capitulo 34

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Lucifer

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Estoy que me lleva el diablo, no tengo ni humor ni ganas de ser parte de esta payasada.

Hoy se casan Hernán y Fiona, se hará una recepción en los jardines del castillo y llenarán de gente extraña mi casa, Hernán mejor que nadie sabe que las recepciones no son lo nuestro, pero la novia quería la boda que nunca tuvo.

Me coloco el traje y termino de arreglarme para bajar al jardín, ya me mandaron avisar que solo falto yo. Tengo días fastidiado y amargado, a Júpiter no la he vuelto a ver, le dije que no le rogaría y eso es lo que estoy tratando de hacer. Me atreví a darle la caja y muy orgullosa me mando al diablo.

El lugar está lleno de sillas, flores, y todas esas tonterías, me dirijo al altar con Lorian y Hernán.

—Que guapo te vez hijo —me dice papá e ignoro su comentario, suena la música de piano y no le hago caso, como si no escuchara nada, fijo mi vista en todos los invitados y veo que hay gente de verdad importante en el mundo de la milicia, Hernán es el almirante de Irlanda, igual de importantes sólo 3 hombres existen, y arriba de estos solo está el presidente.

Después de hacernos esperar un tiempo, entra Fiona con un vestido blanco y un ramo en las manos, Ardal está del lado opuesto a nosotros en el altar esperando a su madre, ella llega a Hernán sonriente y radiante, tiene los ojos llenos de agua y yo no puedo dejar de pensar en mamá por más que intente distraerme.

Fiona era su amiga, además de ser la mujer que la ayudo a educar y criar a sus hijos, sé que no está más y que no lo estará nunca, pero estoy seguro que esto le rompería el corazón.

Todo transcurre a lo planeado, se casan y todos les aplauden y los felicitan, todo el mundo luce feliz por ellos, Emma no se me despega, bebo mi whisky y solo converso de vez en cuando con los que están en nuestra mesa, me hablan de los hoteles de Hernán en Canadá y esperan que yo también sea un éxito en los negocios.

Hugo me hace señas y me acerco a él para que no nos escuchen.

—Me topé con un investigador secreto —arrugo las cejas— Aura Bruce también te estaba buscando, desde hace años según me dijo este hombre. Quiere concretar una cita contigo y con ella.

Me lo pienso por un momento y al final termino cediendo. No tengo nada que perder según las palabras de la pelirroja.

Helen es otra que llega a fastidiar queriendo reclamarme lo del video. La callo diciéndole que si no fuera tan puta eso no le pasaba y me lago de donde está jodiendo.

Emma sigue sin despegarse de mí y con el calor de las copas comienza a ponerse caliente.

—Vámonos.

—No.

—Solo quiero que me lleves a tu habitación y me des hasta que me corra. —Me giro a mirarla y bebe de su copa coquetamente.

—¿Estas ebria? —niega con la cabeza y se ríe de la nada.

Se me va toda la maldita tarde revisando el teléfono, no sé qué carajos estoy esperando. En dos ocasiones estuve a punto de presionar el botón verde para hablar con ella y me arrepentí al momento. No le voy a rogar, no le puedo rogar.

Al caer la noche comienzo a ver cierto movimiento con unos agentes que hablan con Hernán, cuando voy a pararme a averiguar mi mirada se conecta con la de mi progenitor y me hace señas de que me acerque.

Lo hago sin decir nada y me lleva a un lugar apartado junto con el general, padre del imbécil.

—Hay un problema Lucifer —me dice Hernán– nos llamó el capitán Brenan, triunfo en su misión pero hubo repercusiones.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora