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LUCIFER
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Por fin, maldita sea, por fin la tengo en mis garras.
¡Me la tengo que tirar ahora!
La maldita tención sexual no es lo mío, y ya con ella me había aguantado demasiado.
Saboreo sus tetas a mi antojo, son tan deliciosas, las beso y las muerdo sin parar, me encantaría tomarme mi tiempo con ella, ir lento y disfrutarla pero por el infierno que no puedo.
Las dejo un momento y bajo a su abdomen, beso cada parte de él, no quiero que quede una sola parte de su cuerpo libre de mí, le doy pequeños mordiscos que la hacen estremecer y erizar la piel.
No me canso de contemplarla y venerarla, no creo que lo sepa, pero esta mocosa me encanta como nadie me había gustado antes, acerco mis labios a los suyos.
«¡No puedo más, joder!»
Me separo de ella y le quito el bodi para arrojarlo lo más lejos que pueda, le quito las bragas negras que trae y me levanto para quitarme el pantalón y el bóxer, ella no me quita la mirada de encima y yo menos, me lanza un jadeo de asombro cuando deslizo el bóxer y yo solo le sonrió con malicia.
Me arrastro por la cama y comienzo a besar sus pies, sonrió sobre su piel al ver sus unas rosas. Le dejo besos húmedos por lo largo de su pierna derecha y la izquierda no la olvido acariciándola con mi mano y dándole apretones desesperados.
Paso mi lengua cuando llego a su muslo y acomodo sus piernas en mis hombros.
—Lucián, no, ¿qué hace...
Callan sus palabras cuando beso su monte terso y sin ningún rastro de bello, beso más abajo y cuando la siento estremecer por pasar mis labios en su botoncito, abro los labios y lo succiono al tiempo que le pasó mi lengua sobre él. La pelirroja gime con delicadeza pero más alto de lo que la habías escuchado hacerlo antes.
Nunca pensé encontrar a alguien que se quedara a pesar de la frialdad de mí ser, a alguien que quisiera bailar con mis demonios por gusto, a alguien a quien le gustara mi rareza, y me hiciera sentir toda esta mierda que siento ahora con ella.
Me subo sobre ella poniendo mis piernas entra sus rodillas.
—¿Estarías dispuesta a complacerme sin enamorarte y sin límite? —Le pregunto en lo que subo lambiendo su tersa piel.
—¿A complacerte?
—Prometo hacerlo también.
Subo y le beso los labios carnosos que se carga y ella hunde sus dedos en mi cabello, se siente tan bien sentir su sexo rozando mi piel, es innombrable esta sensación.
La temperatura empieza a subir y le roso la entrepierna con mi falo erecto y babeado, pongo la cabeza en su entrada sin dejar de besarla y empujo solo un poco, no me da acceso y ella jadea, vuelvo a intentarlo esta vez un poco más decidido y entra muy a fuerza, comienza a respirar entrecortadamente y no le suelto la boca, quiero que se concentre en mis besos para que el dolor no la haga parar.
Salgo y arremeto un poco más fuerte y logro entrar muy justo, ella se separa de mí, cierra los ojos y baja su cara para esconderla en mi pecho.
—Tranquila, necesitas respirar y soltar el cuerpo, solo relájate. —Le susurro con la voz grave y firme.
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Corazones Rotos
RandomQuien diría, que abecés el amor llega a nosotras desde el mismo infierno para acerté arder en él, y quien diría, que abecés somos tan masoquistas, que lo único que queremos es vernos envueltas en esas llamas con los brazos de un demonio acunándonos...