CAPITULO 35

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Júpiter

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Me duele mucho.

No lo soporto más, siento húmedo y abro las piernas para mirar.

Sangre. Me está saliendo mucha sangre, tal vez es mi regla y me duele por la patada que me dio el desgraciado que me encontró con el móvil en la mano.

Estoy tirada en el piso de un sucio cuarto, una bombilla sucia medio alumbra el pequeño lugar, me ataron las manos y los tobillos, tengo un trapo en la boca porque dicen que ya los tenia artos con mis gritos, la garganta me arde y siento kilos de tierra en ella, siento que me la desgarre de tanto que he gritado y llorado.

Estoy aquí para que Dylan los ayude a escapar. Lo estuvieron recalcando toda la noche.

¿Por qué me está pasando esto a mí? en mi anterior vida debí ser muy mala para que en esta me pases cosas como las que me han pasado a lo largo de 18 años.

Primero mis padres biológicos no están con migo desde que nací, no sé si ellos me vendieron al mafioso o si me apartaron de su lado por la fuerza, de igual manera duele no haber crecido con ellos.

Después el infeliz de Fiin tenía que llegar a mi vida y dejarme traumas y complejos por su maldito abuso.

Del hombre que me enamore profundamente como estoy segura que nunca voy a amar a nadie no me quiere y no quiere de verdad y no sabe cómo estar conmigo, y ahora esto.

Ojala Lucián pueda ayudarme.

En cuanto tome el móvil vi que tenía muchas llamadas perdidas y el más reciente era el, no lo pensé y remarque rápido, no pude decirle nada importante, y es que en verdad no tengo ni idea de donde estoy, no hay ventanas, y cuando me subieron a la camioneta me amordazaron y me pusieron una bolsa de tela en la cabeza, me tiraron al piso y mucho tiempo después me dejaron aquí.

Pude escapar del cuarto porque le di un golpe al tonto que me trajo agua, y lo deje inconsciente unos minutos, pero su compañero me descubrió y me golpeo, dos patada en el vientre, otra en la cara, y del cabello me arrastro hasta dejarme aquí otra vez.

Me remuevo del dolor, enserio me está doliendo mucho y ya estoy formando un pequeño charco de sangre, la falda ya se me mancho toda, al igual que el short que traigo debajo, y las piernas.

También me duele mucho la mejilla donde recibí el golpe, siento que me arde y me hormiguea, y el labio se me hace que me lo reventó porque con el trapo en la boca me está ardiendo más, en la ceja siento una gotita bajar y me duele, creo que también me la abrió.

Sentí horrible, me tiro al piso y de la nada llego el golpe en el vientre que me doblo inmediatamente seguido del segundo, y cuando abrí los ojos en cámara lenta vi su bota de combate tocar mi rostro.

Las ratas caminan por todo el lugar y una sube por mi pierna lo que me hace removerme para sacarla de encima, con el movimiento brusco sentí un tironcito en el abdomen y el ardor me atraviesa por la espina dorsal.

Entra la mujer castaña y mira mi charco de sangre, me encojo en mi lugar y me quedo callada.

—¡Iram, ven ayúdame aquí! —le grita a uno de los hombres, este entra y me mira— llévala a la mesa de haya —le indica ella, y al ver que se acerca a mi comienzo a querer evadirlo, no puedo, me jala y me sube a su hombro.

Y otra vez grito del dolor, su grande hombro presiona mi vientre y el dolor por un instante me hace apagar el cerebro para volverlo a encender.

—Buen golpe el que me diste perra —dice el cerdo mientras acaricia mis glúteos que le quedan a un lado de la cara, me nalguea y yo intento bajarme pero no puedo— bañada en sangre suena más excitante perra sucia.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora