Capítulo 7: "¿Al besarla sentiré placer?"

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—Gracias por venir —agradeció Jesús.

—¿Qué más podía hacer? ¿Negarme? —respondió agresivamente un hombre de la misma edad de Jesús, con la vista perdida en el ventanal de aquel apartamento.

—Necesito que te encargues de algo. Por favor —solicitó Jesús en un susurro.

—¿No es suficiente todo lo que he hecho? —preguntó el hombre con una risa burlesca.

—Fuiste muy bien recompensado por ello. No lo olvides.

—Mis manos no están manchadas de sangre, pero sí me salpicó —respondió duramente el hombre mientras encendía un cigarrillo—. Maldito el día en el que te conocí y el momento en el que traicioné a mi hermana por ti —dijo, soltando todo el humo de su boca.

—Bueno... Tu hijo pudo vivir gracias a ese medicamento, ¿cierto? —Jesús insinuó en susurros, y el hombre se dio la vuelta inmediatamente al escucharlo. Soltó el cigarrillo por la ventana y se acercó corriendo a Jesús.

—¡¿La vida de mi hijo por la de mi hermana?! —el hombre lo tomó por la camisa de forma amenazadora, con un brillo opaco en sus ojos que irradiaban frustración y agonía.

—No quería referirme a eso —se excusó con temor Jesús. El hombre lo miró con odio y lo soltó bruscamente.

—¿Por qué estoy aquí? —preguntó el hombre, mirándolo fijamente, expectante de una respuesta. Jesús tragó fuertemente y se pasó la mano por la cabeza.

—Sigo pagando la renta de este piso. Aquí están algunos documentos y puedes vivir y trabajar aquí. Supe que estás desempleado nuevamente. Tú y tu hijo pueden vivir aquí sin pagar absolutamente nada.

—¿Quieres que haga algo o que viva aquí? Aquí confabulé contra mi hermana y cuñado —respondió con furia en sus ojos.

—Supe que ya no sirve esa medicina para tu hijo. Puedo pagarte la otra. No te estoy pidiendo que mates a nadie —habló Jesús mirando con pesar al hombre.

—Porque eso de ir de asesino ya vas tú —respondió asqueado el hombre.

—Fue un accidente, ya te lo dije —Jesús lo miró desesperado—. Haría de todo por haber hecho las cosas de otra manera.

—Dejaste a mi sobrina sin padres —dijo con rencor y una mirada dura.

—Ellos sabían demasiado y no se iban a quedar callados.

—Lavaste el dinero de gente mafiosa en tu empresa familiar —rió cínicamente el hombre cruzándose de brazos—. Mi hermana y su marido solo fueron demasiado lejos con su labor de periodistas.

—Metieron sus narices donde nadie los llamó —respondió Jesús con desagrado.

Recordó todos los informes que encontró sobre compras no justificadas y los reportes listos para ser enviados a las imprentas sobre "El aporte hacia el mundo de las drogas y mafias de parte de Perfumarías de la Reina"

—Ellos no lo hicieron por diversión o por pasión al reportaje —confesó el hombre, tomando su cabello con estrés—. Estaban teniendo problemas de dinero. Ambos fueron despedidos porque su empleador quebró. Tenían a su hija recién nacida y con los mismos problemas cardíacos que mi hijo. Estaban desesperados. Iban a ganar una millonada si publicaban tu historia.

—A costa de los demás —dijo tajantemente Jesús. El hombre se abalanzó sobre él con furia, cayendo ambos al suelo.

—No iban a irse de vacaciones a Grecia y luego a México o Cuba, era para su hija. Maldito hijo de puta —el hombre empezó a forcejear con Jesús, y como este era más corpulento y comenzó a ahorcarlo con sus manos.

Toledo, 1958.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora