Capítulo 36

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ISABEL:

El día se sentía sofocante, como si el aire fuera demasiado denso para respirar. Un nudo en la garganta me ahogaba, y cada paso que daba parecía arrastrarme más profundo en un pozo sin fondo. Los peores escenarios pasaban por mi mente, como sombras que no podía sacudir. La noticia estaba por todos lados, y aunque intentaba mantener la calma, era imposible. Mis manos no dejaban de temblar mientras empujaba la puerta de la casa.

Al entrar, me recibió un silencio abrumador, un silencio que me heló la sangre.

— Mamá - llamé, apenas logrando que mi voz saliera. No hubo respuesta. El corazón me latía tan fuerte que dolía.- ¡Mamá! 

grité con más fuerza, pero solo el eco de mi voz llenó el vacío.

De repente, casi como un fantasma, mi padre apareció al final de las escaleras. El susto me golpeó como un mazo, dejándome sin aliento. Él me miraba desde lo alto, con una expresión que no podía leer.

— No te ví llegar- dijo, con una calma que me inquietó aún más.

—¿Dónde está mamá? -pregunté, sintiendo cómo mi voz temblaba tanto como mis manos. Él me miró con esos ojos fríos, impenetrables. 

—No te preocupes por ella- respondió, haciendo un gesto para que subiera. - Tenemos que hablar.

El miedo se apoderó de mí de una manera que no podía controlar. Subí los escalones con las piernas temblando, casi sin fuerzas.

— Papá, yo... yo no tengo idea de esa noticia - balbuceé, sintiendo que las palabras apenas salían de mi boca.

Él no reaccionó, su rostro se mantuvo inexpresivo.

— Sube - repitió con un tono que me dejó aún más aterrada, como si todo lo que conocía estuviera a punto de desmoronarse.

— Yo ... yo confió en ti , sé que esa noticia es falsa . Lo podemos arreglar - mis pasos se volvían más temblorosos y lentos , por cada paso que daba , sentía que mi corazón se aceleraba y mis pulmones dejaban de funcionar .Estaba tan desesperada que, a pesar de mi miedo, traté de convencerlo de que estaba de su lado, de que podía confiar en mí. - Papá, estoy contigo... siempre he estado contigo

 Le dije, intentando que mi voz no temblara. Pero él soltó una carcajada cruel, una risa que me hizo estremecer hasta los huesos.Estaba a solo tres escalones de alcanzarlo, cuando me detuve en seco, incapaz de avanzar. Lo observé con más detenimiento, y mi piel se puso pálida. Mierda. Llevaba puesto un pantalón blanco, y desde uno de sus bolsillos asomaba un arma blanca. La tela del pantalón comenzaba a mancharse con sangre, formando una mancha oscura que se extendía lentamente. El rostro de mi padre cambió por completo, transformándose en una mueca siniestra.

—¿Qué... qué hiciste?-logré preguntar, mi voz apenas un susurro mientras el terror me atenazaba el pecho. Intenté retroceder, pero ya era demasiado tarde. 

Él se movió con una rapidez que no esperaba, agarrándome bruscamente del antebrazo. El dolor se disparó por mi brazo mientras me arrastraba escaleras arriba.

—No, papá, por favor...-  supliqué, mi voz llena de pánico al darme cuenta de a dónde me llevaba. Vi la puerta de la habitación donde siempre me maltrataba y un grito desesperado brotó de mi garganta.- ¡Papá, no, por favor!

Pero él no se detuvo. Con una fuerza que me dejó sin aliento, abrió la puerta y me lanzó dentro. Mi cuerpo chocó contra el suelo con un golpe sordo, y antes de que pudiera levantarme, encendió la luz. El brillo repentino me cegó por un segundo, pero cuando mis ojos se ajustaron, el horror se apoderó de mí.

Tú eres como las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora