Capítulo 17: Graduación

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El día ha llegado.

Las semanas han pasado como la nieve, desvaneciéndose mientras mi entrenamiento llegó a su fin. La conmemoración se realizará en el complejo médico, algo relativamente privado si se compara con la prueba del Espíritu del Hielo.

Me levanto como de costumbre, observo con mi sonar los cuerpos de los hombres a cien metros por debajo del suelo. Hace poco murieron ambos, el segundo por experimento en el cual intenté crear un coagulo y controlarlo para que no dañara el sistema; el tercero murió por algo mucho peor, sus células comenzaron a reaccionar contra la sanación aplicada en su coma, produciendo necrosis progresiva. No lo pude salvar, ni siquiera cuando usé sangre control con curación.

Era mi última oportunidad en mucho tiempo, por lo que decidí despertarlo en medio de su sufrimiento y realizar mi práctica final. En medio de su dolor planté mis manos en su frente y su pecho, conectando con sus nervios y sus chakras. Usé mi agua control para comprimir y detener la circulación de esos canales.

El hombre siguió retorciéndose mientras mantenía cadenas a lo largo de su cuerpo. Su cuerpo pareció volverse ingrávido por unos segundos, por lo menos hasta que recuperó su consciencia, mi señal para alejarme y liberarlo.

Los instintos del asesino fueron huir, pero al ver que bloqueaba la salida solo le quedó una opción. Movió los brazos con fuerza y cansancio mientras intentaba realizar control, solo para darse cuenta que tan solo unos pocos litros de sangre se movieron algunos centímetros. Al ver que lo había logrado me limité a extender un zarcillo en su espalda, usando la luna para congelar su corazón.

Mi época de experimentos había terminado, pero con ella estaban los logros y aprendizajes de una vida. La sangre control y la congelación son mis armas más poderosas en este mundo, por lo que solo me queda vivir mientras sigo creciendo y fortaleciéndome.

Salgo en dirección al complejo médico mientras pienso en los últimos meses. Si bien mi objetivo siempre ha sido fortalecer mi control, puedo decir que le he llegado a tomar cariño a mis compañeras.

Los minutos pasan hasta que el recinto se vuelve visible, todo mientras las sanadoras se acercan a los muros que rodean el lugar. Es solo unos segundos más tarde que me doy cuenta de dos guardias estacionados, algo raro si tenemos en cuenta la hora del día, pues normalmente vigilan en la noche.

Mi elección de ignorarlos parece no tener efecto, pues al intentar pasar el umbral soy recibido con un par de lanzas cruzando mi camino. Los observo por unos segundos hasta que uno de ellos habla.

- Ordenes del gran Pakku.

Con que esas tenemos. Esto no es un intento de Pakku para detenerme, es una confirmación de mi elección respecto a ser sanador y guerrero. Pasar por estos guardias será mi negación máxima contra la tradición.

Veamos que pasa.

Al instante los copos de nieve en los cuerpos de los guardias comenzaron a forzar sus cuerpos contra el suelo, siendo cada partícula un kilo más en sus hombros. A los pocos segundos ambos guerreros sucumbieron a la presión, muy probablemente aceptando el destino que me deparaba.

A diferencia de los últimos meses, mi destino no es la cabaña de curación de Yugoda, sino el edificio/templo edificado a Tui y La en el centro del complejo médico. Es increíblemente similar al palacio, manteniendo un mirador con vista al mar y un pedestal. No hay nada como trajes especiales o decoraciones excesivas, pero es interesante como simples luces en el techo pueden dar belleza a un lugar tan espiritual.

- ¡¿Estás listo?! - gritó una chica mientras intentaba taclearme, acción la cual esquivé.

- Hola Sedna, me alegra ver que sigues igual de animada. ¿Cómo están Ila y Akna?

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