Capitulo 30 Parte III

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Alexander
En un inesperado giro de los acontecimientos el levantamiento de la prohibición de vuelo había llegado con una más interesante, Lia y yo ya podíamos tener sexo. Creo que jamás en mi vida había estado tan agradecido a un doctor, en especial porque ya estaba empezando a sufrir los efectos del síndrome de las bolas azules. Sin embargo, estaba claro como que mi prometida tenía otros planes en mente, uno en el que al parecer solo me incluía en la parte del sexo de despedida.
Conforme trascurría su embarazo era más difícil entenderla eso sin contar los antojos. A veces anhelaba mi cercanía y otras… pues otras veces marcaba una distancia kilométrica con un océano de por medio.
Esperé a que se arrepintiera de su decisión hasta el último minuto de haber abordado el avión, pero no había en ella ningún rastro de indecisión que me lo demostrara.

De seguro esto había sido idea de sus amigas. Quienes jugaban un papel fundamental en lo que se refiere a la invención de esta escapada de chicas, como bien me lo hicieron saber minutos antes de irse. 
Sin nada que hacer y con más tiempo libre del que me gustaría admitir, quede en reunirme con Vlad y Shadow en el bar que solíamos frecuentar. Necesitaba una distracción y por primera vez en mucho tiempo veía el alcohol como una buena opción. Aunque esa no era la única razón por la que quería verlos. Con Lia afuera por unos días, sería más fácil sacar tiempo para planificar el próximo golpe que le daríamos a la Cosa Nostra.
—Es normal Alexander, o al menos eso es lo que he escuchado. Según dicen, las mujeres buscan a sus madres cuando saben que serán madres, es un enredo, pero es normal— señala Vladímir al ver como mi concentración va en picada a cada rato.
Enarque una ceja ante su explicación. ¿Hablaba en serio? ¿De cuándo acá se había vuelto un experto en mujeres cuando lo único que sabía hacer era follarlas?
—Sé más de lo que te imaginas, en el fondo soy un tipo sensible— admitió como si pudiera leerme el pensamiento.
Solté una sonora carcajada y Shadow escupió su bebida en el vaso con una mirada de incredulidad en todo el rostro.
—No sabía que aún conservabas parte de tu sentido del humor Vladímir— bufé antes de que una nueva oleada de risa amenazará con estallar.
—Definitivamente, ese es el mejor chiste que he escuchado en meses — admitió Shadow curvando sus labios.
Mi primo nos miró con mala cara a ambos, pero no podía culparnos, no con su historial.
—Entonces ¿Cómo van los preparativos para la boda? — Shad se acomodó en el butacón esperando una respuesta, o más bien alguna señal de arrepentimiento.
Como bien me había señalado, una boda no sería una decisión nada prudente, ya que llamaría la atención de nuestros enemigos colocándonos en el foco de atención, pero no hacerla y mostrar debilidad nos traería peores consecuencias. Además, Liana no podía permanecer oculta para siempre, todos debía reconocerla como mi mujer para que de esa era la única forma de protegerla mediante mi apellido, tanto a ella como a mi hija.
—Todo bien… Kiara puso a Lia en contacto con una organizadora de eventos, y eso ha hecho las cosas más sencillas— comenté saboreando el licor recién puesto en la mesa.
— ¿Es buena?
—Lo único que sé es que cobra un pastal por cada mierda que se le ocurre a mi mujer— respondo concentrado en la bebida ámbar del cristalino vaso— y hablando de Kiara… ¿Sabes que me peguntó por ti Vladímir?
—Seguramente para incluirme en su planificación familiar ¿Qué le dijiste?
—La verdad… que actualmente tu polla está enredada con cierta chica rubia, ojos azules y de origen italiano, la cual será la perfecta moneda de cambio cuando llegué el momento, por lo que no sería prudente involucrarte emocionalmente con ella.
— ¿Ese mensaje era para Kiara o para mí?
—Ambos— respondí secamente— así que más te vale irte despidiendo de tu mascota.
—Lo haré cuando llegue el momento— asintió sintiéndose incómodo antes mi escudriño, pero no dijo nada, sabía que decía la verdad.
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Horas, la ausencia de Lia era de tan solo horas y ya estaba comenzando a afectarme. ¿Qué tan difícil es hacer una simple llamada cuando en California es incluso hasta de día?
Dijo que me mantendría al tanto, que cumpliría con las medidas de seguridad, me prometió que estaría a salvo y sería responsable, entonces ¿Por qué…?
Detengo la espiral de pensamientos y decido tomar mi teléfono y marcarle.
Ella descuelga de inmediato como si hubiera estado esperando la llamada.
—Hace dos horas que no sé nada de ti, y sabes que debes llamarme cada treinta minutos si no quieres que te designe un guardaespaldas o que me presente personalmente en tu casa a saludar a tus padres— sueno como un puto perro celoso lo sé, pero yo no estaba de acuerdo con este viaje y mucho menos ahora que tengo una guerra de sindicatos entre las manos.

Lia exhala con exasperación como si mis palabras no fueran la gran cosa y mis temores fueran solo alucinaciones producto de alguna paranoia.
—Buenos días para ti también mi rey— responde como si no fuera para tanto y eso me cabrea más todavía — a propósito ¿Qué haces despierto tan temprano? ¿O es que acaso has trasnochado?
Cuatro de la mañana, yo sin pegar un ojo de la preocupación y ella tan campante como si nada.
—No juegues con mi paciencia Liana— respondo en un tono más brusco del que pretendía.
—Estoy bien, ya llegué a casa, no he tenido tiempo siquiera de deshacer las maletas y…
¿Es en serio?
—Liana, no voy a tolerar desobediencias, y menos cuando se trata de tu bienestar.
¿Qué acaso no sabe que ya no somos nosotros dos?
—La bebé te extraña— aprieto mi sien y suspiro en busca de paciencia, porque aunque ella siempre trata de agotarla, tanto ella como la bebé en su vientre son la única familia que he amado en mucho tiempo, una que tengo miedo de perder.
— ¿Cuándo vuelves? ¿Acaso no me extrañas? ¿No extrañas la exquisita sensación de mi polla penetrando tu apretado coño?
Escucho como se le escapa un gemido y los recuerdos de nuestra última noche juntos vuelven a mí como si se tratara de una avalancha.
— ¿Qué? ¿Cómo que volver? ¡Pero si acabo de llegar!— definitivamente mi mujer es un hueso duro de roer, de eso no hay duda.
—Las extraño— confieso, sintiéndome en este momento el más vulnerable de esta loca relación.
—Pronto amor, solo serán unos días— asegura. 
— ¿Y cómo está ella? ¿Te deja dormir?
Últimamente, solo lograba calmarse si le cantaba canciones de cuna en ruso, algunas de ellas habían pasado de una generación a otra en mi familia y mamá siempre se aseguró de que las conociera.
—En este justo momento, hambrienta, muy hambrienta y por la patada que acaba de darme, creo que se avecina una rabieta— una inexplicable oleada de felicidad trasformo todas mis emociones en una sola, alegría.
—Mi chica tiene carácter.
Una cualidad que le sería muy útil considerando la clase de mundo que le daría la bienvenida.
—Sí, vaya suerte la mía, tiene el mismo mal carácter de su padre.
Reí a carcajadas de solo imaginar la cara de Lia al admitirlo. Incluso a veces fantaseaba por saber cuánto tendría nuestro retoño el uno del otro.
—Vale, las dejo para que coman algo, te amo.
Las palabras simplemente salieron de mi boca con una naturalidad increíble.
—Yo también te amo— susurró ella embelesada.
—Y yo los amo a los tres— alcanzo a escuchar antes de que la llamada se corte y debo tragar dos veces para reprimir el impulso de averiguar quién le está haciendo compañía a Lia en estos momentos.

¿En que lio me he metido? #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora