Prólogo

1.1K 40 2
                                    

Fina, frunciendo el ceño, intentó sacar su vestido, pero los botones estaban junto al detalle de la espalda. Suspiró audiblemente.

—¿Marta? —llamó mordiéndose el labio con inseguridad.

Marta, en su cubículo, frunció los labios con desgana y molestia, pasando sus manos temblorosas sobre su vestido, alisándolo.

—Aquí estoy, al lado tuyo —respondió mordiendo el interior de sus mejillas con nerviosismo y mirando levemente al techo antes de bajar la mirada al piso.

—Necesito ayuda con mis botones, están en mi espalda y no los alcanzo... —Fina se cruzó de brazos acariciando levemente el suelo con su pie mientras cerraba los ojos con fuerza, expectante.

Marta apretó sus puños suavemente y maldijo en su cabeza. Frunció los labios y salió de su cubículo abriendo la cortina. Respiró profundo y abrió la cortina de Fina, quien estaba de espaldas pero giró la cabeza para mirarla.

—Son esos botones de ahí que no alcanzo —murmuró tratando de señalarlos con sus dedos.

—Los veo —respondió Marta susurrando.

Marta se acercó lentamente, tocando los botones y rozando la piel de Fina con sus manos heladas, lo que provocó una leve queja.

—Perdóname —musitó apartando las manos.

—No te preocupes, solo fue una reacción normal. Podrías empezar por los de arriba que tapa mi cabello —dijo Fina aclarando su garganta con impaciencia.

—Lo hago rápido —Marta con delicadeza movió el cabello de Fina hacia un lado, sintiendo el aroma de su perfume acosarla todo el día.

Marta cerró los ojos, tragó en seco y pasó la punta de sus dedos sobre los hombros de Fina, colocando completamente el cabello para que no molestara. Tomó el primer botón y, con lentitud, lo desabrochó viendo cómo la tela tensa se iba separando holgadamente. Tomó el siguiente e hizo lo mismo hasta llegar al penúltimo.

Fina sentía que con cada botón desabrochado su respiración se volvía más agitada y el sublime sonido de sus latidos resonaba en sus oídos. Marta suspiraba inconscientemente, mirando la espalda de Fina descubrirse y sintiendo un nudo en el estómago con algo de incomodidad y placer.

Al llegar al último botón, Marta no quería seguir, ya que eso significaba terminar el trabajo e irse; necesitaba contemplar más. Fina miraba el espejo al frente de ella y la sutil y sensual escena denotaba en su mirada una excitación más que evidente.

Finalmente, Marta desabrochó el último botón y se instaló un silencio absoluto. Lo único perceptible eran las profundas respiraciones de ambas. El último botón llegaba hasta la espalda baja de Fina. Marta se atrevió a deslizar la punta de su uña por el borde del detalle hacia arriba por la columna de ella hasta terminar en su nuca. Fina giró su cabeza apretando los ojos con urgencia. Marta se separó con mucha resistencia de su espalda, haciendo que Fina abriera los ojos sorprendida al dejar de sentir el contacto y el calor que emanaba la cercanía.

—Está listo —murmuró Marta antes de cerrar la cortina.

Fina volvió a respirar normalmente, colocando una mano sobre su vientre y otra sobre su cadera, mirando al techo.

Marta cerró la cortina de su cubículo, apoyándose en el espejo y sintiendo cómo su pecho subía y bajaba con rapidez. Tragó hondo y frunció los labios.

¿Qué fue todo eso? se preguntó mientras sentía sus mejillas arder y pasó sus manos heladas sobre ellas, sintiendo el calor. Era una locura cómo Fina la atraía como un imán.

Fina, con decisión y discutiendo contra sí misma en su cabeza, tomó la valentía necesaria para pronunciar otra palabra.

—¿Quieres que te ayude con el vestido? —preguntó apoyando la cabeza y su espalda contra el vidrio, mirando al techo.

—Sería ideal —Marta apretó sus labios con fuerza luego de responder.

Fina respiró hondo y salió de su cubículo. Se dirigió al interruptor de la luz y la apagó. Mordió su labio con el corazón en la boca y abrió la cortina de Marta.

Ella estaba con los ojos brillantes y la boca entreabierta, con las manos algo sudadas y temblorosas. Fina la miró de pies a cabeza y se acercó, sintiendo cómo ella se encontraba acechada. Marta, al sentir el cuerpo de Fina contra el suyo, inmediatamente posicionó sus manos sobre sus caderas, acercándola más.

Fina acercó sus labios a los de ella y los rozó peligrosamente. Sintió la respiración de Marta cortarse y luego reanudarse con pesar, hasta que la cortó definitivamente al besarla profundamente. Marta gimió con aceptación, clavando sus uñas en el cuerpo de Fina. Ágilmente, la castaña tomó su cuello y rostro entre sus manos temblorosas, profundizando aún más el beso, sintiendo la presión de las manos de Marta.

Fina sintió cómo el vestido se iba cayendo de a poco de sus hombros por la abertura en su espalda. Marta tomó la iniciativa de subir sus manos por su espalda hasta llegar a sus hombros, deteniéndose a mirar a Fina con timidez y temor.

—Puedes sacarlo —dijo Fina con la respiración entrecortada, bajando una mano a la cintura de Marta, apretándola contra ella.

—Pero tú me dijiste que... —susurró Marta con preocupación.

—Yo sé lo que te dije —respondió Fina frunciendo los labios. Con algo de fuerza, tomó la mandíbula de Marta con una mano haciendo que la mirase—. Necesito que me hagas un favor y ese es quitarme la parte de arriba de mi vestido.

Marta, al escuchar eso, sintió sus pecho estallar y punzadas en su vientre. Sin despegar la mirada en la parcial penumbra, bajó con suavidad las mangas del vestido de Fina, dejando al descubierto su torso desnudo. Trató de observar y contemplar su pecho y abdomen, pero por la escasa luz y nerviosismo, se le dificultó la tarea. Fina tomó la mano de Marta, guiándola lentamente por el torso, ayudándola. Le guió la mano por el vientre, subiendo hasta sus pechos, donde Fina mordió sus labios mirando con pasión a los ojos de Marta, que estaban atónitos y encantados por la poca visión de sus ojos pero la amplia claridad de su tacto.

Marta subió sus manos hasta el cuello de Fina solo una pasó por su mandíbula. El movimiento firme y lento del pasional encuentro hacía que Marta se sintiera absorta por la emoción, sintiendo ganas de muchísimo más.

Fina, por su parte, estaba conmovida por el tacto de Marta. Más aún cuando Marta soltó su cuello y mandíbula y bajó sus manos por el lateral del torso, pasando por su cuerpo hasta la espalda y jalándola fuerte contra ella. Se aseguró de acariciar por completo su espalda, sintiendo placer bajo el tacto. La besó bruscamente y algo torpe. Fina gimió audiblemente contra su boca, mordiendo el labio inferior de Marta.

Fina deseaba más. Mordió el cuello de Marta y deslizó sus manos por su cuerpo hasta alcanzar la cremallera de su vestido, comenzando a bajarla lentamente. Marta, por su parte, apoyó sus manos en los hombros desnudos de Fina. Con firmeza, Fina tomó sus manos y las presionó contra la pared, haciendo que la mejilla de Marta quedara en contacto con la superficie. Besó su hombro y espalda mientras pegaba su cuerpo fuertemente contra el. Con una mano, continuó bajando la cremallera del vestido, mientras la otra mano la posó suavemente sobre la cintura de Marta.

Toledo, 1958.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora