Capítulo 31

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ISABEL:

Ya se que se suponía que iba a regresar en dos semanas , pero París es un lugar que te embriaga y llega a tal punto que te obsesionas con sus hermosas estructuras , su deliciosa comida y por supuesto su gente , Annie en conclusión. Desde que llegue ella a estado conmigo , no hemos visitado el orfanato en estás dos semanas , salimos a caminar junto a Sunnie y Dasom por la ciudad a comer un helado , vamos de compras , visitamos muchos lugares de París o solo nos quedamos en casa corriendo en Pijama , hacemos galletas juntas , vemos películas , etc. 

Está niña no deja de sorprenderme , es demasiado agradecida y demuestra eso con sus cariños , incluso con las cartas que me hace , con dibujos hermosos , y pequeñas letras en francés, que al unirlas forman frases cursis y perfectas. La última carta que me dió tenía la palabra "Je t'aime" escondida , en español significa Te amo , no pude evitar sentir como mi corazón se aceleraba de la emoción . Sin duda yo también la amaba , en tan poco tiempo le agarré un cariño enorme .

Hoy era uno de esos días en los que decidimos salir a caminar un rato y despejarnos , me encontraba en la sala poniéndole el arnés a Dasom , hasta que llegó una emocionada Annie luciendo un vestido blanco con pequeñas flores amarillas.

— ¿Cómo me veo? -preguntó la pequeña mientras daba vueltas y su vestido sobresaltaba con gran magnitud .

— Te ves preciosa , como una princesa -dije mientras le sonreía.

— Deberías de tomarme una foto y enviársela a Matteo , debe de extrañarme - dijo mientras se subía a un mueble y cruzaba sus piernitas de la forma más orgullosa posible .

— Claro , te ves preciosa , pero para coronar necesitas tus zapatos , princesa , no creo que al rey le guste verla sin sus zapatillas - dije en broma , pero ella se lo tomó enserio , pues salió corriendo a por unos .

Vine a París con el propósito de aclarar mis sentimientos y, pues... no puedo negar que Matteo ha estado en mi mente más de lo que debería. Al principio, pensé que la distancia me ayudaría a entender lo que realmente sentía, pero cuanto más tiempo paso aquí, más lo extraño. Lo siento en cada rincón de mi ser, en cada momento de silencio, en cada sonrisa de Annie. Es irónico, pero estando lejos de él, me doy cuenta de cuánto lo necesito cerca.

Me senté en el sillón, mirando a Annie mientras corría en busca de sus zapatos. Pensé en lo que diría si supiera cómo me siento realmente. Vine aquí para alejarme de todo, para despejar mi mente, pero en cambio, solo he hecho que mis sentimientos se vuelvan más claros, más fuertes. Estoy enamorándome de él... y eso me asusta.

Matteo no es una persona fácil de entender. Es complicado, reservado, y a veces parece que le cuesta dejar entrar a alguien en su mundo. Pero hay algo en él, algo que me atrae de una manera que no puedo explicar. Tal vez sea su fortaleza, su determinación, o la forma en que a veces deja entrever una vulnerabilidad que nadie más parece ver. Sea lo que sea, no puedo negarlo más: me estoy enamorando de Matteo, y no tengo idea de cómo manejarlo.

Annie regresó con sus zapatillas puestas, Se plantó frente a mí con una sonrisa enorme, esperando mi aprobación. Le tomé una foto y se la envié a Matteo .

— ¡Ahora sí estás lista, princesa! —dije con una sonrisa mientras me levantaba—. Vamos a dar un paseo antes de que el sol se esconda por completo.

Sunnie y Dasom estaban emocionados, listos para salir. Caminamos por las calles empedradas de París, disfrutando del aire fresco y del ambiente vibrante de la ciudad. Cada rincón parecía tener una historia que contar, y yo intentaba absorber cada momento, grabarlo en mi memoria. Annie iba a mi lado, agarrada de mi mano, mientras los perros trotaron felices a nuestro alrededor.

Después de un rato, llegamos a una fuente que brillaba bajo la luz del atardecer. Annie soltó mi mano y corrió hacia ella, fascinada por el agua que danzaba en el aire. Me acerqué lentamente, sintiendo una paz indescriptible al verla tan feliz.

— Isabel, ¿me das una moneda? Quiero pedir un deseo —dijo Annie, mirándome con esos ojos grandes y brillantes.

Sonreí y saqué una moneda de mi bolso, entregándosela.

— ¿Qué vas a pedir? —pregunté con curiosidad mientras la veía cerrar los ojos con fuerza, concentrándose en su deseo.

Annie lanzó la moneda al agua y, después de un momento de silencio, abrió los ojos con una sonrisa.

— No te lo puedo decir, si no, no se cumple —respondió con picardía.

Nos quedamos allí unos minutos más, disfrutando del sonido del agua y del momento de calma. Luego, fuimos a una heladería cercana, donde Annie escogió su sabor favorito, fresa con chocolate, mientras yo opté por un simple y clásico helado de vainilla.

Mientras saboreábamos nuestros helados, Annie me miró de repente, con una seriedad que me tomó por sorpresa.

— Isabel, ¿tú extrañas a Matteo o prefieres estar aquí conmigo ?—preguntó, sus ojos fijos en los míos.

La pregunta me tomó desprevenida, pero la respuesta surgió en mi corazón de inmediato.

— Sí, Annie. Lo extraño , pero también me encanta compartir tiempo contigo —admití, sintiendo cómo esas palabras resonaban con fuerza dentro de mí.

Annie asintió, como si comprendiera algo profundo, y luego sonrió.

— Él también te extraña, lo sé. Yo veo el futuro .

No pude evitar reírme.

— Le hice un dibujo , ¿ cuando regreses a Madrid se lo puedes entregar ?

— Claro que sí 

Decidí disfrutar del momento con Annie, saboreando la dulzura del helado y la tranquilidad de estar en París, donde cada rincón parecía susurrar promesas de amor y esperanza. Bueno eso es lo que yo pienso o estoy técnicamente loca.

En tan poco tiempo, me ha cautivado alguien que no muestra el más mínimo interés en mí. Mi mente grita que lo olvide, pero mi corazón solo late por él. Es un deseo ilógico, pero inevitable.

Si ... estoy loca 


Tú eres como las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora