CAPITULO 31

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JUPITER

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La casa es preciosa.

Es una cabañita de dos pisos con todo el frente de cristal, se ve el interior del piso de arriba y el de abajo, y eso no es malo puesto que no hay nadie alrededor.

No puedo creer que este en Berlín y con Lucián, este hombre es increíble en toda la extensión de la palabra.

Entramos a la cabaña y Lucián me pidió un momento para revisar los papeles que tenía en la mano, ya lleva un buen rato dentro de la pequeña oficina. Supongo que es algo importante. Es un coronel de las fuerzas especiales, su trabajo debe ser interminable.

Enciendo el fuego de la chimenea de la sala y subo las maletas a la habitación.

Tiene una vista increíble hacia el bosque ya que la pared es de cristal. Acomodo la ropa en el armario para que no se arrugue y enciendo la calefacción de la habitación para que no esté tan frio. Bajo al primer piso y mi acompañante aun no sale, tomo un video corto del lugar y se lo envió a mamá.

Esta molesta conmigo por cómo me vine, pero le envió un audio disculpándome otra vez y contándole como fueron las cosas, termina cediendo y me pide que lo disfrute ya que estoy acá. Pero me advierte que estaré castiga por el resto de la vida.

Veo que la despensa está llena y preparo algo para cenar, cuando termino, Lucián sale del pequeño despacho con una extraña expresión.

—¿Estas bien? —asiente y me abraza por atrás mientras termino de servir los platos.

Me ayuda a llevar todo y a colocarlo en la mesita frente a la chimenea. Nos sentamos en la alfombra y nos recargamos en el sofá.

—La alacena estaba llena —asiente.

—Lucia preparo todo antes de llegar aquí —recuerdo a la linda mujer que estaba junto al avión. Su secretaria.

—Es muy eficiente.

—Lo es —sirve dos copas y me entrega una.

—Me volverás una alcohólica —se encoje de hombros.

—No importa, si es así, prometo solventar tu vicio —me besa la nariz y le sonrió.

—¿Seguro que estas bien? no tenías esa cara cuando llegamos aquí —suspira y asiente.

Cenamos y termina por darme fresas en la boca, y comienza a robarlas con sus labios, después besa mi cuello. Y me acaricia completamente, se lo que se viene y lo acepto más que feliz.

—Te la voy a meter hasta la garganta —susurra sobre mis labios y miro sus ojos con una gran sorpresa.

No me mintió, no sé cómo terminamos así, pero estoy de rodillas frente a él, Lucián sentado en el sofá con ambas piernas abiertas, su mano en mi cabello y mis labios devorándole lo que tanto me hace feliz. Terminamos haciendo el amor frente al fuego y devorándonos sin dejar un solo espacio libre de nosotros.

Dormimos en las mantas, abrazados uno con el otro y el calor del fuego sobre nosotros.

En la mañana despierto porque siento sus besos en mi cuerpo y de la nada su entrada en mi me hace abrir los ojos, me sonríe con malicia y me besa los labios y las mejillas mientras arremete con ganas.

Nos damos un baño y desayunamos, después de nuestro "buenos días" cuando estamos listos nos montamos en el jeep, me lleva a la ciudad y terminamos entrando a él antiguo edificio del Reichstag, comemos en un restaurante elegante y en la tarde me lleva al museo judío de Berlín, y para terminar nuestra noche entramos a un bar con gente que baila y ríe, pedimos cervezas y cuando siento que me subieron hasta la coronilla nos regresamos a la cabaña.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora