Capitulo 37

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Miedo a perderte.

Aarón.

Su cuerpo se veía frágil, allí recostada en la cama, aquella donde la habían dejado hacía una hora, aún no despertaba, y temía lo que fuera a hacer cuando lo hiciera. Yo no pude decirle que era un asesino, temía que se alejara de mi por completo, que viera el monstruo que soy, lo mal que esta mi vida. Yo no era bueno para ella, nunca lo sería.

Mi cabeza era un desastre, las voces me atormentaban cada noche y las cicatrices en mi cuerpo eran un recordatorio de lo que había hecho mal. De lo que mi padre me dejó para que lo recordara cada vez que viera mi pecho y mis costados.

Aquellos que azotó con un látigo especial que era para castigar al que no cumplirá.

Y la daga que uso para abrir mi pecho, aquel que casi me deja sin vida, si no fuera por mi madre. Quien se interpuso para que no sacará mi corazón.

Días pase en un hospital hasta recuperarme de tan atroz suceso que mi padre ejecutó y el que me marco de por vida.

Yo no sería nunca un chico normal, nunca le daría una vida normal a ella.

Yo la sacaría de aquí no importaba si eso me costará la vida.

Mire la pequeña habitación donde nos habían traído, está solo tenía la cama en la esquina, una pequeña ventana cubierta por barrotes de hierro y una puerta de hierro cerrada con seguro.

Estás habitaciones que se hicieron en la fábrica eran donde algunos dejaban a sus doncella antes de la luna llena, una que yo llegue a usar también.

Ahora sabia que Vanessa ya no me vería igual, sabia que ahora veria el monstruo que era en realidad, aquel que era capaz de quitar una vida inocente por algo muy oscuro.

Seguí mirando la noche por la ventana, solo faltaba un día para el sacrificio, uno que debería utilizar para sacarla a ella. Un quejido sonó de su cuerpo y yo la mire. Mire como su cuerpo se movía despacio, buscando sentarse y mirar todo a su alrededor.

Chocando sus ojos con los míos, quien me miró con una mezcla de miedo y molestia. Sus ojos ya no tenían aquel brillo que ví la primera vez en ella, su rostro ya no tenía luz, y eso me dolió porque yo fui el causante de eso.

La mire resoplar y caminar a pasos lentos a la puerta, su cuerpo se miraba débil, eso eran los síntomas de aquel solnifero que le colocaron en la nariz, uno que te dejaba inconsciente por completó.

La vi tambalearse y me acerque colocando mis manos en sus caderas, para evitar que cayera. Acto que la hizo tensarse y buscar quitar mis manos, las cuales aleje.

-Lo siento. -solte de mis labios en un tono bajo, Pero que sería escuchado por ella.

-¿Lo sientes por mi?, ¿o por todas esas chicas que asesinaste injustamente?.-hablo con dolor en su voz, Pero sus palabras me rasgaron mas por dentro.

-Por todo, solo una cosa te prometí y la cumpliré, después de eso no sabrás más nada de este lugar ni de nosotros. -hable aún parado a su espalda. Ambos seguimos en la misma posición, ella mirando hacia la puerta y yo a sus espaldas, en medio de la habitación.

-Solo quiero saber la verdad ¿Por qué me mentiste?. -Ya no tenía caso seguir mintiendo.

-Por miedo. -solte y la mire apretando su mano en puño.

-¿Miedo de que?.

-A que me vieras como el monstruo que soy, a lo mal que hay en mi. -hice una pausa y la hice girar tomando su mano, para hacerla voltear dejándola frente a mí, soltando otra vez su mano. -Pero sobre todo a perderte. -una lágrima rodo por su mejilla y me maldije a mi, por causar tanto daño en ella. -Te voy a sacar de aquí, aunque eso me cueste la vida Vanessa, te lo prometo. -ella nego con la cabeza y su siguiente acto me tomo por sorpresa, cuando sus brazos me rodearon el cuerpo en un abrazo, uno que correspondía de inmediato.

Sintiendo nuestros cuerpos fundirse en uno solo, sintiendo su calor, su corazón latir desenfrenado, buscando refugió, seguridad, una que yo le daría sin pensarlo dos veces.

La escuché llorar en mi pecho y eso me dolió aún más, se que ella debía tener un dolor gigante en su corazón.

Saber que tú madre no era la que creías.

Saber que todos a tu alrededor te metían.

Saber que algo oscuro te acecho desde niña.

Pero saber que debías morir era perturbador.

Vanessa llevaba consigo algo mas grande que ella.

Algo que yo quitaría de sus hombros.

Aunque eso me costara la vida.

Vanessa.

Llore, llore todo lo que mi corazón estaba guardando en ese momento, llore cada mentira, cada persona que jugó conmigo, llore por los te amo falsos de la mujer que dijo ser mi madre, aquella que creí mí cómplice, la persona que mas dolor me estaba provocando y llore por qué el chico que tenia abrazado, aquel que habia hecho atrocidades por culpa de unas personas vacías de sentimientos que lo metieron en este mundo oscuro.

Podía ver en sus ojos aquel dolor que llevaba guardado en lo más profundo de su ser, uno que no quería dejar salir.

A pesar de todo lo que hizo, mi corazón palpitaba por el, por su cercanía, por tener un espacio en su vida, una que debía ser arreglada. Y quererlo estaba mal, no podía evitarlo.

Éramos dos almas manchadas por un oscuro pasado, y perseguidas por un perverso presente.

Algo que nos tenía condenado a sufrir o vivir.

Dependía de nosotros dejarnos ganar.

Y yo no dejaría que ellos nos hicieran más daño del que nos habían hecho.

Ya era momento de poner un fin a todo.

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