CAPITULO 29

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Júpiter

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Es un lugar hermoso y elegante.

Cuando el ascensor se abre veo a muchas personas finamente vestidas, entramos al lugar tomados de la mano y aunque me siento rara por estar así, no me incomoda y menos me quejo, Lucián camina lleno de orgullo y poderío y me siento tan pequeña a su lado. Nerviosa miro a ambos lados como si estuviera tonta.

Algunas personas lo saludan y el educadamente les da la mano, algunos me regalan una inclinación, otros me saludan educadamente y algunos simplemente me ignoran ya que no me presenta con nadie, a pesar de que algunos si esperan saber quién soy.

Me limito a esconder mis labios y solo parpadear. Nos acercamos a una mesa y 4 de las personas que están en ella se levantan.

—Pensé que no vendrías —le habla el mismo hombre que hablo en la celebración del pentágono, el almirante, si no recuerdo mal. Es guapo, alto y con porte igual de elegante que el de Lucián.

Una mujer se acerca a besarle la mejilla y ciento una corriente eléctrica al mirarla cuando se despega de él. Algo me comprime el pecho y se me eriza la piel al verla a los ojos.

Ella me mira y supongo que sintió lo mismo ya que no aparta los ojos de mi rostro y yo estoy igual que ella.

—Ella es Júpiter —escucho la voz de Lucián pero no puedo reaccionar, abro los labios para soltar unas buenas noches pero no puedo.

—¿Amor? —le habla el padre de Lucián a la pelinegra y esta parpadea ocultando las lágrimas que se niegan a salir de sus ojos.

Supongo que la sensación la sentí por conocer a la madre de Lucián, aunque nunca pensé que sería emotivo conocer a tu suegra, bueno, no es mi suegra, pero casi ¿no?

—Un gusto, Hernán Ditorres. —Le devuelvo el saludo de mano y le sonrió amablemente aunque con el cuerpo aun tenso por esta mujer.

—Ella es Fiona, la prometida de papá —trago en seco al conectar mis ojos con ella otra vez y me obligo a sonreír.

¿Entonces no es su madre? ya no entendí.

—Un placer. —Mi voz sale en un susurro.

—Es placer es mío linda. —Me sonríe con ternura y un frio me toma la piel cuando me suelta la mano.

—A Lorian ya lo conoces y ella es su prometida, Claudia.

—Un gusto. ¿Cómo están? —les digo a ambos.

—El gusto es mío. Es hermosa Lucifer. —Le comenta su cuñada pero estoy demasiada ocupada mirando a Fiona como para sonrojarme.

Tomamos lugar en la mesa donde estaban ellos y no puedo dejar mirar a la mujer de vez en cuando regalándole una sonrisa tierna, mientras ella también estudia cada uno de mis movimientos.

—Buena sorpresa nos has dado hijo —el señor toma un trago a su larga copa.

—No veo por qué.

—Yo ya tenía el placer de conocerte ¿cierto? —me mira su hermano y le sonrió.

—Si, en el bar, lo recuerdo —la novia voltea a verlo entornando los ojos.

—No es lo que crees, fui con Lucifer a su bar y Júpiter bailo ese día.

—¿Eres bailarina? —la pregunta salió de la boca del señor Hernán y de Claudia en un solo tono.

—No profesional.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora