a una rata y él sabía exactamente quién era.No necesite más detalles, para saber que definitivamente se trataba de mi hermano y las voces en italiano de fondo confirmaban mis sospechas. Pero ¿Qué diablos hacia Tyson Herthowne en Sicilia? Lo cierto era que mientras no me traicionara, sus razones me importaban una mierda.
Entonces una satisfacción enorme me inundó con el simple hecho de saber que muy pronto tendría a Pedro en mis manos.
¿Quién dijo que a los chicos malos no les llegan regalos aun si todavía no es Navidad?
Coordiné el lugar y la hora de la entrega y apenas colgué fui directo al ala de la fortaleza donde se encontraba la habitación de Vladímir.
El pasillo estaba desierto y los gemidos que se escapaban a través de la puerta me daban a entender que no era el mejor momento para interrumpir. Lo cierto es que me importaba una mierda, así que toqué la puerta y minutos después de escuchar un ruido el silencio se apoderó de la estancia.
Escuche el sonido de la cerradura ceder y luego la puerta se abrió abruptamente mostrando a un Vladímir despeinado, medio desnudo y con una erección de campeonato.
Podría haberme ahorrado la imagen si no fuera estrictamente necesario verlo a esta hora de la noche.
Mis ojos se desviaron directamente a la cama donde una chica desnuda, de cabello claro y rostro familiar estaba agitada tras el éxtasis post orgasmo.
Giana. Definitivamente era Giana.
Mire a mi primo con una clara señal de desaprobación en mi rostro, pero no era el momento, ni el lugar.
— ¿Vienes a la fiesta o solo te quedarás ahí a mirar?— respondió Vladímir con impaciencia.
—Estate listo en 30 minutos hora, necesito que te reúnas con Herthowne apenas llegue a Rusia —hice una pausa sabiendo que ahora venía la parte divertida— Herthowne está en camino con Pedro, nos espera una reunión madre e hijo.
— ¡Así que al fin tendremos una reunión familiar!— asintió pensativo antes de que un brillo asesino se reflejara en su mirada— Perfecto.
Dijo cerrando la puerta, para, supongo yo, terminar lo que se había convertido en un rapidito.
Doy la vuelta en dirección a la salida del corredor. Miro el reloj de pared y la adrenalina se dispara en mi sistema, estoy a tan solo horas de tener a Pedro en mis manos. Definitivamente, no me vendría nada mal un poco de diversión antes de empezar con el espectáculo principal.
Antes de bajar al sótano entro a la habitación, encontrando a una durmiente Lia. Acaricio su rostro y le dejo un tierno beso en la mejilla a modo de promesa.
Ella se remueve perezosamente acurrucándose más contra las mantas.
—Estamos cerca pequeña— susurro antes de salir de la habitación dispuesto a liquidar las deudas pendientes.

ESTÁS LEYENDO
¿En que lio me he metido? #PGP2024
AçãoMi nombre es Liana Watson, pero todos me dicen Lia, Lia de liar y no en el sentido más caliente de la palabra, sino del liar que es sinónimo de pescar problemas de gratis. Gracias a esa fama, me convertí en toda una maestra a la hora de encontrar c...