Capítulo 35

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MATTEO:

El comportamiento de Isabel ha cambiado. Es más atenta, más presente. A veces la sorprendo mirándome con una mezcla de preocupación y algo que no logro descifrar. Sus gestos son más suaves, sus palabras más cálidas, como si intentara reconstruir algo que se ha perdido entre nosotros.

Me doy cuenta de esos pequeños detalles: cómo acomoda los papeles en mi escritorio sin que yo se lo pida, o cómo me deja una taza de café en silencio antes de salir de la habitación. Son gestos que parecen simples, pero que en medio de todo este caos significan mucho. No he tenido el valor de preguntarle qué la preocupa, quizá porque en el fondo sé la respuesta. Mi distancia, mi obsesión por esta investigación, la han afectado más de lo que estoy dispuesto a admitir.

Han pasado muchas cosas, demasiadas para contar en un solo suspiro. Llevamos siete meses inmersos en esta investigación, sin descanso alguno, sin tregua. Los días se han convertido en noches, y las noches en un torbellino de pensamientos que no me dejan dormir. A veces, todo parece una larga pesadilla de la que no podemos despertar. Pero antes de seguir adelante, es necesario devolvernos un poco, recordar cómo llegamos hasta aquí...


JULIO 15 

Nathan y yo estamos en la oficina de mi casa, un lugar que se ha convertido en nuestro centro de operaciones. Nathan está lo más concentrado posible, sus ojos fijos en la pantalla de su computadora. Hace aproximadamente una hora no ha dejado de teclear, cada sonido de las teclas resonando en el silencio tenso de la habitación.

Me siento a su lado, observando cómo su expresión refleja una mezcla de determinación y calma. Nathan siempre ha sido de los que mantienen la cabeza fría en situaciones como esta, lo que en este momento es un alivio. Sin embargo, una parte de mí no puede evitar la duda.

—¿Crees que esto nos va a ayudar en algo? —pregunté, mi voz baja pero cargada de incertidumbre.

Nathan no aparta la vista de la pantalla mientras responde, su tono firme y seguro.

—Confía en mí, Matteo. Estamos en el camino correcto. Solo necesito un poco más de tiempo.

Nathan está convencido de que acceder a los correos electrónicos de Marahana nos proporcionará la información que necesitamos. Lo contraté porque sé que es un hacker ético y porque confío en su habilidad para entrar en sistemas que la mayoría no podría ni soñar en vulnerar. Pero aunque su confianza me da algo de esperanza, la preocupación no desaparece del todo.

Finalmente, después de lo que parecen horas, Nathan se recuesta en la silla, soltando un suspiro de alivio.

—Lo tenemos —dice, girando la pantalla hacia mí.

Mis ojos se fijan en el monitor, donde una serie de correos electrónicos están desplegados ante nosotros. En ellos, Marahana detalla operaciones ilegales que han estado ocurriendo en Rizzo Companys. Cada palabra es una pieza más en el rompecabezas que hemos estado intentando armar.

—Mira esto —Nathan señala uno de los correos en particular.

Leo con atención, y mi corazón se detiene cuando veo el nombre de Isabel mencionado varias veces. En los mensajes, Marahana discute con un perfil desconocido, insistiendo en que Isabel no sabe nada sobre las actividades ilegales. Hay una pelea clara en el tono del correo, donde Marahana se opone firmemente a la idea de que se envíe información comprometedora al correo de Isabel.

—Isabel no sabe absolutamente nada —leo en voz alta—, y si ese perfil desconocido se lo envía a Isabel, se daña todo.

La preocupación que había estado intentando ignorar se intensifica. Esto es más grave de lo que pensaba. La implicación de Isabel, aunque sea indirecta, añade una capa de peligro que no había anticipado.

Tú eres como las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora