Epílogo

90 4 0
                                    

ISABEL:

Después de cuatro años... mi vida ha dado un giro que jamás imaginé. A veces, aún me sorprendo al darme cuenta de lo lejos que hemos llegado, pero cada detalle, cada logro y cada pequeño momento me recuerda que valió la pena luchar.

Mi madre, Elena, es el mejor ejemplo de fortaleza que conozco. Después de todo lo que sufrió, ahora está viviendo la vida que siempre soñó. Viaja por todo el mundo, explorando cada rincón que siempre quiso visitar. Y aunque su agenda esté llena de aventuras, siempre encuentra tiempo para nosotras. Cada dos meses regresa para estar con Annie, a quien ama como si fuera su propia nieta. De hecho, lo es, al menos legalmente. Matteo y yo adoptamos a Annie, y aunque no es nuestra hija biológica, en nuestros corazones siempre lo ha sido.

Annie es increíble. Es la niña más inteligente y amorosa que conozco. Se pasa los días corriendo por la casa con Dasom y Sunnie detrás de ella, siempre llena de energía y alegría. Pero lo que más la caracteriza es su pasión por el arte. Cada vez que la veo concentrada pintando retratos o creando paisajes, mi corazón se llena de orgullo. Muchas de sus obras están inspiradas en Matteo y en mí. No hay mayor honor que ser su musa.

En cuanto a mi trabajo, Rizzo Companys y BrillianceWorks nunca estuvieron mejor. Ambas empresas son un reflejo de esfuerzo, honestidad y dedicación. Lo mejor es que ambas han crecido enormemente. Ahora, Rizzo Companys tiene dos sedes pequeñas: una en París, justo al lado de BrillianceWorks, y otra en Portugal . Ver cómo prosperan de manera justa y limpia me llena de satisfacción. Tener a Azura a mi lado ha sido un regalo. Ella no solo es mi secretaria y mano derecha, es mi amiga, mi hermana elegida. Sé que no podría haber llegado tan lejos sin su apoyo incondicional. Ahora, ella está comprometida con Nathan, y es imposible no notar el brillo en sus ojos cada vez que habla de él. Es un amor que crece día a día, fortalecido por la conexión que han logrado, incluso trabajando juntos.

La familia Callen también ha crecido. Marco y Andrea tuvieron una hija preciosa hace dos años, que es el vivo retrato de su madre. Luca, por su parte, ya terminó sus estudios y está al frente de una pequeña sede de BrillianceWorks en Estados Unidos. Antonio y Chiara siguen siendo un ejemplo de matrimonio, siempre unidos y amorosos. Es una familia de la que me siento orgullosa de formar parte.

En cuanto a Nicolai, su historia ya no tiene cabida en nuestras vidas. Cumple su condena en prisión, y es lo único que sé de él. De Marahana tampoco sabemos mucho. Ni Azura ni yo la hemos visitado desde que fue encarcelada. Quizá es mejor así.

Y ahora, lo más importante: Matteo y yo. Hace dos años, el 10 de agosto, nos casamos de nuevo. Pero esta vez, fue diferente. No había contratos ni condiciones. Solo amor, el más puro y real que jamás había conocido. Matteo es mi compañero, mi amigo y mi hogar. No hay día en que no me lo demuestre, en pequeños gestos que siempre logran derretir mi corazón.

Mirando hacia atrás, sé que nuestro camino no fue fácil, pero cada paso nos llevó a este momento. Estoy agradecida por la vida que tenemos, por la familia que hemos construido y por el futuro que nos espera.


Hoy era mi día de descanso, y Annie y yo estábamos en la cocina, creando un caos delicioso con la masa para las galletas. Había harina por todas partes: en el suelo, en las paredes, incluso en el techo, probablemente. Pero lo mejor de todo era la sonrisa de Annie, iluminando todo a su alrededor mientras intentaba darle forma a la masa.

—¡Mamá, se me cayó un huevo! —exclamó Annie, mirando su desastre con ojos enormes y una risa que no podía evitar contagiarme.

Me reí y me acerqué a ella.
—No te preocupes, cariño. Aprender a cocinar significa también un poco de caos. Es parte de la diversión.

Estábamos tan concentradas en nuestra pequeña guerra de galletas que ni nos dimos cuenta cuando la puerta de la cocina se abrió. Matteo apareció en el umbral, con la cara cansada por el trabajo. Su expresión cambió al instante al vernos. Estaba desconcertado, pero también tan feliz, al ver el desastre que habíamos hecho en la cocina.

Dasom y Sunnie no tardaron en correr hacia él, moviendo sus colas con entusiasmo. Matteo se agachó para saludarlos y los acarició con cariño.

—¿Quiénes son los mejores guardianes de la casa, eh? —les dijo, sonriendo mientras se levantaba para venir a vernos.

Primero se acercó a Annie, que seguía en la silla un poco alta, y la bajó con una ternura que me hizo sonreír.
—Pequeña traviesa, ¿cuántas veces te he dicho que no juegues en esas sillas tan altas? —dijo, abrazándola suavemente y besándola en la frente.

Annie protestó con un puchero adorable.
—Pero mamá me dejó...

Yo sonreí y le acaricié la cabeza.
—Sí, pero eso no significa que puedas seguir jugando en la silla alta, mientras no te veo —le dije entre risas, abrazándola por el otro lado.

Matteo nos miró un momento, y luego se acercó a mí, rodeándome por detrás, como solía hacerlo. Su olor, su calor, su presencia, todo en él me daba esa paz que nunca había conocido antes. Besó mi hombro suavemente.
—Cloud, ¿cómo estás?

Sonreí al escuchar el apodo que me había puesto, como siempre, un pequeño gesto que me hacía sentir especial.
—Estoy bien, más que bien, en realidad —respondí, apoyando mi cabeza sobre su hombro mientras sentía sus manos rodear mi vientre, que ya comenzaba a mostrar los primeros signos de nuestro bebé.

Se me olvidó contar ese pequeño detalle , ya tengo seis meses de embarazo , una noticia que emocionó a ambas familias y mucho más a Matteo ...

Matteo no tardó en inclinarse, con la mirada fija en mi barriga, y le habló al bebé con ese tono tan suave que me derritió.
—Hola, príncipe. Soy papá. ¿Estás escuchándome?

En cuanto lo hizo, sentí al bebé moverse, como si respondiera a la voz de Matteo.

—Esto es tan injusto —dije con una sonrisa, pero también un toque de celos juguetón—. Cuando yo le hablo, no hace ni un movimiento, pero cuando tú le hablas, ¡se emociona!

Matteo se echó a reír y, sin apartar la mirada de mi vientre, besó suavemente donde sentía el pequeño movimiento.
—Es que sabe que tiene a la mejor mamá del mundo. Yo solo soy el apoyo.

Annie, que se había acercado con una pequeña bola de masa, nos miró y sonrió.
—¡Papá, mira! Hice una estrella, pero se rompió.

—Es preciosa, cariño —respondió Matteo, sin dudar, con esa ternura que hacía que todo pareciera perfecto. Luego, se dirigió a la mesa donde estábamos trabajando—. Ahora, ¿cómo va eso de las galletas?

Me preparaba para decirle que podía terminar, pero antes de que pudiera abrir la boca, Matteo ya me miraba con esa mirada tan protectora.
—Ni lo pienses, Cloud. Tú te sientas y descansas.

Suspiré, dándole una mirada de rendición.
—Estoy bien, Matteo. De verdad puedo...

Él me miró con esa mezcla de amor y preocupación que solo él sabe mostrar.
—Nada de eso. Déjame a mí. —Y antes de que pudiera decir más, me besó en los labios, ese beso suave que me hacía sentir que todo estaba bien en el mundo.

El resto de la tarde transcurrió entre risas y besos, con la cocina llena de galletas, harina y el ruido alegre de Annie corriendo por ahí. Las luces del atardecer entraban por la ventana, y en esos momentos sentí que tenía todo lo que siempre había soñado.

Miré a mi familia: Annie, Matteo, Dasom, Sunnie, incluso el bebé que crecía en mi vientre. Todo estaba en su lugar. Nada faltaba. No cambiaría ni un solo segundo de mi vida, y sabía que, sin importar lo que viniera, siempre tendría a los que más amo a mi lado.

Esto era mi vida soñada. Y no podía esperar para ver cómo seguiría en el futuro.


FIN 


Tú eres como las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora