Capítulo 8

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ISABEL :

— Matteo - habló su madre, se iba a levantar de su asiento para ir tras él, pero me apresuré a detenerla.


— Señora Callen, ¿me permite hablar con él?

— Sí, claro - se volvió a sentar, un poco sorprendida por mi propuesta.


Me levanté de mi asiento y fui tras él.


Al llegar al balcón, lo vi recostado en la baranda. No me había fijado en lo alto que era, medía alrededor de 1,87. Tenía sus ojos cafés, profundos y expresivos. Su traje negro combinaba perfectamente con mi vestido, y su espalda ancha reflejaba una fuerza tranquila. Su cabello castaño caía en mechones suaves, y la barba, aunque no demasiado larga, añadía un toque de masculinidad a su apariencia. Me sorprendí al darme cuenta de que físicamente me atraía, y observarlo desde lejos despertó una sensación cálida en mi interior.


— Matteo - me miró, sí que era intimidante, su mirada no reflejaba nada y eso me hacía poner nerviosa.


Él permaneció en silencio.


— Mira, yo sé que es complicado pero...


— ¿Usted se quiere casar conmigo? - preguntó de repente.


— No... O sea, si eso es lo que hace feliz a mis padres, pues sí.


— ¿Todo lo hace por felicidad?


— Ellos son importantes al igual que la empresa.


— ¿Y usted dónde queda? ¿Va a dejarse llevar por ellos? Me acaba de conocer, Isabel, ¿entiendes eso? - en su voz percibí enojo y su mirada me dejó helada.


— Esta no ha sido la mejor manera de conocernos. Sé que te acabo de conocer - suspiré y volví a hablar - y si el matrimonio ayuda a mi familia, estaré dispuesta a casarme.


— Un matrimonio no es cualquier cosa.


— Yo no estoy diciendo que lo sea, pero es por las empresas - sonreí - solo serán tres años y ya.


— ¿En serio usted está de acuerdo con eso?


— Sí, señor Callen - sonreí con amabilidad.


Su mirada cambió de enojo a desprecio, él no se casaría conmigo.


— Pues yo no estoy de acuerdo, no aguanto ni un minuto más en este lugar, déjeles claro que no me voy a casar con usted, yo me voy.


Estaba desesperada, el plan se derrumbaba poco a poco, no lo podía permitir.


— Matteo - le cogí la mano para detenerlo - por favor, piensa en todos los beneficios que podría tener tu empresa, piensa las cosas por favor.


— La que necesita pensar las cosas es usted, no se deje manipular por las personas tan fácilmente, ¿por felicidad? ¿En serio? - rio sarcásticamente - ¡qué patética! - se soltó bruscamente de mi mano y salió por la puerta.


Todo se fue al carajo.


Regresé a la mesa.


— Supongo que él necesita pensar las cosas...


— Lo siento mucho, linda - se disculpó la madre de Matteo.



Tú eres como las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora