Capítulo 32

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ISABEL: 

Hoy era uno de esos días en los que se mezclaban la tristeza y la alegría. Después de dos semanas en París, el momento de regresar a Madrid había llegado. Sentía una mezcla de emociones que me hacían dudar de cada paso que daba. Mientras empacaba mis cosas, no podía evitar detenerme a cada momento, recordando los días que había pasado aquí. Annie, Dasom, y Sunnie habían sido mi compañía constante, y ahora todos íbamos a regresar juntos.

Estaba doblando cuidadosamente una blusa cuando escuché pasos ligeros corriendo hacia la habitación. Annie apareció en la puerta, con los ojos brillantes y una carta en la mano.

—¡Isabel! ¡Isabel! —dijo, casi sin aliento—. No te olvides de esto. Es una carta para Matteo.

Tomé la carta de sus pequeñas manos, notando el esfuerzo que había puesto en decorarla con colores y dibujos. Me agaché a su altura y le sonreí.

—No me olvidaría, Annie. Se la entregaré en cuanto lo vea.

Annie me abrazó fuerte, y en ese momento, sentí cómo mi corazón se encogía. Decirle adiós era más difícil de lo que imaginaba. Me separé suavemente y le acaricié el cabello.

—Voy a extrañar estar contigo todo el día —admití, tratando de mantener la voz firme.

—Yo también te voy a extrañar, Isabel —respondió ella, sus ojos llenos de una madurez que siempre me sorprendía—. Pero sé que te veré pronto.

Después de despedirme de Annie, terminé de empacar las últimas cosas. Dasom y Sunnie ya estaban listos, esperando pacientemente a mi lado, como si también comprendieran que era el momento de regresar a casa. Les puse las correas y me aseguré de que todo estaba en orden antes de dirigirme a la puerta.

Annie me acompañó hasta la salida, y antes de irme, me dio un último abrazo. Susurré una promesa de que nos veríamos pronto, y ella asintió con una sonrisa, aunque pude ver la tristeza en sus ojos.

El trayecto al aeropuerto fue silencioso, y mis pensamientos se mezclaban con la vista de la ciudad que dejaba atrás. París me había dado mucho más de lo que esperaba. Me había dado tiempo para reflexionar, para entender mis sentimientos, y para descubrir cuánto extrañaba a Matteo. Y ahora, con cada kilómetro que avanzábamos, sentía que me acercaba más a enfrentar esa realidad.

Llegué al aeropuerto y, después de asegurarme de que Dasom y Sunnie estaban cómodos, me senté a esperar mi vuelo. El teléfono vibró en mi bolso, y al sacarlo, vi un mensaje de Azura.

"Te estaré esperando en el aeropuerto. ¡Buen viaje, Isa!"

Sonreí al leer su mensaje, sintiéndome agradecida por tener a alguien que me esperara en Madrid. Sabía que, a pesar de todo, no estaba sola en esto.

Las horas pasaron, y cuando finalmente llamaron a mi vuelo, me levanté, lista para lo que venía. Con la carta de Annie cuidadosamente guardada en mi bolso y el peso de mis sentimientos a cuestas, abordé el avión, dejando París atrás, pero llevándome sus recuerdos conmigo. 

El vuelo fue tranquilo, pero mi mente no dejó de revolotear entre recuerdos y pensamientos. Cuando el avión aterrizó en Madrid, sentí una mezcla de nerviosismo y anticipación. Respiré hondo mientras recogía mis cosas y tomaba a Dasom y Sunnie, preparándome para enfrentar lo que me esperaba al otro lado de esas puertas.

Caminé con determinación por el aeropuerto, hasta que finalmente llegué a la zona de llegadas. Saqué mi teléfono para verificar si Azura me había enviado otro mensaje, y ahí estaba: un nuevo mensaje de ella.

"Estoy ocupada. Matteo va a ir por ti."

Mi corazón dio un vuelco al leer esas palabras. Levanté la vista y, como si el destino lo hubiese planeado, lo vi. Matteo se acercaba con su andar seguro, destacando entre la multitud. Llevaba una chaqueta oscura que contrastaba con su piel, y sus ojos, esos ojos que tantas veces había intentado olvidar, estaban fijos en mí.

Tú eres como las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora