Alexander
Un café recién hecho humea sobre frente a mí, mientras me acomodo en mi silla al final de la larga mesa de conferencias. Cruzo las manos sobre el pecho y observo el enorme reloj de pared, y luego a los distintos ejecutivos y accionistas de la compañía. Todos trajeados y ávidos por empezar su concurso de meadas.
Un recordatorio salta en la pantalla del teléfono avisándome la consulta de Lia. Si no necesitara una maldita compañía tan grande como está para lavar los fondos que generan las actividades más divertidas y menos formales, y si esta reunión trimestral no fuera del todo necesaria, definitivamente estaría allí con ella.
La sala está impecablemente decorada, con paredes de cristal que ofrecen una vista panorámica de la ciudad, pero hoy, ni siquiera el horizonte puede captar mi interés, y por la mirada de muchos es evidente que estoy a kilómetros de aquí.
—Caballeros, siéntase libres de comenzar cuando deseen.
El director financiero se levanta, ajusta la chaqueta de su traje y comienza a hablar sobre las proyecciones de crecimiento, y es ahí donde mi mente empieza a divagar. Una chica pelirroja se adueña de mis pensamientos, su risa se impone ante el formal y aburrido discurso, el cual una vez terminado no hago más que asentir, dando paso al siguiente, que no hace mucha diferencia a la hora de captar mi interés.Las pantallas sufren un pequeño percance con la conexión y aprovecho la distracción para mandarle un mensaje que al parecer Lia decide ignorar. De vuelta a la realidad me enfoco en como los números del último semestre se han triplicado en comparación con el anterior. Volteo en dirección a uno de los directivos encargados de las inversiones y le doy la palabra, a fin de mantenerlo ocupado. Últimamente, ha estado investigando en secreto mi relación con el crimen organizado, así que debo darle algo en lo que fallar para luego inducir su trágico final.
Pasan cuarenta minutos y ya siento como si fueran dos horas, de vez en cuando, asiento y hago algún comentario breve para mantener la apariencia de interés. Vuelvo a enviarle un mensaje a Lia, pero al ver que cae en el mismo vacío que el anterior. Me decido mandar a volar a la reunión y llamarla discretamente, para terminar siendo yo el lamentable infeliz que acaban de ignorar.
—¡Definitivamente, está decidida a sacarme cada gota de paciencia!— expreso sin medir el momento, volumen y lugar.
Me aclaro la garganta y el chico que está enfrente, continúa cortésmente como si nada hubiera pasado.
—Creo que deberíamos terminar aquí— le interrumpo y ante las miradas de todos los presentes, algunas llenas de asombro y otras más reservadas, me levanto de mi asiento.
De todos modos mi presencia aquí es puro formalismo.
Tomo mi teléfono y justo cuando estoy a punto de marcarle a Lia por décima vez Shadow aparece justo enfrente cerrándome el paso.
—Pakhan— inclina la cabeza—tengo noticias que darle.
—Y supongo que ninguna buena.
Salgo del edificio donde están las oficinas, en dirección a la mansión. Es una suerte que Shadow haya contactado a Vlad y él también este de camino.
—Al menos podrías darme un adelanto.
Necesito algo que me distraiga de revisar el teléfono contantemente.
—Aún no tenemos la certeza, pero… se sospecha que el capo de la Cosa Nostra ha muerto.
— ¿Muerto? Leonardo Rensoli— Vale… esto definitivamente no me lo esperaba. — ¿Ha muerto?
—Sí.
—Shad… odio las informaciones a medias— le digo con una sardónica sonrisa.
—Nuestro topo piensa que pudo haber sido su hijo.
— ¿Tienes pruebas?
—Sí, solo que ahora él también está muerto y hasta el momento desconocemos donde pudo haberlas ocultado.
¡Joder!
Esto no hace más que empeorar por minutos.
─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───
Llegamos unos minutos antes que Vladímir, así que me dirijo al estudio necesitando algo de tiempo para volver a trazar una estrategia decente. Me sirvo un trago de licor. El líquido ambarino quema mi garganta, mientras aflojo mi corbata y arremango mi camisa dejándome caer en el enorme sofá ejecutivo.
Esto definitivamente cambia muchas cosas ¡Joder! De hecho lo cambia todo.
Lo primero que me viene a la cabeza es la posibilidad que el loco hijo de Rensoli, del cual hace años que no se sabe ni una mierda, venga a joderme por donde menos me lo espero. ¿Cuál será su objetivo? ¿Las rutas de drogas? ¿Armas? ¿O quizás algo más personal? La simple idea de esto último me deja una sensación bastante amarga.
Maté a su tío y tengo a alguien que sin dudas es de su interés, solo habría que esperar y ver que tanto está dispuesto a dar con tal de recuperarla…
El teléfono comienza a vibrar interrumpiendo mi línea de pensamientos. La pantalla muestra el nombre y la foto de la mujer que ha decidido entrar a mi vida y ponerla de cabeza.
— ¿En serio vas a ser así?— Con cada minuto que pasa en California aumentan los riesgos, porque aunque ella no lo sepa se avecina una guerra por todos los frentes.
— ¿Así como amore mio? — responde como si mis preocupaciones estuvieran cada vez menos justificadas.
—Siempre que te llamo lo hago por una razón Lia, ¿Por qué no puedes simplemente responder?— razono.
—Porque uno de los dos tiene que dejar de lado la paranoia— ¿Paranoia? Parpadee dos veces. Así que ella simplemente veía mi preocupación como una paranoia— Alex cariño, estoy en casa de mis padres, no he salido a ningún lado a excepción de la consulta de esta mañana, y planeo seguir así el resto de mis vacaciones, a las cuales le quedan tan solo cuarenta y dos horas, treinta minutos y nueve segundos.
—Aún no sé por qué la insistencia de pasar tus vacaciones en un lugar tan lejano, cuando aquí puedes hacer lo mismo y ser tratada como una reina.
—Quería ver a mamá y pasar tiempo con mi familia, además si lo que te preocupa es mi seguridad puedes estar tranquilo, esta casa es tan o más segura que la tuya y las chicas ya hicieron planes sus sin mí.
—De acuerdo, tan solo… cuídate ¿Sí? ¿Lo prometes?
—Lo prometo, te amo.
—Yo también las amo.
Apenas cuelgo suena un toque en la puerta, se abre y Vladímir aparece con cara de pocos amigos, con Shad a sus espaldas.
Ambos entran y sus expresiones los delatan.
— ¿Y ahora qué pasó?
—Luca Rensoli acaba de anunciar su compromiso con Valentina Rossi, la única hija del jefe de la Camorra, poniendo fin a la guerra que han librado ambas facciones por décadas.
—Viene a por nosotros Alex, viene a por nosotros con todo lo que tiene— ratifica Vladímir con una sardónica sonrisa.
—Si guerra es lo que quieren… ¿Quién soy yo para no dárselas? Pero primero, tendré que tomar un vuelo.
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La preocupación por mí Lia era lo único que ocupaba mis pensamientos. Teníamos una guerra entre sindicatos a la vuelta de la esquina y cualquier lugar fuera de mis dominios convertía a mi hija y mi mujer en un blanco demasiado fácil.
Envío a nuestra gente en California las últimas instrucciones, en lo que respecta a la protección de Lia. Minutos después entro al avión y me aseguro en el asiento mientras el piloto recita las indicaciones que anteceden en cada vuelo. Cumplido el protocolo, el vuelo despega.
La cabina del avión estaba lujosamente equipada: cómodos asientos de cuero, una iluminación suave que creaba un ambiente relajante, y un servicio de atención que no dejaba nada que desear. La azafata, con una sonrisa perfecta y un aire de profesionalismo, no tardó en ofrecerme una copa de champán. A pesar de que mi mente estaba en otro lugar, acepté por cortesía.
Ni los coqueteos de la azafata, ni el sueño estaban cooperando, la espera era una pesadilla. Entonces abrí la laptop y comencé a mirar nuestros ingresos y finanzas. El trabajo parecía la distracción ideal para pasar las seis horas de vuelo que faltaba, así que me concentre en la tarea y tome nota mental de realizar una visita motivacional a dos de nuestros laboratorios.
No sé en qué momento me quede dormido, pero al parecer lo hice. Mire mi reloj y solo faltaba una hora para la hora prevista de aterrizaje.
¡Puta mierda!
Casi doce horas llenas de incertidumbre. No quería dejarla ir, definitivamente no era seguro y una vez más mis instintos me demostraron que mis sospechas eran correctas.
Es de noche cuando llego a mi destino. El clima de California, incluso su frío es distinto al de Moscú.
Salgo del aeródromo y ya me espera una camioneta blindada de vidrios polarizados con dos escoltas. Camino hacia ellos, dándole a ambos una mirada llena de extrañeza.
—¿No creen que han exagerado un poco?
—Recibimos órdenes directas de protegerlo a cualquier costo señor— responde uno de ellos con vos impasible
—No es a mí a quien hay que proteger idiota.Entro al auto y antes de emprender el recorrido enciendo el teléfono recibiendo varias notificaciones, entre ellas la del equipo responsable de la seguridad de Lia y tengo que leer el mensaje dos veces para poder entenderlo.
¡Un club! ¡Lia está en un puto club! Si cuando yo lo digo, tan solo basta con que le diga una cosa para que ella haga justo lo contrario.
Levanto la mirada y automáticamente los hombres al frente cuadran los hombros a la espera de mis órdenes.
—Acabo de enviarles las coordenadas.
—Estaremos allí en quince minutos, señor— dice y sin más arranca el auto.
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Las estridentes melodías se imponen por encima de los gemidos y las voces cargadas de lujuria. El ambiente está saturado de drogas, baile y alcohol, pero esa es sola una pequeña parte de mi enojo, lo mejor está detrás de toda esta fachada.
¿Un club de striptease? De todas las cosas tenía que venir a un maldito club de striptease con más de veinte semanas de gestación. Un sencillo escaneo por todo el lugar me deja ver que claramente mi audaz prometida no está sola, ella no vendría a estos lugares sin sus amigas…
Aunque la definición exacta para ella sería: individuos que día a día tientan mi puta paciencia y con ella, mis ganas de enviarlas al inframundo en el mismo barco, por las ideas que le meten a Lia en su cabeza.
Me acerco sigilosamente a Lia y la escena que comienza a desarrollarse ante mis ojos hace que mi sangre hierva. Requirió cada gramo de mi maldito autocontrol para evitar sacar mi arma en ese mismo instante y dispararle a toda persona que le mostrara a mi mujer más de la piel necesaria. Lo único que salvo a este sujeto de haber muerto aquí y ahora es la cara de aburrimiento que tiene mi mujer ante su patético espectáculo.
Y es ahí donde entro yo.
—Buenas noches, pequeña Lia— musito, embriagado por su esencia.
Ella se tensa un poco, pero se relaja al instante. Una mirada llena de reconocimiento me recorre de pie a cabeza. ¡Puta madre! Sentir esos ojos firmemente clavados en los míos y el fuego que brilla en ellos, son más que suficiente para que mi sangre se concentre en otro lugar de mi anatomía.
—Los chicos de aquí son demasiado aburridos— señala con evidente tono de fastidio.
Ella está sola en una cabina VIP así que me acomodo a su lado, lanzando una mirada asesina a todo el que se atreva a mirar en la dirección de Lia.
—Muéstrame como se hace— susurro ella y siento algo húmedo deslizándose por mi mejilla hasta mi yugular.
Un gruñido se me escapa y ya para estas alturas hasta ella debe saber que tengo una erección de campeonato.
Y solo una pregunta rondaba por mi cabeza ¿Y ahora quien tiene a quien?Disculpen si hay algún error, es que publique a toda prisa y la verdad es que no tengo cabeza en estos días.
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¿En que lio me he metido? #PGP2024
ActionMi nombre es Liana Watson, pero todos me dicen Lia, Lia de liar y no en el sentido más caliente de la palabra, sino del liar que es sinónimo de pescar problemas de gratis. Gracias a esa fama, me convertí en toda una maestra a la hora de encontrar c...