Capítulo 11

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MATTEO:

Después del largo día al lado de Isabel, llegué a casa y lo primero que hice fue dejarme caer en el sofá. Estaba tan exhausto que apenas podía mantener los ojos abiertos. El peso del día había dejado huella en cada fibra de mi ser, y cada músculo clamaba por descanso.

Justo cuando me estaba dejando llevar por el dulce abrazo del sueño, la voz de mi padre rompió el silencio de la habitación. Con un suspiro, me obligué a abrir los ojos y me encontré con su figura imponente de pie frente a mí.

— Matteo, tienes que levantarte — dijo con tono urgente.

Con un gruñido de desaprobación, me incorporé en el sofá y lo miré con gesto somnoliento.

— ¿Qué pasa, papá? — pregunté, tratando de enfocar mi mente cansada en sus palabras.

— Solo quería felicitarte por cómo manejaste la situación hoy con Isabel. La prensa quedó impresionada — anunció con una sonrisa de orgullo.

Me sentí momentáneamente satisfecho por el reconocimiento, pero el cansancio aún pesaba sobre mí como una losa.

— Gracias, papá — murmuré, luchando por mantener los ojos abiertos.

— Además, necesito que estés preparado para mañana. Tenemos una reunión con la prensa

Mis ojos se abrieron de par en par ante la noticia, y el cansancio momentáneamente se disipó ante la urgencia del momento.

— ¿Mañana? ¿Qué tenemos que hacer? — pregunté, sintiendo cómo la adrenalina empezaba a correr por mis venas.

Mi padre me dio una mirada significativa antes de responder.

— Tienes que estar preparado para enfrentar las preguntas sobre tu relación con Isabel y el futuro de BrillianceWorks. La prensa estará esperando respuestas, y necesitamos mantener nuestra imagen intacta — explicó con firmeza.

Asentí, dejando que la gravedad de la situación se asentara en mi mente. Mañana sería un día crucial, y no podía permitirme cometer ningún error.

Con un suspiro resignado, me levanté del sofá y me dirigí hacia mi habitación. Había trabajo por hacer, además de los preparativos para la reunión con la prensa. Mientras caminaba por el pasillo, mi mente divagaba entre los deberes del día y la inusual sensación de tener que considerar a Isabel como parte de mi vida.

Al llegar a mi habitación, me encontré con el escritorio abarrotado de papeles y documentos que necesitaban mi atención. A pesar del cansancio que pesaba sobre mis hombros, me sumergí de lleno en la tarea, revisando contratos, planificando estrategias y asegurándome de que todo estuviera en orden para la reunión del día siguiente.

Sin embargo, entre las montañas de papeles, no pude evitar que mi mente divagara hacia el inesperado giro que había dado mi vida con la presencia de Isabel. Era extraño, incluso surrealista, pensar en términos de "nuestro hogar" cuando apenas empezaba a conocer a esta mujer que había irrumpido en mi mundo de manera tan abrupta.

Mañana sería un día importante, y necesitaba estar completamente preparado para enfrentar lo que fuera que la prensa tuviera reservado para nosotros. Aunque mis instintos me dictaban mantenerla alejada, sabía que debía seguir adelante con la farsa, sin importar cuán incómodo me hiciera sentir su presencia.

 Aunque mis instintos me dictaban mantenerla alejada, sabía que debía seguir adelante con la farsa, sin importar cuán incómodo me hiciera sentir su presencia

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