Capitulo 1: "Regreso a Toledo"

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Fina miraba por la ventana del coche mientras su padre, Isidro, conducía a su lado. La lluvia tenue cubría la mañana en la que ella había llegado a Toledo después de mucho tiempo. Su padre sabía perfectamente que su hija no quería estar allí, pero ante su petición, Fina no se había quejado, al menos no verbalmente.

—Fina, hija, cuéntame un poco más de lo que has hecho —dijo Isidro, tratando de mirarla mientras le palmaba la pierna con suavidad.

—Mucho, la verdad, padre. Tenía una vida agradable, pero siempre es bueno volver a casa, sobre todo si es para estar con usted —respondió un poco desanimada mientras seguía mirando por la ventana—. Discúlpeme si no ve mucho agrado en mí; la verdad es que me hubiese gustado que me invitara a casa un par de semanas y no que me pidiera vivir aquí, sabiendo que nunca recibiría un no por respuesta de mi parte.

—No creas que soy egoísta, y tampoco creas que me aprovecho de que tú tampoco lo eres. Creo que eres una excelente hija, Fina. El que te pidiera venir a vivir aquí va más allá de un simple capricho —respondió Isidro, manteniendo la mirada en el camino.

—Tocaba venir a casa después de todo. Todos los años nos vemos, pero es porque usted me viene a visitar —le comentó Fina, levantando por primera vez la vista de la ventana y posándola en él—. Usted sabe que haría cualquier cosa por usted, padre. Solo que me había acostumbrado a una vida más solitaria y a sus visitas tan dulces, y dulces por sus cálidos abrazos y los exquisitos bollos que manda Digna.

—Pues sí, aquí te quieren muchísimo, Fina —dijo Isidro, suspirando al sentir el dorso de la mano de Fina acariciando levemente su mejilla—. Cariño, como te decía antes y te lo vuelvo a reiterar ahora, no es capricho mi solicitud; es que te necesito aquí —miró a Fina con ojos suplicantes. Le tomó la mano y besó su dorso.

—Yo sé que me necesita. Aquí estoy para usted, padre, solo que me hubiese gustado que me planteara su idea para darle una solución más... ¿justa? —negó con la cabeza y decidió mirar por la ventana—. No, no justa, no me malinterprete. Podíamos haber llegado a otro acuerdo simplemente. No es que me moleste estar aquí, solo que me hubiese gustado participar más en la decisión —Fina mordió su labio inferior y apoyó su cabeza en el respaldo de asiento.

Aunque estaba abrumada, Fina realmente estaba feliz de estar con él, pero le parecía mal sentir que tenía que venir por no haber más opciones. Y opciones había, solo que a ella le dieron una para aceptar y no muchas para escoger.

—Discúlpame, no sabía que te lo ibas a tomar así. Hay más razones del que te imaginas. Pero la primera es porque te extrañaba — Isidro sonrió con melancolía y miró momentáneamente a Fina.

—Quizás he dejado pasar el tiempo, pero ese tiempo fue enfocado en mí —dijo Fina y suspiró con pesar—. Yo igual lo extraño, pero mi vida todavía está partiendo. Nos quedan años para disfrutarnos —susurró Fina, frunciendo los labios.

—Es que tiempo tienes tú, quizás yo no tanto. Y es que, Fina, esa es una de las razones. Ya estoy viejo y cansado, no soy como antes —Isidro habló suavemente.

Trataba de hacer entender a Fina los motivos sin ser brusco y sin abrumarla antes de ni siquiera haber llegado a la casa.

—Entiendo —Fina colocó su mano sobre la de su padre en el volante de forma dulce—. No te discuto nada —retiró su mano y la posó sobre su regazo. Luego miró a su padre con apacibilidad—. Bueno, igual tengo muchísimos ahorros y muchas ganas de poder tener un nuevo hogar para vivir. Me quedaré con usted un par de semanas, mientras me ayuda a encontrar un piso para mí. ¿Qué le parece?

—Te ayudo con gusto, pero no te quedarás conmigo —volteó a ver a Fina, y ella lo miró con incredulidad.

—¿Cómo que no me quedaré con usted? —preguntó Fina, frunciendo el ceño. Isidro rió suavemente y luego desvió la mirada hacia el camino.

Toledo, 1958.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora