Capítulo 22: Confianza

31 2 8
                                    

Cuatro de la mañana, el sol no ha salido, pero estoy esperando la llegada de un cargamento importante. Este último mes fue vital para sentar las bases de mis subordinados, pero nunca ganaremos a las fuerzas secretas del Dai Li o las fuerzas de choque del reino tierra, por lo menos no sin el armamento correcto.

Técnicamente somos un batallón de reconocimiento, pero todo acercamiento a Ba Sing Se es el preludio de un ataque, lo que me impide pensar en los soldados como simples escudos de carne. Es por esto mismo que, mediante Iroh, conseguí ser el primero en usar la maravilla de la muerte moderna.

Con el tiempo comencé a notar cómo un rústico vehículo carguero de metal llevaba varias cajas de madera a lo largo del desierto, especializado para generar nubes de polvo que cubrieran su paso a lo largo de las tierras, el mismo método que se usaría en el futuro con el gran taladro.

El ruido de la bestia de metal despertó poco a poco a todos, los cuales se comenzaron a aglomerar a mis espaldas, siempre manteniendo una leve sonrisa debido a la cena de hace unas cuantas horas.

- El segundo mes ha dado inicio. Tienen la fuerza, pero les falta técnica. - comencé a hablar mientras me giraba hacia los soldados - Voy a ser sincero con ustedes, no existe la más mínima posibilidad de supervivencia contra Ba Sing Se. - mi comentario pareció hundir la moral general - Sin embargo, con mis creaciones más recientes seremos capaces de no solo sobrevivir, sino derribar la gran muralla del reino tierra. Tomaremos el muro exterior y permitiremos al general Iroh quemar el cuerpo del rey tierra.

Un grito de alegría y ánimo nació al instante entre las tropas, sumergidos en un sentimiento esperanzador casi mágico. La máquina avanzó a ritmo constante para la desesperación de los reclutas, los cuales se encontraban cada vez más emocionados por aquello que aguardaba en las cajas del acorazado.

Fue solo tras un par de minutos que la máquina por fin se acercó lo suficiente al campamento como para detenerse. De ella bajaron seis soldados uniformados con el símbolos de las tropas de reconocimiento de la nación del fuego, comúnmente usados como mensajeros o carne de cañón.

- Primer teniente Zhun Wei reportándose capitán Aratak. - mientras realizaba una ligera reverencia - Las tropas principales han enviado todos los suministros según lo acordado.

Pese a sus palabras, mi atención estaba centrada en las cajas detrás de ellos.

- Descarguen el equipo, prioricen los talones y los rifles en el centro. Mantengan las bóvedas en la periferia del campamento junto a los brotes de estramonio. Que la TNT se mantenga en el acorazado.

Ninguno de los soldados en el batallón notó la diferencia, pero los tres tenientes lograron notar el cambio de mi tono, uno mucho más profundo y autoritario, perfecto para manejar la expectativa ajena en mi carrera militar, sobretodo a un primer teniente.

El susodicho, acostumbrado a los años en la guerra, no se tomó personal las palabras de un capitán, cumpliendo rápidamente las órdenes del mientras tomaba uno de los rifles en las cajas.

Los soldados, por otro lado, se encontraban en un limbo de expectativa y decepción, confundidos por la falta de tamaño o complejidad en el extraño "bastón" que ahora sostenía. Para ellos debía ser como una rama curva de color arena con una espiga de metal en uno de sus extremos, similar a un estoque.

- Les presento al rifle de combate. - dije con un tono solemne mientras direccionaba la mirilla en unas cuantas rozas a cien metros - El hijo bastardo entre la muerte y la tormenta. La herramienta de muerte que llevará a la nación del fuego a la victoria.

*PUM*

El accionar del gatillo retrajo ligeramente la recámara mientras la bala salía y una nueva ocupaba su lugar, ventajas del cargador. El proyectil voló a lo largo del espacio mientras atravesaba el seco aire del desierto, disminuyendo su velocidad pero no deteniéndose ante el impacto contra una roca.

BalanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora