Capitulo 39

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Me habían llevado un poco de comida que ni toque casi, mi estómago estaba cerrado ante tantos nervios, no había visto más a Aarón desde que se fue con ellos, la noche me había llegado tan rápido que sentí que solo fueron unas pocas horas y a la hora de dormir me costó mucho.

Solo vueltas en la cama di, y el frío calo cada hueso de mi cuerpo, ni una sábana me dieron.

Me levanté al sentir que el sol había salido y entraba por la pequeña ventana.

Las paredes tenían marcas, marcas que me dieron escalofríos de tan solo verlas.

Eran marcas de sangre de todas las chicas que estuvieron en esa habitación.

Seguro cuando las torturaron.

Me aleje de las marcas y me asome por la ventana, solo podía ver parte del bosque nada más.

Todo eso era frustrante Pero más que todo aterrador. Como esas personas eran capaces de asesinar chicas inocentes solo por sentir que adquirían poder, un poder oscuro que solo dañaba más su alma.

Las sextas eran sádicas, diabólicas y oscuras.

Llenas de gente vacías sin sentimientos.

La puerta se escuchó quitar el seguro y yo me alerte, esperando que fuera Aarón quien entrará, lo de ayer había Sido fuerte.

Pero el no entro.

—Tienes que venir conmigo doncella. —me hablo lucas en un todo neutro, Pero su mirada me decía otra cosa. Culpa.

—No soy una doncella, ya te lo dije antes. —solte sería con el, pues me había mentido el también, me pregunte si Charlotte estaría enterada, si me estaría buscando cuando vio que no volví a la escuela.

—Aqui si lo eres, no le culpes de esto, yo solo cumplo órdenes. —entro y me mostró unas esposas.

—Eres un títere más, ¿que no sientes nada cuando lastiman a esas chicas?, sabes que tengo curiosidad sobre algo. —alzo una ceja y me miró.

—Mira a dónde te llevo tu curiosidad Vanessa. —me pido las manos y me esposo.

—Sabes que un día seguí Aarón aquí a las fábrica. —me miró intrigado. —Y ví como lastimaban a unas chicas, Pero luego mire a una de ellas en tu fiesta esa misma noche. —este me miraba atento. —¿Por qué estaba en tu fiesta después que ustedes le hicieron daño?. —me dió una sonrisa torcida.

—Veras Vanessa, cuando nosotros elegimos a una doncella para sacrificarla en la luna llena del sexto mes. —me saco de la habitación y caminamos por un largo pasillo, donde ví varios encapuchados, escondiendo sus caras. —Le vamos torturando de a poco, hasta el día final. —me adentro en otro pasillo y pude ver muchas puertas y escuchar ruidos detrás de ellas.

—¿Y ellas andan como si nada por allí, sabiendo que las van a asesinar?. —no entendía cómo esas chicas no huían.

—La mayoría del tiempo son drogadas para que no sepan que está pasando, lo que pasa en este pueblo es mayor a nosotros Vanessa. —me adentro a una de las puertas y contemple la habitación, tenía una cama, una puerta abierta que mostraba un baño y un pequeño armario, me pregunte como todo eso estaba dentro de esa fábrica. Está gente tenían todo preparado.

Estaban enfermos definitivamente.

—Son unas personas asquerosas, merecen la cárcel. —me soltó las esposas y yo sobe mis manos.

—Lo se, no tengo como justificar eso, pero siempre he querido huir de todo esto. —solto triste.

—¿Por que no lo haces?.

—Esa sería mi muerte segura, no sabemos quién es bueno y quién no. —camino hacia la puerta. —lo siento Vanessa, aquí estarás hasta la noche, en el armario está lo que debes usar y puedes bañarte si quieres, ya traerán algo de comer. —termino de hablar y se fue, dejándome sola.

Pasee mi mirada por toda la habitación y me dirigí al armario, abriendo sus puertas y sacando dos prendas de este, un vestido rojo, que me llegaría por las rodillas, la parte de arriba era un corset y una capucha roja, la misma que aparecía en los cuentos de Caperucita.

Deje todo en el mismo sitio y le fui al baño, abriendo el grifo de lavamanos y bebiendo un poco de agua, dejando que mi garganta se refrescará y luego mojando mi cara.

Me sentía como aquellas chicas que eran secuestradas por mafiosos y luego creaban una afinación por su secuestrador, Pero este no era mi caso.

Si estaba secuestrada Pero por psicópatas asesinos.

Esto no era una novela.

Era mi vida real.

Una cruda y oscura.

Me quite la camisa, mis Vans y el pantalón, dejándome solo en ropa interior, la cual quite también y me adentre en la ducha, dejando que el agua me recorriera cada parte de mi cuerpo.

Necesitaba ese baño, mis músculos estaban tens.

Estaba lista para dar la pelea.

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Las horas pasaron volando, me pase el día sentada y acostada en la cama, después de la ducha me coloque otra vez mi misma ropa, si creía que usaría el vestido estaban locos, a mitad del día había traído frutas y pan, eso era lo único que había comido, mi estómago dió algunos gruñidos pues seguía con hambre, pero tenía cosas más importantes en las que pensar.

Había escuchado ruidos y quejidos en las otras habitaciones, así como gritos y peleas, me pregunte si eran las otras chicas que estaban en la misma posición que yo.

Y de solo pensarlo mi piel se erizaba y mis nervios aumentaban a cada nada.

Mi puerta se abrió y dos encapuchados entraron, uno más alto que otro, supuse uno era una chica por sus manos, unas manos finas de chica.

—¿Por qué no te has vestido?, ya tienes que salir. —hablo el chico y se acercó a mí armario sacando la ropa y  lanzandola hacia mi.

—No me voy a poner eso. —vi como sacaba una jeringa de su capucha, a pesar de que no podía ver su rostro bien, ya que tenía la cara casi tapada por completo, sabía que el si me miraba.

—Es mejor que lo hagas tu, no quieres que te coloque esto y te pierdas el espectáculo. —agito la inyección y yo me dije que mejor hacía caso.

—Esta bien, Pero iré al baño, no me voy a cambiar frente a ustedes. —mote las cosas y entre al baño, dónde solo me remangue un poco el pantalón, dejándolo más arriba de mis tobillos y colocándome la capucha, ni por loca me podía un vestido, eso me complicaría la huida.

—Sal, no tenemos todo el tiempo. —grito y golpeó la puerta, la cual yo abrí y sali.

—Listo. —hable molesta, me tape bien, evitando que se viera mi ropa.

—Andando. —me señaló la puerta y cuando estuve a su lado me tomo del brazo fuerte y me hizo caminar, frente a nosotros, caminaba la otra persona que había venido por el, y quedó claro que era una chica, por su manera de caminar, aunque no hablo ni se movió dentro de la habitación, pude ver qué era una chica.

De las habitaciones salían encapuchados con otras chicas igual que yo, y echando un ojos conté unas diez. Pero ellas se veían sumisas, estaban muy dóciles ante ellos, seguro estaban drogadas como menciono lucas.

¿Pero por qué a mí no me habían drogado?.

¿Acaso no temían que me fuera a escapar o intentara algo?.

MúltiplesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora