MATTEO:
Azura nos contó todo lo que sabía, y sin duda, ella nos iba a ayudar. Al principio me sentí un poco incómodo, pues este tema de Nicolai es muy delicado, y no es bueno que muchas personas empiecen a enterarse. Sin embargo, luego agradecí que Nathan le hubiera contado.
Lo único que pudo decirnos es que Marahana y Azura nunca se habían entendido bien. Marahana era la hija favorita de Rose, mientras que Azura lo era de Riccardo. Su madre casi nunca estaba en la casa y siempre se llevaba a Marahana con ella. Riccardo, por otro lado, se esforzó durante esos seis años por educar bien a Azura y pasar tiempo de calidad con ella. El día de la tragedia, su madre había llegado por la tarde de un viaje junto con Marahana. Desafortunadamente, Riccardo y Rose tuvieron que viajar de nuevo en la madrugada. Se fueron en las horas de la noche, y al día siguiente Nicolai les trajo la noticia: sus padres habían desaparecido...
Después de un rato en la oficina, me fui a casa, encontrándome con Isabel en pijama, tirada en el sofá de la sala , mientras veía el televisor , aunque estaba cambiando de canal cada 0.5 segundos.
—¿Qué pasa, mi cloud? —pregunté acercándome y sentándome a su lado.
—Nada, solo no encuentro qué mirar —soltó un gran suspiro.
—Cloud —intenté llamar su atención.
Finalmente me miró. Sus ojos estaban cansados, un poco rojos... había estado llorando.
—Estoy estresada y agotada —se recostó en mi hombro. No pude evitar inclinarme un poco hacia atrás y acariciarle el cabello.
No me gustaba verla en ese estado. Sabía que necesitaba despejarse, así que se me ocurrió la mejor idea.
—Arréglate. Vamos a salir a comer algo juntos.
Me miró directamente a los ojos, y en ese instante, sus ojos brillaron con emoción. Se levantó de golpe del sofá y salió corriendo escaleras arriba.
...
No tuve que esperar mucho. En solo diez minutos, Isabel ya bajaba de nuevo por las escaleras. Llevaba un pantalón ancho y un body negro de manga larga con pequeñas aberturas en las caderas, que dejaban entrever un poco de su hermosa piel blanca. Su cabello estaba recogido en una coleta alta, perfectamente peinada, y complementaba su look con accesorios dorados. Pero no voy a negar que el accesorio dorado que más me gustó fue el anillo de matrimonio... nuestro matrimonio.
A pesar de la sencillez de su atuendo, se veía deslumbrante. En su mano derecha sostenía las correas de los perros, que, al verlas, comenzaron a correr emocionados por toda la sala.
—¿A dónde quieres ir? —pregunté, un poco desconcertado.
Yo también me había cambiado. Llevaba un pantalón negro y una sudadera amplia del mismo color.
—No lo sé, solo quiero salir a despejarme un poco —dijo mientras les ponía las correas a los perros.
—Ese es el propósito —sonreí, tratando de aliviar su tensión.
—No siempre tenemos que ir a restaurantes elegantes. Con tal de estar contigo y los perritos, todo se aclara —me devolvió la sonrisa antes de tomar las correas con su mano derecha. Luego, con la izquierda, entrelazó sus dedos con los míos, el contacto suave pero reconfortante.
—Quiero salir a caminar un rato —añadió con un tono más calmado.
—Está bien, vamos —le respondí asintiendo , dejando que nuestras manos siguieran entrelazadas.
La noche en Madrid parecía sacada de un sueño. Las estrellas titilaban más brillantes de lo habitual, como si la ciudad estuviera bajo un manto de luz celestial. La luna llena, majestuosa en el cielo, iluminaba suavemente las calles, y los faroles esparcían una luz cálida, añadiendo una atmósfera de intimidad a nuestro paseo. A nuestro alrededor, la gente pasaba feliz, inmersa en su propio mundo, mientras Isabel no soltaba mi mano ni por un segundo. La calidez de su piel era un ancla en medio de la noche tranquila.
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Tú eres como las nubes
RomanceLa vida de Isabel Rizzo y Matteo Callen da un giro inesperado cuando son forzados a casarse por el bienestar de las empresas de sus padres. Inicialmente enemigos, su relación evoluciona de desafíos y conflictos a una conexión inesperada. A través de...