Miguel Capítulo 26

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Tras terminar de leer el mensaje de Claudia volvió con los demás, no estaba más tranquilo, no sabía que iba a hacer, pero sabía que eso que estaba viviendo no era lo que quería en su vida, él quería libertad y la quería ya.
De camino a juntarse con los demás se chocó con África, no la había visto que venía caminando hacia el, muy decidida a explicarle algo, Miguel no veía nada en ese momento, la rabia inundaba su vista ya que a quien miraba era al responsable de su situación, su director caminando tan tranquilo por el centro.
- ¡Hay Miqui que daño! - Exclamó África un tanto dolorida.
- Lo siento. - Contestó él muy preocupado, dándose cuenta de lo que había hecho y volviendo a la realidad.
- Y yo que quería contarte algo muy importante y vas tú y me das un golpe en la cara.
- ¿Estás bien? de verdad que lo siento mucho.
- Si tranquilo, ha sido solo un golpe, lo que no entiendo es que te pasaba que ibas tan furioso y no me has visto.
- No, no era nada, estaba un tanto triste tras hablar con mis hermanas. - Mintió Miguel, ocultando sus verdaderas intenciones de pegarle al responsable de su desgracia, pero sin abandonarlas del todo.
- Bueno yo he hablado con mi madre estos días sobre el tema de Mateo, su adopción y vuestro parecido y ella ha hablado con mi tía y ha descubierto una historia que podría aclararnos muchas dudas en esté dichoso parecido.
- Y ¿Qué es? - Preguntó el no muy emocionado.
- A tí te adoptaron con 8 meses ¿Verdad?
- Si, a los 8 meses de un orfanato de Bilbao.
- El mismo orfanato en el que estuvo Mateo hasta los 8 meses, cuando alguien a quien estaba muy unido fue adoptado, Mateo no dejaba de llorar y decidieron trasladarlo de orfanato, para ver si un cambio de aires le venía bien y ese orfanato es el de barcelona donde lo adoptaron mis tíos a los 2 años.
- Y ¿con quien podía tener un vínculo tan grande un bebe de 8 meses?
- Con su hermano gemelo, un niño que fue adoptado por una familia riojana de gitanos, un niño con el pelo tan rizado y tan rubio como él, con sus mismos rasgos faciales y apellidos, ¿recuerdas tus apellidos biológicos?
- Guate, Ortega.
- Los mismos que tenía Mateo antes de ser adoptado, los mismos que nos hicieron saltar las alarmas, pero como no sabíamos que estuvo en el orfanato de bilbao pensábamos que solo eran banales coincidencias.
- Pero no lo son.
- No, eres el hermano gemelo de mi primo.
- Bueno si, es mi hermano biológico y ya.
- ¿Y ya? - Preguntó ella extrañada.
- Sí, y ya porque no le conozco, en 16 años de vida hemos estado juntos 8 meses, no le conozco, al igual que no conozco a mis padres biológicos, estaría bien conocerle pero no le siento mi familia.
- Bueno si, es normal pero es tu hermano.
- No, solo biológico, pero no es la familia con la que he crecido, quizás no lo entiendas porque tus padres sí se quedaron contigo pero cuando creces en otra familia entiendes que la familia no es solo la que te trae al mundo. - Le explicó Miguel manteniendo la calma.
- ¿Sabes lo que pasó con tus padres? - preguntó África que quería contar la historia a toda costa.
- No, pero tampoco me importa, no son mis padres, mis padres son dos personas que crecieron en hogares muy cerrados de mente con un único objetivo en la vida, casar a sus hijos cómo y con quien fuese sin importar su futuro académico, son dos personas que supieron salir de esa burbuja ver mundo más allá y explorarlo y en el camino se encontraron, son dos personas,Gitanas como has dicho, sí, pero que me han querido desde antes de conocerme. - El tono de Miguel se elevó en su respuesta.
- Yo no digo que no te quieran.
- Lo se, pero no se si te das cuenta de cómo tratas el tema, como si tuviese que descubrir cual es mi familia biológica sí o sí y quizás yo no quiero saberlo todo, me daba curiosidad lo de Mateo por el parecido pero ya. - Al decir ésto intentó relajarse para no acabar metido en una pelea con su amiga, entendía su punto pero quería que ella entendiese el suyo.
- Murieron en un accidente.
- Vale ¿y? Acabo de explicarte que no me importa.
- Un accidente de coche poco después de vuestro nacimiento, el otro coche era conducido por el padre de tú madre adoptiva.
- ¿Y qué quieres decir? Que como son Gitanos mataron a mis padres para poder adoptarme, África no tiene sentido eso, pasarón años de papeleo hasta que me consiguieron, yo mismo he visto los papeles en casa cientos de veces.
- No, claro que no quiero decir eso, pero no te parece mucha coincidencia, quiero decir ¿Que hacía en Bilbao tu abuelo adoptivo?
- Muchas cosas la verdad, ha trabajado allí mucho tiempo.
- Miqui no quiero decir que nadie haya cometido un delito por ti, solo que son demasiadas coincidencias ¿No crees?
- Ya ¿y? así es la vida África, coincidencia tras coincidencia que no te llevan a ningún lado, ésto no es una historia de asesinatos. - Contestó él volviendo a alzar el tono.
- Miguel lo siento, yo no quería…
- África para. - Miguel respiró hondo para calmarse antes de seguir. - Se que no lo haces a malas, te conozco desde niños, no estoy enfadado pero tampoco estoy cómodo con está situación, he tenido que aguantar mucho desde pequeño por la mala fama de las familias Gitanas, los niños a los 6 años me decían que nadie me quería y no por ser adoptado, si no por quien me adoptó.
- Lo se, yo mordía a esos niños, pero mi intención no era hacerte sentir incómodo.
- ¿Y qué querías insinuando todo eso?
- Yo…
- Mira África dejemoslo, no quiero pelearme contigo vale, se que no lo haces con mala intención, solo me ha molestado pero ya, no quiero romper nuestra amistad por está tontería.
Por mucho que Miguel le dijese cientos de veces que no estaba enfadado África seguiría sintiéndose tan mal como en ese momento, la había cagado con su amigo de la infancia por dejarse llevar por su afán por las historias de asesinatos y misterio. Miguel la abrazó, la entendía y le hizo ver que no estaba enfadado, sabía que su amiga no lo había hecho a malas y no podía saber lo que le estaba molestando está conversación.
El resto del día fue tenso para los amigos, África tenía miedo de abrir la boca y cagarla de nuevo por lo que casi no la abrió y si lo hacía era con cuidado. La tarde pasó diferente para Miguel, de la conversación con África ya casi se había olvidado, seguía pensando en las pocas ganas que tenía de seguir allí y mientras los demás terminaban los deberes en la biblioteca él planeaba su última escapada sin retorno.
A la noche comenzó a llenar su mochila con toda su maleta para no tener que llevarse las dos, no cabía todo, hiciese lo que hiciese los zapatos siempre lo jodian todo. Claudia le llamó esa noche pero no le cogió, no quería que se enterase de lo que preparaba ya que habría intentado quitárselo de la cabeza, ya le diría al día siguiente que estaba dormido y no la escuchó. Siguió intentando meter todo a la mochila hasta que se dio por vencido, si quería llevárselo todo tenía que llevarse la maleta. Entró en google maps y comenzó  a trazar una ruta para llegar a su casa sin levantar sospechas pero ¿Qué dirían sus padres si iba a casa? no podía ir a casa, tampoco a la de Claudia, sentía que nadie podía entenderle. La frustración y la situación estaba pudiendo con él y nada le dejaba pensar con claridad, sabía que su idea era una locura pero no le importaba, salir era su única opción, aunque acabase en la calle y mintiendo a todo el mundo.
Por su lado África necesitaba hablar con él, su mundo se estaba volviendo a derrumbar pero después de cómo la había cagado esa mañana no estaba segura de que hacer, erán las 3:00 de la madrugada, Diego acababa de irse a su turno de vigilante, ella dio mil vueltas en la cama intentando aclarar sus ideas sin ayuda de su amigo, pero no lo consiguió, nada estaba claro y no podía aclararlo porque no sabía aclararlo. Cuando cogió el móvil buscando la ayuda de su amigo las manos le temblaban, pero si él le había dicho que ya estaba todo bien tenía que estarlo ¿Verdad?
Necesito ayuda Miqui.
Pero Miguel no contestó, no pronto, el mensaje había llegado pero él no lo había leído y eso a África no le daba tranquilidad, todo lo contrario, su respiración se entrecortaba ¿era esté el final de su amistad? y todo por su culpa.
Miguel por su lado estaba en la calle de detrás del instituto, la misma calle que atravesó la noche que se escapó con su chica, había conseguido salir, era libre, se sentía tan bien, tan pleno, no había conseguido llevarse sus cosas pero le dio igual, había conseguido su ansiada libertad ¿Y qué importaba todo lo demás? nada, solo importaba lo que tenía en ese momento, libertad. Comenzó a correr y gritar lleno de toda la felicidad que le daba esa libertad, lanzaba puñetazos al aire, reía, gritaba, sonreía, saltaba, era felíz como nunca antes lo había sido. Cuando toda esa felicidad le tumbó en la carretera mientras no paraba de reír no se dió cuenta de que pasaba a su alrededor, tenía los ojos cerrados y su risa no paraba cuando 5 hombres vestidos de negro y encapuchados bajarón de una furgoneta y se hacercarón a el, le rodearón aprobechando que el no se enteraba. Cuando Miguel abrió los ojos y les vio el miedo le atacó como una ola y se llevó su felicidad a rastras, su risa disminuyó paulatinamente mientras les miraba a todos de uno en uno, contó que erán 5 y los volvió a contar, 3 veces más, su respiración comenzó a salir entrecortada, un nudo se apoderó de su garganta y la apretó impidiendo el paso del aire, la presión que se instaló sobre su pecho era como un bloque de cemento que le aplastaba contra el suelo y cada vez que intentaba respirar apretaba más.
Un sexto hombre bajo de la furgoneta haciendo un ruido infernal al cerrar la puerta, también iba de negro pero no encapuchado, dando lentas pero firmes pisadas se hacercó a Miguel, cuando llegó a su altura se agachó y le miró a los ojos, Miguel le reconoció al segundo, era Rodolfo, el director del instituto, le había pillado, Miguel quería huir pero el miedo le paralizaba ¿Como se había enterado? si no le dijo nada a nadie, ¿hay alguién que le espía? es eso, alguien espía hasta sus pensamientos más íntimos, si es eso, no puede haber otra explicación.
- ¡Muy bien hecho chaval, muy bien! - Exclamó Rodolfo sacando algo de su bolsillo.
Era una jeringuilla, cuando Miguel la vio la adrenalina del susto le ayudó a impulsarse y levantarse para salir corriendo, pero ese impulso sólo sirvió para ayudar a su director a clavarle la jeringa en el cuello.
- Muy bien señores, lo tenemos, subanlo al coche. - explicó Rodolfo mirando a los demás encapuchados.
Miguel estaba mareado pero no inconsciente, con los ojos cerrados pudo sentir como esos hombres agarraban su cuerpo torpemente y lo subían a la furgoneta, pero no pudo sentir sus piernas lo suficiente para huir, ni las piernas ni los brazos, sentía que esos hombres las agarraban pero no las sentía propias. Cuando ya estaba en el coche tumbado sobre una camilla temió lo peor, consiguió abrir los ojos torpemente, intentó reconocer alguna cara pero entre la oscuridad y los pasamontañas no le fue posible. Intentó reconocer dónde lo llevaban por el traqueteo de la carretera pero sentía todo como un mareo constante y eso le provocaba sueño.
- Duerme, mañana lo verás todo más claro. - Le pidió Rodolfo acariciándole los ojos para ayudarle a cerrarlos, él no quería pero no tuvo fuerzas para volver a abrirlos de nuevo.
Cuando consiguió abrirlos se dio cuenta de que esa noche simplemente había caído dormido sobre una mezcla de ira, frustración, rabia y tristeza, o lo que es lo mismo, su ropa tirada por el suelo. No recordaba mucho y lo que recordaba era borroso, el momento de la calle lo recordaba a la perfección pero no el antes ni el después, al encontrarse tirado sobre sus cosas pensó que todo había sido un sueño producto de sus ansias de escapar. El creía que esa noche las pesadillas habían vuelto a acechar, cuando se miró al cuello y vio que no tenía marcas siguió creyendo que todo era una pesadilla más, fue diferente a las anteriores, sí, pero seguro solo fue eso, una pesadilla más.
Cogió su móvil el cual se encontraba sobre su mesita de noche y vio la hora, las 7:00 de la mañana, también vio el mensaje que África le había enviado a las 3:00 de la madrugada.
Miguel al ver a su amiga en el umbral de la puerta de la habitación de está le dio un fuerte abrazo de apoyo sin soltar ni una palabra, ella se enganchó a él como un Koala.
- ¿Qué ha hecho? - Preguntó Miguel sin soltarla.
- El nada, soy yo otra vez. - El abrazo terminó, África cerró la puerta y los dos amigos se sentaron en la cama. - Me he presionado mucho hoy para decidirme y no he hecho nada bien y ahora estoy muy mal.
- ¿Qué has intentado?
- Decidí dejarme llevar por mis sensaciones y si sentía que quería besar a Robin en medio del pasillo o cogerle la mano pues me dejaba llevar y pasó y con Diego igual pero… - Dijo ella haciéndose una bolita.
- ¿Pero?
- Me han traicionado mis sentimientos, cada vez que les veo siento las mismas mariposas en el estómago por los 2.
- Tus sentimientos te van a traicionar más veces si haces eso porque estás enamorada de los dos, es una realidad, es mejor que tires por la personalidad, busca con qué personalidad casas más en una relación.
- O, podría intentar que se enamoren y tengamos una relación de tres. - Dijo ella con un tono pícaro en la voz saliendo de su bolita.
- Para Diego eso es más ilegal que haber follado contigo en el aula, o en el baño, o los dedos del otro día, o en el despacho. - Enumeró Miguel con los dedos.
- O en la sala de profesores. - Continuó ella.
- Es verdad, no me acordaba, aquel Viernes a las 19:00 de la tarde que tú salías de teatro. - recordó Miguel.
- Exacto, que teníamos la presentación de la obra de navidad y vino a verme. - continuó ella con la anécdota.
- Que tuve que entretener a tu madre para que pudieras irte con él a hablar y una cosa os llevó a la otra. - Terminó el.
- Exacto, ese día fue, que estaba ovulando y vino a verme por sorpresa.
- Mira pues puedes añadirle a su personalidad que se interesa por lo que haces.
- ¿Pero cómo hago eso de la personalidad? - Preguntó ella desconcertada.
- Analízales, ¿No quieres ser psicóloga? pues así prácticas para la carrera, analiza qué cosas hacen, que te gusta, que no, apúntalo si lo necesitas y piensa que personalidad te gusta más para compartir una parte de tú vida. - Explicó el.
- Por ejemplo, odio que parezca que Diego solo me quiere para follar y que por mucho que hace por demostrarme lo contrario no termino de creermelo. - Dijo ella con duda.
- Exacto.
- O me encanta que se interese por mí, como cuando viene todas las noches y demuestra que está pico y pala apostando por demostrarme sus sentimientos.
- También.
- Y de Robin, odio que no se ha parado a pensar y replantearse su orientación sexual desde octubre que comenzó lo nuestro.
- Si, lo has pillado.
- Entonces me tocan unos días de detective buscona. - Dijo ella de broma, los dos se rieron.
- Sí pero por favor no lo digas así que parece el título de una peli porno. - Ambos se rieron y volvieron a abrazarse.
- Y sobretodo no te presiones pequeña, lo que tenga que ser, será y estáte preparada para cualquier camino que pueda tomar está historia. - Dijo Miguel mientras la abrazaba.
- Me cuesta no presionarme, llevo así desde octubre, quiero una solución ya. - Contestó ella tras separarse.
- Lo sé, pero las presiones nunca trajeron nada bueno.
- La presión crea los diamantes.
- Cuando son carbón, y una presión excesiva e innecesaria los destruye, y tú ya eres un diamante perfecto, busca a quien encaje contigo y no a quien te ponga más presión para destruirte, porque todos sabemos que pasa si presionas un diamante ya creado.

Esa misma tarde llamó a Claudia, sentado en su cama le explicó todo lo que pasó el día anterior, sus ganas de escaparse, cuando preparó la mochila, que no le cogió el teléfono porque no quería que le convenciera para no hacerlo, lo que él pensaba que era un sueño y como había amanecido.
- Miguel te entiendo pero escaparse no es una solución. - Le explicó ella.
- Lo sé y no lo voy a volver a hacer, ese sueño ha sido tan real.
- En verdad hubiese estado bien que te escapases, te podrías haber refugiado en mi casa, te echo mucho de menos. - Contestó ella con voz melosa.
- Yo también te echo de menos y el impulso de verte fue el que me hizo querer escapar.
- Pero tenemos que aguantar, una locura podría costarte la vida, ese sueño, si de verdad ha sido un sueño ha sido solo un aviso, no lo vuelvas a hacer.
- No, no lo voy a intentar otra vez, aguantaré.
- Bien, me alegro, aunque…
- Aunque…
- Tú no puedes salir, pero yo sí y entrar.
- Técnicamente sí, no hay cámaras. - Miguel entendió lo que su novia insinuaba y no la detuvo como habría hecho ella, eran jóvenes, era el momento de hacer locuras. - ¿Qué les dirás a tus padres?
- Que me voy unos días a la casa de mi abuela para estar más cerca del instituto.
- ¿Y tu abuela?
- No vive allí, no vive en ninguna parte desde hace unos meses, me dejó la casa como herencia, a mí, a mi hermano y primos y nos la hemos quedado para usarla cuando queramos, es un piso en el centro.
- A, vale, no lo sabía.
- Tranquilo, yo estoy bien, ella no lo estaba entonces fue lo mejor.
- Bien si estás bien, mejor.
- Sí pero no hablemos de ello tampoco.
- Vale bien, ¿necesitas que prepare algo aquí?
- No tranquilo.
- ¿Qué día será?
- El jueves a la noche.
- Bien.
Miguel colgó y esperó con ansias que llegase ese jueves por la noche, y llegó, nadie la vio, nadie les vio y cuando Claudia dejó sus cosas en la habitación de su chico ninguno pudo contener la felicidad, se abrazaron, se besaron y poco a poco se fueron desnudando el uno al otro hasta llegar a la cama donde Miguel la tumbó y comenzó a cubrir la tersa piel de sus pechos con su saliva mordiendo y pellizcando con sus labios, ella se estremecía sintiendo el pasó de su pareja. Poco a poco siguió bajando hasta la entrepierna de ella donde comenzó a lamer despacio esperando la reacción de ella que se estremecía con cada pequeña pasada, el poco a poco fue subiendo la intensidad y ella a su vez subía el volumen de sus gemidos mientras buscaba donde o que agarrar con sus manos, él la miró a los ojos para ver cómo disfrutaba y cuando sus miradas se encontraron él puso la mano sobre su muslo y apretó mostrando la felicidad que le daba saber que ella disfrutaba tanto.
Pronto fue Claudia la que se encontraba con la cara en la entrepierna de su pareja con la mano de Miguel entrelazándose en su pelo y tirando de él suavemente. Cuando Miguel se deslizó dentro de Claudia lo hizo con ella tumbada sobre la cama rodeando la cintura de él con sus piernas y los brazos sobre los hombros, los dos gemían al unísono, pronto Miguel comenzó a gemir más y más alto, su cuerpo se estremeció y su movimiento subió para después bajar de intensidad.
-Mierda, lo siento. - Se disculpó Miguel cuando salió de ella y se quitó el condón.
- No pasa nada, ha sido la emoción del momento, con todo lo que ha pasado o te pasaba a tí o a mí. - Contestó ella, los dos se miraron y sonrieron antes de volver a besarse y repetir.

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