Desde el momento en que salí de la casa, supe que algo fundamental había cambiado. El rechazo de Kajol había dejado una marca indeleble en mi corazón. Mientras caminaba por la acera, con la cabeza gacha y el peso de la decepción sobre mis hombros, me encontré en un estado de incredulidad. ¿Cómo había llegado todo a esto?
Todo comenzó tan bien. Llevaba meses planeando este momento, queriendo hacer de nuestro aniversario una celebración inolvidable. La idea del matrimonio había sido una decisión largamente meditada, un reflejo de cuánto significaba Kajol para mí y de cómo quería pasar el resto de mi vida con ella. Sin embargo, su respuesta me había dejado completamente aturdido.
Regresé a mi coche, con la mente nublada por una tormenta de pensamientos. Cada recuerdo, cada momento compartido con Kajol, parecía teñido de una nueva tristeza. En lugar de la alegría que esperaba, me encontré luchando con una sensación de pérdida profunda. ¿Qué había hecho mal?
Decidí conducir sin rumbo, esperando que el movimiento me ayudara a aclarar mis pensamientos. La ciudad pasaba por la ventana, borrosa y sin importancia, mientras mi mente volvía una y otra vez a nuestra conversación. Podía ver su rostro, sus ojos llenos de lágrimas y el dolor evidente en su expresión. Mi corazón se rompía no solo por mí, sino también por ella. La amaba tanto que no podía soportar verla sufrir, y sin embargo, parecía que mis acciones habían causado ese sufrimiento.
Finalmente, estacioné el coche en un parque que solíamos visitar juntos. Me senté en un banco, mirando el lago tranquilo frente a mí. Recordé los días en que paseábamos por aquí, riendo y hablando sobre todo y nada a la vez. Esos eran los momentos en los que me había convencido de que quería pasar el resto de mi vida con ella. ¿Cómo había llegado a esto?
Mientras miraba el agua, traté de ponerme en su lugar. Sabía que Kajol había pasado por mucho en su vida. Su primer matrimonio, el divorcio, la responsabilidad de ser madre. Entendí que todo eso le había dejado cicatrices, y que el miedo a repetir esos errores era abrumador para ella. Pero también sabía que nuestro amor era fuerte y sincero, y creía que podíamos superar cualquier obstáculo juntos.
Pero ahora, en este momento de reflexión, me di cuenta de que quizás había presionado demasiado. Quizás mi deseo de formalizar nuestra relación había eclipsado su necesidad de seguridad y tranquilidad. Me dolía pensar que mi insistencia pudiera haberle causado dolor, pero al mismo tiempo, no podía evitar sentir una punzada de resentimiento. ¿Por qué no podía confiar en que nuestro amor sería diferente? ¿Por qué no podía ver que estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío con ella?
Pasaron los días y el dolor no disminuía. Me mantenía ocupado con el trabajo y otras responsabilidades, pero mi mente volvía constantemente a Kajol. Me preguntaba si estaría bien, si había encontrado algún consuelo en sus amigas y en su hija. Me resistí a llamarla, temiendo que cualquier conversación solo reabriera heridas frescas.
Sin embargo, la vida continuaba. Mis amigos notaron mi estado de ánimo, intentando animarme con bromas y salidas, pero nada lograba aliviar la sensación de vacío que llevaba dentro. La verdad era que Kajol había llenado un espacio en mi vida que nadie más podía ocupar, y ahora ese espacio estaba dolorosamente vacío.
Una noche, mientras revisaba algunos mensajes en mi teléfono, vi una foto de nosotros dos, tomada en uno de nuestros viajes. Ambos sonreíamos, ajenos a cualquier preocupación. La nostalgia me golpeó con fuerza. ¿Dónde habíamos perdido esa felicidad? ¿Había alguna manera de recuperarla?
Preity llegó a mi puerta con su característico aire de determinación. Aunque traté de esbozar una sonrisa, sabía que no podía ocultarle mi tristeza. Ella siempre había sido perceptiva, y en esta ocasión no fue diferente. Le ofrecí un asiento y un café, pero ella declinó con un gesto, enfocando su atención directamente en mí.
—Khan, vine porque estoy preocupada por ti —dijo con suavidad, pero con un tono que indicaba que no aceptaría excusas.
Asentí, sabiendo que una conversación con Preity sería inevitable y necesaria. Me senté frente a ella, tratando de reunir mis pensamientos. Ella me miró con esos ojos compasivos que siempre parecían ver más allá de las palabras.
—¿Qué quieres saber? —pregunté finalmente, aunque sabía que ella ya tenía sus propias preguntas.
—Quiero saber cómo estás, cómo te sientes. Esto debe ser muy difícil para ti —respondió, su voz llena de preocupación genuina.
Suspiré, dejando que el peso de las emociones se hiciera evidente. —Estoy destrozado, Preity. Pensé que todo iba a ser diferente, que podríamos construir algo hermoso juntos. Pero parece que mis esperanzas eran solo eso, esperanzas.
Preity me escuchaba con atención, asintiendo ligeramente. —Sabes que Kajol te ama, ¿verdad? Ella está pasando por mucho, y su miedo al matrimonio es real. Pero eso no significa que no te quiera.
—Lo sé —dije, pasándome una mano por el cabello con frustración—. Pero su rechazo me hizo sentir como si no confiara en mí, como si no viera un futuro conmigo. ¿Cómo puedo lidiar con eso?
Preity se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre sus rodillas. —Khan, ella ha pasado por mucho dolor y desilusión. Para ella, el matrimonio no es solo una ceremonia, es un recordatorio de un pasado difícil. Quizás deberías darle tiempo y espacio para procesar sus sentimientos.
—Pero no puedo seguir esperando indefinidamente —respondí, mi voz teñida de desesperación—. Quiero estar con ella, pero no quiero vivir en una constante incertidumbre. No es justo para ninguno de los dos.
Preity asintió, comprendiendo mi dilema. —Lo entiendo, Khan. Pero también debes considerar que el amor a veces requiere paciencia. Tal vez puedan encontrar un punto medio, algo que les permita estar juntos sin que ella sienta que está sacrificando su libertad.
La miré, tratando de encontrar consuelo en sus palabras. —¿Y si nunca llega a sentirse cómoda con la idea del matrimonio? ¿Y si siempre tiene miedo?
—Entonces tendrás que decidir qué es más importante para ti —respondió ella con suavidad.
Me quedé en silencio, contemplando sus palabras. Sabía que Preity tenía razón, pero también sabía que no podía obligar a Kajol a superar sus miedos de la noche a la mañana. Necesitaba encontrar una manera de equilibrar mis deseos con sus necesidades.
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El peso del silencio
Hayran KurguEn la vibrante ciudad de Mumbai, Kajol y Shahrukhcomparten un lazo que ha resistido las pruebas del tiempo y las complicaciones de la vida. Mejores amigos desde la adolescencia, su amistad evolucionó silenciosamente hacia un amor secreto que se ha m...